Iria vino a España para encontrar una vida mejor, pero se encontró con otra realidad. Ella es solo una más en la cadena de la prostitución y la trata de personas.
Iria relata su testimonio para Caritas. «En Brasil nunca había tenido nada que ver con la prostitución. Mi primer contacto fue aquí y ha sido una experiencia horrible. El primer día que trabajé en el club bajé con ropa, pero las chicas allí ya iban semidesnudas».
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraIria explica que todas las chicas en los clubs les otorgan un nombre diferente, «mi dueño me bautizó con un nombre de club: Cristina».
El “dueño” de Cristina, así lo denomina ella, le enseño cómo tenía que dirigirse a los clientes y lo que les tenía que decir. Además, «las otras chicas me enseñaron que tipo de ropa usar, cómo maquillarme… yo sentía que estaba en otro planeta».
«Mis días en el club eran un infierno, creo que el infierno debe ser igual. La gente consumía droga continuamente, yo estaba horrorizada y cuando un hombre se acercaba lo único que hacía era llorar y llorar, solo quería huir y volver a mi país, pero no podía, no tenía como, tenía que saldar una deuda», cuenta entre lágrimas.
«Mira hija de puta, tu no estás aquí de vacaciones, tu tienes una deuda conmigo«
Como no cumplía con su trabajo, el «dueño» de Cristina la amenazó. «Me agarró del brazo y del cuello, me apretaba mucho, y me dijo: «Mira hija de puta, tu no estás aquí de vacaciones, tu tienes una deuda conmigo», cuenta entre sollozos. El «dueño» la amenazó delante de todas para mantenerlas asustadas y que nadie saliera en su defensa.
«Mi dueño me amenazó que si no pagaba la deuda, iba a ir a Brasil para matar a mi familia y que si yo intentaba huir me mataría también», enfatiza.
La historia de Iria es una de las que cuenta Caritas en el informe que ha presentado «La prostitución desde la experiencia y la mirada de Caritas», en el que se analiza la realidad de este grave fenómeno social a partir de las experiencias de vida de las mujeres rescatadas de burdeles, de la calle o de pisos ilegales.
Mujer joven, extranjera y bajo nivel educativo
La prostitución es una realidad que se viste de mujer. Más del 90% de las personas a las que atrapan las mafias son mujeres, aunque desde hace unos años la prostitución masculina está en aumento.
La mayoría de mujeres que ejercen la prostitución, según el informe de Caritas, tienen un perfil de mujer joven que no superan los 35 años, extranjera, con un bajo nivel educativo, muchas no llegan a tener la educación secundaria y en muchos casos, con algún menor a su cargo. Son mujeres que, además, dejan atrás en sus países de origen situaciones de pobreza, exclusión, discriminación e, incluso, violencia.
«Al principio me acojoné, pero luego pensé: ‘tengo una hipoteca y mi madre está sola’, así que hice de tripas corazón”
Caritas extrae otro testimonio de una de las mujeres rescatadas: «Yo vine con un contrato de trabajo, pero sabía que era ficticio, sabía que me mandarían a un bar a poner copas, y al final ese contrato acabó en la prostitución. Al principio me acojoné, pero luego pensé: ‘tengo una hipoteca y mi madre está sola’, así que hice de tripas corazón».
En España, sobretodo ejercen la prostitución mujeres procedentes de Brasil, Nigeria y Rumanía. Aunque también República Dominicana y Colombia están entre los principales países de origen de las mujeres víctimas de explotación sexual.
Aumenta el número de españolas
Aunque en los años de la crisis económica ha aumentado el número de mujeres españolas en el negocio de la prostitución.
La ONG asegura que muchas mujeres ante la dificultad económica y para poder mantener a su familia se han visto obligadas a entrar en el negocio y, aunque ésta suele ser la última de las opciones, se encuentra presente. Muchas veces esta actividad se hace a espaldas del núcleo familiar, ocultando la realidad a la pareja y a los hijos bajo varios pretextos.
Las mujeres en la prostitución ya sea por mafias o cargas familiares están estrechamente relacionadas con la exclusión social, la pobreza, la violación de derechos, la violencia y la desigualdad.
Otra de las mujeres rescatadas por Caritas ha asegurado que le gustaría conseguir un trabajo estable y poder salir de esta situación. «Algún día espero que me llame un cliente y le conteste, ‘lo siento pero no voy a ir, ya no estoy ejerciendo'».
“Estas mujeres viven en un trauma constante, su estado psicológico está marcado por la esclavitud, el autodesprecio y la vergüenza»
Caritas advierte que ayudar a mujeres que son víctimas de trata es especialmente complejo por la falta de conciencia de las mujeres de su condición de víctimas y el desconocimiento de sus derechos.
«Estas mujeres viven en un trauma constante, su estado psicológico está marcado por la esclavitud, el autodesprecio y la vergüenza. Tienen miedo a ser expuestas y desconocen el concepto de elegir el curso de su vida», afirma Hilde Daems, responsable del Programa de Mujer, Prostitución y Trata de Caritas.