La inmigración musulmana en Europa ha traído consigo numerosos retos para unas sosicedades abiertas que ven cómo lgunos de sus fundamentos sociales y legales quedan amenazados por determinadas costumbres mahometanas. Un de esos retos es, sin duda, el de la poligamia, aceptada por el Islam.
En agosto de 2016, uno de los fundadores de la Unión de Comunidades Islámicas de Italia, Hamza Piccardo, reclamó la legalización de esta práctica (siempre en el sentido de un varón desposado con varias mujeres) con el argumento de que si la equiparación del matrimonio a las uniones entre personas del mismo sexo es «sólo cuestión de derechos civiles, entonces la poligamia es un derecho civil«.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEn enero de 2018, el Tribunal Supremo español reconoció la pensión de viudedad a las dos esposas de un marroquí polígamo que sirvió para el Ejército español en en Sáhara y que percibía una paga con cargo a España. Este caso, que podría considerarse circunstancial, supone un precedente muy significativo desde el momento en que la aplicación para teléfonos inteligentes destinada a buscar mujeres para crear familias polígamas pone como ciudad de referencia en España a Barcelona.
En Suecia, la cuestión se complica aún más, cuando los musulmanes partidarios de la poligamia (aceptada para aquellos que al llegar al país ya tenían tal condición) están aliados con los occidentales partidarios de las llamadas relaciones poliamorosas.
Los escándalos se suceden, cuando ocurren situaciones como la del refugiado sirio, polígamo con tres mujeres, que recibió del gobierno tres casas por valor de 1,8 millones de euros para que en cada una de ellas queden alojadas sus tres mujers con la prole correspondiente. El agravio comparativo parece evidente, cuando en el mismo país un amujer que foma parte de una relación «poliamorosa» sólo es reconocida legalmente como soltera.
Así las cosas, el gobierno sueco se ha puesto manos a la obra para abordar la cuestión de la pologamia en el país. El Ministerio de Justicia ha comenzado a realizar una investigación que arroje luz sobre cómo acotar estos casos ya que, aunque está prohibida la poligamia, se han sucedido las polémicas antedichas debido a la inmigración islámica.
La ministra sueca de Migración y viceministra de Justicia, ha explicado que «la poligamia no será reconocida en Suecia y tenemos que analizar la brecha en la legislación que lo permite». A su juicio, «la poligamia se opone a la igualdad de género y, según la ONU, puede tener graves consecuencias emocionales y económicas».
En un comunicado difundido por el ministerio y recogido por AFP, se reconoce que los casos de poligamia (matrimonios ilegales, por tanto) se deben a un aumento de los procesos de asilo procedentes de países musulmanes.
Otro tanto sucede en Suecia con los casos de matrimonio infantil. Aunque la legislación del país escandinavo prohibe los matrimonios de menores de 18 años, no se puede impedir el paso de menores acompañados de adultos con los que estén casados previamente en sus países de origen.
La manera en que el Gobierno sueco va a poner coto a estas prácticas es una incógnita, dado que su naturaleza religiosa le va a obligar, de alguna forma, a criticar el Islam, cosa harto coplicada si se atiende a los precedentes.
No en vano hay organizaciones dedicadas a denunciar por delito de incitación al odio a todos aquellos que osen criticar algún aspecto de la cultura islámica en las redes sociales. No se conocen denuncias contra musulmanes de a pie o imames por sus prédicas, en elcaso de que sean radicales.
De este doble rasero es epítome la decisión tomada por la ciudad sueca de Vajxo, a cuatrocientos kilómetros al suroeste de Estocolmo, que prohibe desde hace 20 años a un párroco cristiano a tocar las campanas de su iglesia, mientras no limitaba en absoluto la llamada a la oración musulmana que, como es conocido, se hace desde minaretes mediante altavoces que se oyen en un radio considerable alrededor.