Rosa Pich y su marido, José María Postigo, durante un viaje a Bielorrusia. / Facebook
Rosa Pich y su marido, José María Postigo, durante un viaje a Bielorrusia. / Facebook

Rosa Pich, la orgullosa madre de 18 hijos que enviudó el pasado 6 de marzo de 2017, ha recordado la efeméride con una reflexión que bien vale conocer y que contrasta con todo el discurso dominante sobre el matrimonio, la familia, la maternidad, las creencias…

Por su interés, reproducimos la entrada que Rosa Pich publicó en su blog Como ser feliz con uno, dos, tres hijos:

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«Os escribo con lágrimas en los ojos que me impiden ver el ordenador. No soy de llorar mucho, pues después de la muerte de Chema se me secó el lagrimal»

Un año

Ha pasado ya un año y no me lo acabo de creer. Pienso que es una pesadilla, que estaré en un sueño, o que no me estará pasando a mí…

Hace un año que Chema nos dejó y se fue al Cielo para siempre, para siempre, para siempre. Nos dejó un vacío muy grande. Era mi media naranja. Compartíamos un sueño y un proyecto de vida. Y ya no está en la tierra. Se ha ido a mitad de camino, pues ahora viviremos hasta los 100 años…

Encuentro a faltar cómo me cogías de la mano en esos paseos por el barrio; tu mirada cuando me sobresaltaba demasiado, diciéndome “relaja”; cómo cada noche me abrías la cama, estuvieses disgustado conmigo o  dolorido por tus enfermedades que no llegaban a encontrar los médicos; recuerdo cuando a veces bromeábamos sobre quién se moriría antes. Tú me decías “yo el primero que tú no me dejas con tanto niño. Además tú serás la viuda alegre, me llorarás, pero luego te irás de aquí para allá…”.

Os escribo con lágrimas en los ojos que me impiden ver el ordenador. No soy de llorar mucho, pues después de la muerte de Chema se me secó el lagrimal. También he de deciros que el día a día de una familia tan numerosa te deja poco tiempo para pensar en ti y en tus cosas: entre el trabajo y los mil imprevistos de una familia tan grande, ¡el tiempo vuela!

El otro día me di cuenta de que llevo la agenda de 7 hijos míos que no tienen móvil, pero como juegan todos en equipos de futbol y básquet me informan si aplazan el partido, dónde lo juegan, si están convocados… Luego los chats de cada clase de mis hijos escolarizados… ¡Gracias a Dios la agenda de los universitarios la llevan ellos!

«Yo pensaba para mis adentros: claro, a este la vida no le ha dado ningún palo, seguro que ha tenido una vida fácil… Jope Rosa, pero dime qué no le ha pasado a tu marido…»

A veces no entendemos porqué pasan las cosas, y no paramos de preguntarnos por qué. Nuestra inteligencia es muy limitada. Hay cosas que entenderemos cuando lleguemos al Cielo y no debemos martirizarnos intentando comprender, pues no se puede entender por qué se va en tan solo 12 días el pater familias de una familia tan numerosa.

Este año han pasado en nuestra familia cosas muy bonitas. La última ha sido la publicación del libro A mi hermano Chema: La carta que no llegué a escribirte, de mi cuñado Miguel. Está haciendo mucho bien y ayudando a muchas personas. La gente necesita modelos de personas que han vivido en el siglo XXI, de su momento, de su era. Con los mismos problemas que ellos se encuentran cada día y ver cómo los solucionaban. Y si ellos han podido solucionarlos, pues yo también: solucionarlos, perdonar, olvidar, ser feliz.

El otro día una mamá que me encuentro en los partidos de básquet de mis hijas me comentaba: “Rosa, me he leído el libro de Chema y he flipado… yo a tu marido lo conocía solo de ver cómo animaba a su hija que coincide con la mía en el básquet. Le veía llegar con todos sus hijos los sábados por la mañana al partido y siempre tan sonriente y tranquilo. Yo pensaba para mis adentros: claro, a este la vida no le ha dado ningún palo, seguro que ha tenido una vida fácil… Jope Rosa, pero dime qué no le ha pasado a tu marido… Tengo que decirte que es un libro fuerte y que cuesta leerlo todo seguido, aunque engancha. He llorado con el libro, pero es muy esperanzador. Estoy convencida que ayudará a mucha gente”.

Chema, te encontramos a faltar, síguenos cuidando desde el Cielo como lo estás haciendo. ¡Gracias! ¡Muchas gracias!

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