Ayer les contábamos el secreto de Rosa Pich para tener 18 hijos, afrontar la muerte de 3 de ellos, escribir un libro sobre la familia ¿Cómo ser feliz con 1,2,3…hijos? (Editorial Palabra), y enfrentarse, finalmente, al fallecimiento de su marido, Chema Postigo, 56 años, por un cáncer de hígado.
Ahora se van conociendo más detalles de los últimos instantes de ese héroe de la familia, un hombre profundamente enamorado de su mujer y de sus hijos, y totalmente entregado a la Providencia divina, que deja una huella impactante entre quienes lo conocieron.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEl digital Religión Confidencial ha podido hablar con la viuda, Rosa Pich, que ha relatado como su marido, Chema, se despidió uno a uno de sus 15 hijos, diciéndoles: “Jesús es muy bueno, nos quiere mucho, nos quiere junto a él”.
Reproducimos, por su interés, el artículo de Religión Confidencial
El whatsapp de Rosa Pich-Aguilera echa humo. “Tengo miles de mensajes, pero has tenido suerte y quiero atenderte”, expresa a Religión Confidencial. A la mujer de Chema Postigo, madre de 18 hijos (tres en el cielo), no se le quiebra la voz. Al otro lado del teléfono se muestra serena, tranquila.
“¿Cómo estás Rosa?”, pregunta la periodista de este Confidencial. “Muy bien. Son momentos agridulces, llenos de dulzura, de cariño, pero también de mucho dolor. Hemos llorado muchísimo pero no nos ha faltado el sentido del humor. Uno de mis hijos ha traído hasta un cubo para que vertamos allí todas las lágrimas”.
Rosa y Chema tienen una fe inquebrantable. A pesar de ello, confiesa: “Tampoco nosotros entendemos porque Dios se ha llevado a Chema. No revelamos, pero no nos desesperamos. Estamos convencidos de que Dios sabe más. Por eso aceptamos con paz y serenidad este momento”.
El 14 de febrero, cuando hacía 28 años que se conocieron, Rosa anunciaba que su marido llevaba 45 días en la cama
La página oficial de Facebook del libro de Rosa, ¿Cómo ser feliz con 1,2,3…hijos?, de la editorial Palabra, anunciaba el 14 de febrero, día que se cumplían 28 años desde que se conocieron, que Chema llevaba 45 días en cama por problemas de espalda. Dos días después, le ingresaban en el hospital. Había perdido 11 kilos en mes y medio.
El 24 de febrero comunicaban en las redes sociales el fatal desenlace: “Queridos amigos y todos: Después de muchas pruebas nos han confirmado que mi marido tiene cáncer de hígado complejo.
El poder de la oración, ayuno y Rosario en familia es omnipotente. Los milagros existen. Gracias, gracias, gracias. Ya siento no responder a llamadas, mensajes y demás. Agradecemos todas las muestras de cariño”.
Rosa cuenta a RC que cuando Chema se enteró, le comunicó él mismo a sus hijos, uno a uno, su enfermedad: “Les dijo: Jesús es muy bueno, nos quiere mucho, nos quiere junto a él”.
Chema trato de explicarles, con ese amor tierno de padre, que la familia Postigo-Pich, se estaba formando y extendiendo ahora en el cielo.
Así habló con sus hijos: “Jesús se llevó primero a Javi (su segundo hijo que murió con un año y medio); luego a Montse a los 10 días de nacer (la tercera) y en el verano de 2012, Carmen se fue con Él (su primera hija falleció con 22 años)”.
La primogénita de los Postigo-Pich nació con una cardiopatía muy severa y le daban tres años de vida. Con operaciones y marcapasos duró 20 años más.
De sus 15 hijos, la mayor tiene 23 años y el pequeño 7. Y la madre de Chema 90 años. No es el primer hijo que entierra. Hace poco, falleció otra hija suya con 60 años.
Velatorio inusual en casa
Rosa y su familia está velando a Chema en su casa, algo también bastante fuera de lo común en el siglo XXI. “Lo he aprendido de mi familia. Así lo hicimos con Carmen, mi hija mayor. Es una forma más cercana de despedirse”, explica a RC.
Asegura que velar a Chema en casa en lugar de en el tanatorio, es mucho más fácil para los ninos. No temen besar y acompañar a su padre de cuerpo presente. Por el contrario, le sienten más cerca.
“Nuestros amigos y familiares viene a casa a dar su último adiós a su hermano, su tío, su primo, su amigo. Llegan con mucha pena y se van con mucha paz. Nos dicen: hemos tocado un trozo de cielo”.
Rosa está recibiendo a centenares de personas que quieren dar su último adiós a Chema. En medio del dolor, quiere transmitir esperanza y alegría en estos dos días de velatorio. Por eso, junto con el rezo del rosario y los responsos de los sacerdotes, las guitarras y las canciones despedirán a Chema.
El entierro será este miércoles y a continuación, a las 11 horas, celebrarán la misa funeral en la Basilica de Santa María del Mar. “Todos estáis invitados a dar el último adiós a mi marido. En estos momentos tan duros noto muy cerca a mis amigos y a tantos seguidores que ¡nos apoyáis! ¡¡Gracias, gracias, gracias!! En unas semanas haremos un funeral en Madrid”, ha publicado en su cuenta de Facebook.
El arzobispo de Barcelona, Juan José Omella les ha llamado. “Ha leído mi libro, y se puso en contacto conmigo para interesarse por Chema. Es un pastor en todos los sentidos”, afirma. Rosa concluye: “En las familias numerosas las alegrías se multiplican y las penas se dividen”.
La familia Postigo-Pich obtuvo en diciembre de 2015 el Premio Familia Numerosa Europea del Año que otorga la European Large Families Confederation (ELFAC) en colaboración con Novae Terrae Foundation (NTF), por ser «un ejemplo de lucha y superación».
El importe del premio –5.000 euros– fue donado a proyectos sociales en favor de las familias numerosas europeas. Esta familia también impulsó la Fundacion “Menudos Corazones”. Ocho de sus hijos padecen también la misma cardiopatía.
Una amiga dice: “El corazón escuece… pero si Rosa sonríe, todos sonreímos”
Concha, una amiga de Rosa y Chema, no entiende “estas cosas de Dios, aunque las acepta”. Un sacerdote amigo suyo le ha dejado un poco más tranquila con estas palabras: “Te entiendo muy bien. A todos nos cuesta mucho aceptarlo y comprenderlo. Será que no se trata de comprender a Dios, sino de amarlo como lo ama Chema”.
Concha relata a RC que lo que más me le ha impactado ha sido que “ninguno de los dos ha perdido nunca la sonrisa. No una sonrisa ingenua, sino una sonrisa convencida y convincente. También me impactaba su serenidad antes los innumerables temas de salud que han tenido con sus hijos. Pero no era una serenidad imprudente. No. Era un convencimiento de que, como ha dicho Rosa, Dios es un padre bueno y nos quiere. Yo creo que Dios necesitaba cerca a Chema, hoy precisamente… el corazón escuece… pero si Rosa sonríe, todos sonreímos”.
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