“Madres no hay más que una…» no sólo es un sabio refrán sino que responde a una realidad biológica, en incluso afectiva y educativa. Pero la figura del padre es imprescindible… hasta en los divorcios y separaciones.
Pensar que con la madre basta y sobra para el equilibrio psicológico y emocional es un error. Y no porque lo digan manuales teóricos, sino los propios protagonistas de los divorcios.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
Suscríbete a Actuall y así no caerás nunca en la tentación.
Suscríbete ahoraDiversos estudios científicos realizados en la últimas décadas en EEUU, Suecia, Dinamarca y otros países de Occidente, basados en entrevistas a padres y madres separados, demuestran que los regímenes más idóneos para el bienestar del niño son la custodia paterna y la custodia compartida (por ambos progenitores), por delante de la custodia exclusiva materna.
En 1996 se elaboró un estudio basado en una muestra de 187 niños en edad escolar (de 160 familias divorciadas de California), 72 de los cuales estaban en régimen de custodia paterna y 115 en régimen de custodia materna, para determinar si los niños están mejor…
- Cuando la custodia la ejerce el progenitor de su mismo sexo.
- Cuando tienen más contacto con el progenitor no residente.
- Cuando las circunstancias en el hogar del progenitor residente son más favorables.
«Si hay una conclusión importante en este estudio, es la demostración de la importancia del padre para el bienestar psicológico de los hijos después del divorcio», dicen los autores (página 260).
Según los datos del estudio, nada indica que los niños se desarrollen mejor si el progenitor que ejerce la custodia es de su mismo sexo. «Lo que el estudio demuestra, más que la ventaja de una custodia del mismo sexo, es la ventaja de la custodia ejercida por el padre» (página 232).
Los niños que viven con su padre tienen más probabilidades de seguir considerando a su madre como parte de la familia
Pero hay más. Una ventaja de la custodia paterna es que los niños que viven con su padre tienen más probabilidades de seguir considerando a su madre como parte de la familia y menos probabilidades de pensar en ella de modo negativo, en comparación con la actitud mostrada hacia su padre por los niños que viven con su madre.
Es decir, el progenitor no custodio está más presente en la vida de sus hijos cuando la custodia es ejercida por el padre que cuando es ejercida por la madre, según el mencionado estudio de 1996.
Tan importante como la convivencia es la relación asidua con el progenitor no custodio: “en lo que respecta al bienestar psicológico, el contacto estrecho con el padre (en el caso de los niños en custodia materna) compensa plenamente las ventajas de vivir con el padre (en el caso de los niños en custodia paterna)”.
Es decir, los regímenes más idóneos para el bienestar del niño son la custodia paterna y la custodia compartida, por delante de la custodia materna.
Las cosas no han cambiado desde 1996. De 2012 data un trabajo realizado por ocho especialistas, basado a su vez en una amplísima muestra de la Organización Mundial de la Salud de 184.496 escolares de 36 países industrializados.
Las conclusiones refuerzan lo apuntado en el estudio de 1996. Se clasificó a los encuestados de acuerdo con el tipo de familia en el que vivían, es decir:
- Familias intactas si los niños vivían con ambos progenitores.
- Familias monoparentales si vivían sólo con la madre o el padre (con o sin padrastro o madrastra).
- Y en régimen de custodia compartida física si vivían la mitad del tiempo con su madre en un hogar y la otra mitad con su padre en otro hogar.
El nivel de satisfacción vital era superior en los hijos de familias intactas: los niños que vivían con ambos padres biológicos declararon mayores niveles de satisfacción vital que los niños que vivían en un hogar monoparental.
En cuanto a los demás posibles esquemas familiares, los niños en régimen de custodia compartida física declararon niveles de satisfacción vital significativamente más altos que los niños que vivían en cualquier otro régimen de convivencia.
Otro informe, publicado en Journal of Family Psychology (2002) viene a subrayar ese nivel de satisfacción, poniendo el acento en la capacidad de adaptación (adjustment) de los niños (en diversos planos: comportamiento, autoestima, rendimiento académico etc).
