Juan Pablo II y una mujer partidaria de la ideología de género participando en una marcha LGTBI.
Juan Pablo II y una mujer partidaria de la ideología de género participando en una marcha LGTBI.

Quería escribir algunas reflexiones sobre dos realidades muy diferentes. No sabía si mejor optar por una o por otra y al final me he decantado por ambas. Y las he unido en el título.

Primero, Juan Pablo II. Gracias a un matrimonio amigo, desde la Asociación Enraizados hemos podido realizar nuestro primer curso en línea sobre Matrimonio y Sexualidad. Y en dicho curso he tenido la oportunidad de conocer el libro La espiritualidad conyugal según San Juan Pablo II de Yves Semen. Lo recomiendo.

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He tenido interés siempre en profundizar en la Teología del Cuerpo que desarrolló San Juan Pablo II. Pero cuando lo he intentado he fracasado en la perseverancia. La razón es que los textos eran demasiado complejos para mí.

Pero este libro de Yves Semen presenta dicha Teología de una forma más asequible. Ciertamente no profundiza hasta el final pero sí es una buena forma de introducirse en el pensamiento del Papa polaco. Y, sobre todo, ayuda a confrontar ante el Señor la propia vocación conyugal si uno está casado, o ayuda a prepararse a la misma en el caso de los novios.

Me gustaría presentar hoy cuatro puntos que al menos personalmente me han hecho reflexionar y orar:

1.- Vocación

El autor defiende el carácter vocacional del matrimonio, que sería una llamada a la santidad, realizada por Dios. Que esa llamada sea la más generalizada, es decir, la que se dirige al mayor número de miembros de la Iglesia católica, no es un obstáculo para que sea verdaderamente una vocación.

Sin embargo, el autor por una parte le quiere quitar cierta angustia vital que ese carácter vocacional puede originar a algunas personas, pero, por otra, y siguiendo al santo papa polaco le añade mucha responsabilidad.

Le quita transcendencia, le quita tensión, angustia, cuando dice que esa vocación no quiere decir que Dios haya pensado en una persona para que sea la que se una con uno para toda la vida y que si pasa esa oportunidad o uno se equivoca, haya errado en seguir la voluntad de Dios.

Más bien dice Yves, Dios en este campo da libertad al hombre que con su razón y su afectividad, elegirá a su compañero, elección que Dios refrendará.

Esa es la verdadera finalidad del matrimonio: entregar la propia vida a Dios a través del servicio, del amor libre al otro.

Entendiendo la objeción de Yves. Pero por otra parte personalmente sí que creo que el Señor, en base a los acontecimientos de la vida, elige a aquel que va a ser mediante la entrega al mismo, el camino de santidad principal.

Por otra parte mete presión, responsabilidad, y de forma muy políticamente incorrecta, cuando indica que el matrimonio solo será auténticamente vocación, cuando responda a la dignidad que Dios le confirió, y que Cristo confirmó elevándolo a la categoría de sacramento. Esto es, que el hombre se entregue para amar a su mujer como Cristo amó a su Iglesia y la mujer se entregue también plenamente como debe hacerlo la Iglesia a su Señor:

«El matrimonio corresponde a la vocación de los cristianos únicamente cuando refleja el amor que Cristo-Esposo entrega a la Iglesia, su Esposa, y con el que la Iglesia (a semejanza de la mujer ‘sometida’, por lo tanto, plenamente entregada) trata de corresponder a Cristo» (Juan Pablo II, audiencia del 18 de agosto de 1982).

2.- El trabajo de la madre en el hogar

Otro punto que me ha llamado la atención y sobre el que la sociedad economicista en la que vivimos debe reflexionar, sobre todo ante la falta de niños, es la importancia que Juan Pablo II da al tiempo que la madre dedica a sus hijos especialmente cuando estos son pequeños.

«No hay nada más grande, bello y noble que la educación de los hijos». En su espléndida Carta a las familias, escrita con ocasión del Año de la Familia que se celebró en 1994, Juan Pablo II no dudaba en decir:

«Hablando del trabajo con relación a la familia, es oportuno subrayar la importancia y el peso de la actividad laboral de las mujeres dentro del núcleo familiar. Esta actividad debe ser reconocida y valorada al máximo. La fatiga de la mujer -que, después de haber dado a luz un hijo, lo alimenta, lo cuida y se ocupa de su educación, especialmente en los primeros años-es tan grande que no hay que temer la confrontación con ningún trabajo profesional”.

