
La alianza Evangélica Española ha hecho público un documento de propuestas relativas a la conocida como Ley Trans -impulsada por la ministra de Igualdad Irene Montero- en las que se expresa el rechazo a esta normativa por diversos motivos.
En primer lugar, la Alianza Evangélica enmienda la argumentación del Ministerio de Igualdad sobre la clasificación médica de la llamada disforia de género. El departamento de Irene Montero alega que la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) de la Organización Mundial de la Salud, en su actualización de 2018, «ha eliminado todas las categorías relacionadas con las personas trans del capítulo sobre trastornos mentales y del comportamiento».
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Suscríbete ahoraSin embargo, la Alianza Evangélica recuerda que esta clasificación mantiene la «discordancia de género» como una patología y -con el mismo criterio- el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) publicado por la Asocaición Estadounidense de PSiquiatría también lo incluye.
En segundo lugar, la Alianza Evangélica reprocha al Gobierno que saque a relucir estadísticas de discriminación elaboradas por la propia Federación LGTBI que casi multiplican por 4 los datos de la Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, elevando de 11% al 42% el porcentaje de discriminación a las personas LGTBI en el acceso al mercado laboral.
Dicho esto, la entidad mayoritaria que agrupa a las iglesias evangélicas presentes en España señala otros puntos controvertidos de la ley.
Frente a la pretensión de limitar la dirección en que una persona considerada «trans» pueda desarrollar su libertad, apuestan por reclamar para estas personas «que decidan recuperar la congruencia con su sexo biológico el derecho a recibir libremente el tratamiento profesional y apoyo espiritual que voluntariamente decidan».
Riesgos para los menores
Asímismo, alertan contra los peligros a los que se enfrentará la población infantil si prospera la ley trans de Irene Montero, que prevé que los menores puedan modificar la mención al sexo en el Registro o someterse a terapias hormonales o cirugías que puedan ser irreversibles.
«No opera en bien del menor que manifiesta discordancia de género otorgarle la capacidad de decidir establemente su asignación sexual en un momento de su desarrollo en el que no ha contemplado su maduración; la razón es que la mayoría de esos menores cambiará posteriormente y de forma natural su orientación sexual hacia la heterosexualidad», subrayan.
En este sentido,apuesta por «establecer normativas garantistas que aseguren que el menor no sufre menoscabo al reconocerle una capacidad de decisión y autodeterminación que ciertamente aún no tiene su estado madurativo».
La Alianza Evangélica también considera «una imprudencia y una negación inaceptable de la responsabilidad de los padres en el desarrollo de sus hijos» que se excluya a los padres de una decisión tan relevante.
Una ley innecesaria y contraria a los intereses de la mujer
Por otro lado, se considera que una ley específica contra la discriminación de un grupo concreto es innecesaria ya que la Constitución ya establece el derecho a la no discriminación a través de su artíuclo 14: «Lo que debe asegurarse es el cumplimiento del mencionado artículo, no crear una sociedad con diferentes niveles de derechos», afirma el documento de propuestas al que ha tenido acceso Actuall.
Asímismo, la Alianza Evangélica Española critica que la ley promueva «una especie de ‘barra libre’ para los cambios de sexo» que generará «una cascada de problemas en la convivencia social que afectan de manera directa a las mujeres».
En concreto, se hace referencia a los espacios como vestuarios, baños o módulos penitenciarios diferenciados por sexos. Los reservados para mujeres estarán con esta ley abiertos a «cualquier hombre inscrito en el Registro Civil como mujer», son su mera declaración sobre su nueva identidad.
Algo similar sucederá en el deporte femenino, que podría desaparecer, auguran, ya que podrá ser «invadido por personas biológicamente varones que se declaran con una ‘identidad de género femenina'».