Los hijos en régimen de custodia compartida tienen menos posibilidades de tabaquismo, alcohol o relaciones sexuales precoces
Los resultados muestran que los hijos en régimen de custodia compartida presentan mayores niveles de adaptación que los de custodia exclusiva (básicamente maternal).
Y también menos tendencia a conductas de riesgo (tabaquismo, alcohol, relaciones sexuales precoces). Esto es lo que se observe en un estudio realizado en Suecia en 2012.
En general, los adolescentes menos expuestos eran los que vivían en familias intactas (es decir sin ruptura conyugal), pero en el caso de padres separados, los adolescentes menos expuestos eran los que vivían en régimen de custodia compartida.
Lo mismo es aplicable cuando se atiende a la salud física (y no solo psicológica o al equilibrio emocional) de los niños.
Es lo que se desprende de otro estudio, publicado en Journal of Family Psychology, 2007, vol 21 195 – 205) basado en una muestra de 1.154 alumnos de psicología, de los cuales 216 eran menores de 16 años cuando sus padres se divorciaron.
El estudio concluye que aumentan determinadas dolencias, como cefaleas, dolores en el pecho, náuseas, obesidad etc.,) en el caso de los chicos que han convivido poco con el padre.
No solo beneficia a los hijos la custodia compartida sino también a los propios padres.
Un trabajo del Instituto de Investigaciones Sociales de Dinamarca comparaba hogares monoparentales encabezados por padres con hogares monoparentales encabezados por madres.
Las respuestas constataban niveles más altos de bienestar y adaptación general en los hogares paternos. El nivel de problemas personales era más bajo en los padres que en las madres; el grado de bienestar de los hijos era mayor con los padres que con las madres y las reacciones del entorno social eran más positivas hacia la paternidad que hacia la maternidad en solitario.
También se constató que los padres varones favorecen más el contacto del niño con el otro progenitor (58% de los padres, 38% de las madres).
El hogar presidido por un padre varón propicia mejor calidad de las relaciones: las madres tienen una relación mucho mejor con los niños cuando éstos viven con el padre que en el caso contrario.
Cuando los niños viven sólo con la madre, la relación de los hijos con su padre tiende a debilitarse o deteriorarse, según 20 estudios a lo largo de los últimos 30 años
A similares conclusiones llega otro trabajo publicado en 2011 en Journal of Divorce & Remarriage. Incluye únicamente los estudios que definen la custodia compartida como régimen de convivencia en el que los niños pasan, como mínimo, el 35% de su tiempo con cada uno de sus progenitores. En total se examinan 20 estudios llevados a cabo a lo largo de los últimos 30 años.
Dos conclusiones llamativas:
Primera, cuando los niños viven sólo con la madre, la relación de los hijos con su padre tiende a debilitarse o deteriorarse, y esa pérdida de la imagen paterna tiene efectos negativos a lo largo del desarrollo de los niños y en su vida adulta
Segunda, la custodia compartida es beneficiosa para los hijos con independencia de que los padres sean o no excepcionalmente cooperadores, de que haya o no conflictos entre ellos o de que el interés por compartir la convivencia con sus hijos sea recíproco.
Y hasta salen ganando las madres…
Frente al mito de que la custodia compartida da origen a mayor conflictividad entre los progenitores que la custodia exclusiva, los estudios científicos demuestran justo lo contrario.
Según un estudio de 254 familias divorciadas en EEUU, las madres con custodia compartida tenían el triple de posibilidades de encontrar nueva pareja
Eso es lo que se desprende de un estudio realizado en 2001. Se tomó a 254 familias con hijos pequeños en proceso de divorcio en Phoenix (Arizona). Luego se hizo un seguimiento longitudinal a ambos padres en las semanas siguientes al divorcio, y un año y tres años después de la primera entrevista.
Los autores del estudio no encontraron mayores niveles de conflicto entre los padres que tenían la custodia compartida. Los padres y madres con custodia compartida no declaran mayores niveles de conflicto respecto a la fase inicial del divorcio.
Y no solo eso, sino que las madres con custodia compartida tienen el triple de probabilidades de encontrar nueva pareja en comparación con las madres con custodia exclusiva.