3.- Primordialidad del matrimonio en la vida cristiana

El Papa indica que como vocación el matrimonio debe ser prioritario respecto a otras dimensions de la vida personal como pueda ser la profesional. No se trata de crear falsas incompatibilidades pues el trabajo es importante también en la vida cristiana. Pero sí de definir prioridades. Y esta debe ser en primer lugar el matrimonio.

En este sentido si un trabajo por bueno que pueda ser, va a crear problemas en la vida matrimonial, hay que saber replantearse la situación. Por otra parte ciertas profesiones exigen una mayor comprensión por parte del otro cónyuge (pensemos en médicos o militares por poner dos ejemplos).

Será un tema a tratar en la vida de oración común del matrimonio.

4.- Fin del matrimonio: ¿felicidad o santidad?

Este es un punto realmente chocante para nuestra mentalidad. Uno debe casarse ¿para ser feliz? Parece que a todos nos sale de forma natural indicar que sí. Pero el autor del libro nos invita a reflexionar sobre algo que puede ser más importante: ser santo.

Y para ser santo lo que hay que hacer es entregarse, darse, ponerse al servicio. Y por eso el matrimonio es un camino de santidad, una especie de regla que ayuda al cónyuge a darse en cada momento a la persona con la que se ha casado.

Los llamados colectivos LGTBI representan todo lo que dicen denunciar

Y esa es la verdadera finalidad del matrimonio: entregar la propia vida a Dios a través del servicio, del amor libre al otro.

Como paradoja una sabe que en esa entrega recibe muchas veces la felicidad aunque no siempre es así.

Los llamados colectivos LGTBI

La segunda parte del artículo está dedicada a los llamados colectivos LGTBI. ¿No les da vergüenza? Representan todo lo que dicen denunciar. Solo tres ejemplos

1.- El viernes pasado cuando volvía del trabajo (ya afectado el jueves por su presunta fiesta) pude ver que lo que no sobraba en ninguno de los puestos que se habían instalado en la calle Alcalá de Madrid en frente de nuestro Ayuntamiento, vamos lo único que se veía, era abundante alcohol. Botellas de todo tipo llenaban aquellos puestos.

¿Es esa la imagen que queremos dar? ¿Qué una fiesta debe estar llena de alcohol? ¿No habíamos quedado en que no se debía beber en la calle?

Estas fiestas no son una sana reivindicación de los derechos de nadie

2.- La antiecología. ¿Cuántas toneladas de plástico han generado estas fiestas? ¿Cuántas toneladas de suciedad? ¿Cómo han dejado las calles de todos? Aún no se ha recuperado un olor natural en la plaza de Cibeles. La mezcla del olor a orines junto con el desinfectante que el Ayuntamiento ha debido utilizar origina un olor raro y poco edificante. ¿No debían cuidar el medioambiente?

3.- La intolerancia y la violencia. A algunos les podrá sorprender pero los que la hemos sufrido desde siempre nos preguntamos de qué se asombran aquellos que ahora son objeto de sus críticas. Estas fiestas no son una sana reivindicación de los derechos de nadie. De hecho en España los derechos que se encuentran pisoteados son especialmente los de los no nacidos. Pero no hay discriminación por el uso que uno haga de su sexualidad.

Todo ello invita a suprimir estas fiestas y al menos como se ha propuesto a levarlas a sitios donde se causen menos problemas a los vecinos. Al mismo tiempo que se exige que soporten el gasto de los servicios que originan.

¿Se imaginan ustedes que la violencia que pudimos ver este fin de semana hubiera sido protagonizada por algún miembro de Vox? Nos lo repetirían cientos de veces en casi todos los medios de comunicación. Pero como vienen de grupos violentos de izquierdas, que no tienen representatividad real de ningún colectivo, gozan del amparo y de la defensa de los partidos comunistas y socialistas.

Y lo más grave aún, con el refrendo del Ayuntamiento de Madrid y de muchos otros, que les apoyan desde la bandera en el balcón municipal y el uso de los servicios públicos para recoger todos los residuos que de una forma irresponsable generan.

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