
El Gobierno y su tertulianada han puesto en circulación la expresión ‘negacionista’. Con la ayuda inapreciable de los moderaditos, los medios de manipulación la arrojan, como piedras en una lapidación, contra los que se separan de las consignas oficiales.
Los que afirmaban a principios de año que en abril nos habríamos olvidado del covid-19 (Fernando Berlín), que la mascarilla “era un identificativo similar al de las pulseras magnéticas o el fachaleco” (Antonio Maestre) y que “con el coronavirus se están montando unas bolas espectaculares” (Antoni Trilla) ahora llaman ‘negacionistas’ a quienes ponen en duda las medidas y el discurso oficial del Gobierno de progreso de estos meses, los cuales se caracterizan por el fracaso absoluto.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraCon el soniquete de ‘negacionista’ el Imperio Progre trata de borrar el recuerdo del ‘sologripista’, del individuo que nos aseguró que en España habría sólo uno o dos contagiados y de la individua que animó a las mujeres a acudir a las manifestaciones feministas del 8 de marzo porque “les va su vida”.
El ‘negacionismo’ es una plaga mayor que el covid-19. Hay negacionistas del cambio climático, de la ‘violencia de género’, de la vacuna…
La sociedad se divide entre ‘negacionistas’ y ‘creyentes’ o -¿por qué no llamarles así?- ‘fanáticos’. Como en la URSS el pueblo se dividía entre comunistas y contrarrevolucionarios. En buenos y malos ciudadanos.
Hay infinidad de ‘negacionistas’: del cambio climático, de la seguridad de la vacuna contra el covid-19, de la Segunda República como una Disneylandia, de la tolerancia con que se vivía en al-Andalus, de que España sea un campo de exterminio de mujeres, de la excelencia de las universidades públicas, del avance del desierto por la deforestación, de que Donald Trump haya sido un peligro para la humanidad…
Son tantos los ‘negacionistas’ que yo diría que superan a los fanáticos, pero como no tienen altavoces mediáticos ni viven en la Moncloa…
Un grupo especial de ‘enemigos del pueblo’ son los que aseguran que abogados y mujeres sin escrúpulos aprovechan la legislación sobre violencia doméstica para presentar denuncias instrumentales con las que presionar a los varones o hasta vengarse de ellos.


Entonces el complejo feminista-industrial responde con el dato de las condenadas por denuncia falsa. Ahora nos dicen que en 2019 no hubo ni una sola condena y añaden que en la década entre 2009 y 2019, el porcentaje de denuncias falsas respecto a todas las denuncias por violencia machista es de un minúsculo 0,0069%. Pero no se nos explica por qué más del 85% de esas denuncias acaba en archivo, sobreseimiento o absolución.
Pero hay algo todavía más indignante, y peligroso, y es que el partido que considera fuera de la ley a los ‘negacionistas’ de la ‘violencia de género’, y es parte del Gobierno, recurra a denuncias falsas contra sus enemigos y sus víctimas.
Podemos despidió a su abogado Juan Manuel Calvente, que había denunciado a sus superiores las irregularidades financieras del partido y el montaje que se estaba haciendo con la tarjeta SIM del teléfono de Dina Bousselham, con la excusa de acoso sexual a una compañera de trabajo. En octubre, Podemos reconoció que el despido fue improcedente y aceptó indemnizar a Calvente con 35.000 euros, lo que implica reconocer que la excusa del acoso sexual, convenientemente difundida por los portavoces del partido y sus voceros, era mentira.
El diputado Pablo Echenique ha sido condenado por acusar falsamente a un asesinado de haber violado a una candidata de Podemos
Y a mediados de este mes de noviembre, un juzgado condenó al diputado Pablo Echenique y al secretario de Organización de Podemos, Juan Manuel del Olmo, a pagar 80.000 euros por haber acusado falsamente a un asesinado de violador.
Ambos políticos salieron en defensa de la candidata morada a la alcaldía de Ávila, Pilar Baeza, que había sido condenada por cómplice en el asesinato de un joven en Leganés en 1990. La militante de Podemos dijo que había sido violada por ese joven y que el asesinato fue una especie de ‘justicia popular’. Se trató de una denuncia falsa, para tratar de atenuar sus responsabilidades penales. Y Echenique y Del Olmo, para justificar a su compañera, recurrieron al procedimiento habitual de la izquierda de culpar a la víctima de su ‘ejecución’.
Repugnante, ¿verdad? Pues esta gente hace las leyes que le obligan a usted, amigo lector, y si se rebela ante ellas o discute decisiones idiotas como las limitaciones a las cenas de Navidad, le llaman ‘negacionista’.
Pase que tengamos que obedecer a quienes tienen la fuerza de su parte y no vacilan en usarla, pero al menos no les creamos su propaganda, que es, como sus denuncias de violencia machista, mentira.