La relación entre la estructura de la familia y la prosperidad de una nación es un campo de estudio al que el Análisis Económico ha prestado poca atención hasta ahora.
No obstante esta falta de tradición, el estudio del valor económico del matrimonio para una sociedad empieza a despertar el interés de la Academia.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraRecientemente, el American Enterprise Institute ha presentado el estudio Strong famiilies. prosperous states. Do healthy families affect the Wealth of States? –Familias fuertes, Estados prósperos. ¿Afectan las familias vigorosas a la riqueza de los Estados?–, que demuestra la estrecha relación entre la forma de los hogares y el rendimiento macroeconómico de una sociedad abierta.
Sus autores son Robert I. Lerman, doctor por el MIT, profesor emérito de Economía en la American University; Joseph Price, doctor por Cornell University y profesor en la Brigham Young University; y W. Bradford Wilcox, doctor por Princeton, investigador senior en el Institute for Family Studies y académico visitante en el American Enterprise Institute.
[Estudio completo: Strong families, prosperous states, 2015]
El estudio de Wilcox, Price y Lerman verifica cuatro conjuntos de hechos alrededor del valor económico de la familia:
1. Un mayor número de matrimonios, especialmente de matrimonios con hijos, está “fuertemente asociado con un mayor crecimiento económico, más movilidad económica –ascenso de una clase social a otra–, menos pobreza infantil y unos ingresos medios por familia más elevados”. El universo de observación de estos fenómenos son los distintos Estados de la Unión, pero sus conclusiones pueden servir para cualquier sociedad abierta, con economía de mercado y seguridad jurídica.
2. La tasa de familias con hijos es uno de los principales predictores del comportamiento de una economía. “De hecho” –concluyen los autores del estudio– “es un predictor más fiable que la composición racial, la edad o el nivel educativo”.
3. El vínculo entre matrimonio y crecimiento económico es más evidente para los adultos jovenes, con edades comprendidas entre los 25 y los 35, que entre los mayores de ese intervalo. “Esto sugiere” –apuntan– “que el matrimonio desempeña un papel especialmente importante en el fomento de una orientación positiva del mercado de trabajo entre los hombres jovenes”.
4. La criminalidad violenta es “mucho menos común” en los Estados con una mayor tasa de familias formadas por matrimonios con hijos. El número de crímenes violentos por cada 100.000 habitantes es, de media, 343 en los Estados situados entre los más “familiares” –con una mayor proporción de matrimonios con hijos–, mientras que en aquellos Estados que están entre los que presentan una menor tasa de matrimonios con hijos, la media de crímenes es de 563. “Esto es digno de observación” –concluyen Wilcox, Lerman y Price–, dado que una alta tasa de criminalidad reduce la calidad de vida y el bienestar real, y está asociada con un menor crecimiento económico y movilidad de la riqueza entre clases sociales”.
El estudio propone cuatro líneas de decisiones políticas para apoyar a las familias como una institución clave en el crecimiento económico y el bienestar de la sociedad:
1. Acabar con la penalización del matrimonio en los programas del Estado del Bienestar:
“En la actualidad” –dicen los investigadores, refiriéndose a los Estados Unidos– “las parejas con hijos, y con bajos ingresos, afrontan penalizaciones sustanciales por estar casados. Varios beneficios sociales, como la asistencia para el alquiler o la compra de la vivienda o los subsidios para el cuidado de los ninos, disminuyen a medida que aumentan los ingresos, de tal modo que una madre soltera, o cohabitando con su pareja, está en mejor posición de recibir beneficios si ella permanece sin casarse, que si lo hace con una pareja que obtiene unos ingresos por el trabajo, por bajos que estos sean.”
2. Fortalecer la formación profesional continua y los programas de aprendizaje en el trabajo.
“Una de las razones por las que el matrimonio es frágil en muchas comunidades de clase trabajadora es que las perspectivas de empleo e ingresos son insuficientes, especialmente para adultos jovenes sin un título académico. Esta realidad puede remediarse, en parte, aumentando las iniciativas de educación vocacional y aprendizaje en el trabajo. Todo lo que aumente las habilidades, las ganancias, la madurez y la auto-confianza de los hombres y mujeres jovenes que no han alcanzado un título académico, ayudará a un mayor compromiso con matrimonios fuertes y estables”.
3. Dar a las parejas una segunda oportunidad.
“La investigación sugiere que, aproximadamente en un tercio de las parejas que se están planteando el divorcio, al menos uno de los dos esposos expresa su interés en la posibilidad de reconciliación”. Los autores del estudio para el American Enterprise Institute citan a William J. Doherty, profesor de la Universidad de Minnesota, y Leah Ward, magistrada de la Corte Suprema de Justicia del Estado de Georgia, en su recomendación a los gobiernos a “considerar trespasos para reducir el número de divorcios innecesarios: extender el periodo de reflexión entre los cónyuges a un año en los casos donde no haya antecedentes de maltrato, abandono o adicciones; proporcionar una educación de alta calidad sobre la opción de la reconciliación para aquellas parejas que deseen recibirla; y crear centros universitarios de excelencia para mejorar la educación disponible para parejas en riesgo de divorcio.”
4. Sostener campañas para fortalecer la institución del matrimonio.
“Las campañas contra el tabaco y el embarazo entre adolescentes nos han enseñado que el esfuerzo sostenido por cambiar conductas puede funcionar. Nos gustaría ver una campaña cívica organizada alrededor de lo que los académicos de la Brookings Institution, Ron Haskins e Isabel Sawhill, han denominado como la ‘secuencia del éxito’, en la que adultos jovenes son animados a perseguir una educación, un trabajo, un matrimonio y una paternidad, en este orden. Una campaña organizada alrededor de esta secuencia –y apoyada por un amplio espectro de instituciones educativas, medios de comunicación, líderes de la cultura popular, empresas y organizaciones cívicas– podría alcanzar el mismo nivel de éxito que las recientes campañas nacionales para prevenir el embarazo entre adolescentes, que han contribuido a que disminuya en un 50 por ciento desde los años 90.”
Para Rachel Sheffield, analista de la Heritage Foundation en los debates sobre el Estado del Bienestar, el matrimonio, la familia y la educación, “una de las respuestas más importantes para solucionar la pobreza no está en los programas del Gobierno, sino en la institución del matrimonio”.
En este artículo publicado este sábado 13 de febrero en The Daily Signal, el diario de actualidad de la Heritage, la señora Sheffield escribe:
“Aunque el matrimonio puede que no sea la cura para todos los problemas sociales, es vital para proteger de la pobreza, y ya hay suficientes trabajos científicos que lo han demostrado. Los matrimonios fuertes benefician a todos”.
La misma autora compara el gigantesco esfuerzo financiero que han hecho los distintos Gobiernos de los Estados Unidos para acabar con la pobreza, frente a los decepcionantes resultados.
Al mismo tiempo, en los últimos cincuenta años, el número de matrimonios no ha dejado de bajar, mientras que aumentaba el número de ninos criados fuera del matrimonio: en 1964 eran un 7 por ciento; en 2014, un 40.
Rachel Sheffield observa:
“Como consecuencia de este cambio en la estructura de los hogares, está emergiendo una sociedad de dos castas, una de ellas con educación, hogares formados por parejas casadas; la otra, sin una acreditación educativa, criada en hogares monoparentales. Esta división pone a una gran parte de los ninos en una posición de desventaja”.