La Cámara de Representantes de Estados Unidos ha aprobado este jueves un proyecto de ley que proclama el fin de la discriminación de personas del colectivo LGTBI en ámbitos como el empleo, la vivienda, la educación o a la hora de recibir créditos o formar parte de jurados, pero que supone un privilegio para determinadas personas y una indefensión para otras muchas.
La medida, denominada ‘Ley de Igualdad’, ha sido aprobada por 224 votos a favor y 206 en contra. Ahora, el proyecto de ley debe ser debatido en el Senado, donde necesita al menos 60 apoyos. El Senado está compuesto por 100 miembros, dos por cada Estado que son elegidos por un periodo de seis años.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEn la actualidad, 50 de ellos pertenecen al Partido Demócrata, por lo que necesitarán de 10 votos adicionales procedentes delos senadores republicanos o de los dos independientes por Maine y Vermont.
«Ha llegado el momento de extender las bendiciones de libertad y la igualdad a todos los estadounidenses, sin importar quiénes son o a quién aman», ha aseverado el congresista demócrata David Cicilline al presentar el proyecto de ley, que cuenta con el respaldo de la Casa Blanca.
Por su parte, el presidente del grupo izquierdista Campaña de Derechos Humanos (HRC, por sus siglas en inglés), Alphonso David, ha celebrado, a través de un comunicado, la aprobación de la ley que es «un hito importante para la igualdad que nos acerca a garantizar que todas las personas sean tratadas por igual ante la ley».
«Ahora, la pelota está en la cancha del Senado para aprobar la Ley de Igualdad y finalmente permitir a los estadounidenses LGBTQ la capacidad de vivir sus vidas sin discriminación», ha agregado.
Si la propuesta sale adelante enmendará distintas leyes de derechos civiles federales, no obstante, esta se ha presentado en distintas ocasiones obteniendo la primera aprobación de la Cámara en 2019, pero sin lograr finalmente luz verde en el Senado.
Los opositores a la ley mordaza LGTBI denuncian que la norma afectará a derechos como la libertad de expresión y la libertad religiosa, y grupos conservadores como Fundación Heritage han señalado que «obligará a los empleadores y trabajadores a ajustarse a las normas sexuales o de lo contrario perderían sus negocios o empleos», entre otras críticas.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ya ha mostrado su apoyo a la ley y la ha calificado como «un paso crítico para garantizar que Estados Unidos esté a la altura de nuestros valores fundamentales de igualdad y libertad para todos».