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Una carta a la generación mejor preparada de la Historia

Imagen referencial / Pixabay-Gerd Altmann.

Imagen referencial / Pixabay-Gerd Altmann.

Venga, vale, os dejamos que os lo creáis. Sois la generación mejor preparada de la Historia. Pero, ¿preparada para qué? Os lo han repetido hasta la saciedad, hasta que os habéis sentido únicos, irrepetibles, mesiánicos. Daría la impresión de que el planeta estaba incompleto hasta que vosotros no le hicisteis el favor de aparecer sobre él.

En el fondo, es la misma manipulación de cuando fuisteis niños: os hicieron creer que erais irreemplazables, necesarios, guapísimos, buenísimos, graciosísimos, especiales. Os sobreprotegieron, os dieron todo tipo de facilidades, accedieron a todos vuestros caprichos y no os exigieron lo más mínimo. Os convirtieron en la “generación Blandiblú” (si no sabes qué significa, lo encontrarás en Google).

Eso sí: aprendisteis algo de inglés, pronto os pusieron una tableta en una mano y un smartphone en la otra y los adultos se quedaron extasiados con lo listos que erais. “Pero qué inteligente es mi niña”, decían tus abobaliconados padres. Y empezaron a repetirte aquello de la generación más preparada de la Historia. Porque se te daba bien usar el móvil. Porque a tu padre le sintonizabas rápidamente los canales de la televisión. Porque mirabas a tu abuela con dulzura y conmiseración mientras la pobre se devanaba los sesos por mandar un simple WhatsApp en el mismo tiempo que a ti te daba para hacer una historia en Tik-tok. Porque tu madre naufragaba a la hora de mandar un sencillo correo electrónico mientras tú te hacías un selfie para insta que te haría subir en nosecuantos seguidores.

¿Estás preparado para el sufrimiento, para las adversidades de la vida? Porque van a llegar

Tus abuelos lograron a duras penas cogerse un par de días para irse de luna de miel. Les ves en las fotos en blanco y negro; sí, esas de papel que antiguamente se revelaban y que atesoran como si fuesen una joya. Tus padres pudieron irse a Mallorca, que ya era un lujo. Tú, sin embargo, apenas has estrenado la segunda decena de tu vida y ya tienes fotos subidas en tus redes sociales viajando por Bali, Vietnam y Tailandia. Por cierto que no has visitado la Montaña Palentina con su extraordinario románico, uno de los más ricos del mundo. Te sorprendería. Pero, ¿quién quiere ir ahí? Ahí sólo viven vacas y es aburrido. Ah, y no hay playa.

Entiéndeme bien, querido joven de la generación Y o Z. No te estoy criticando a ti. Tal vez te lo haya parecido, pero no. Critico, en todo caso, a los que te han hecho creer que eres el ombligo del mundo; a aquellos que están deslumbrados por tu lozanía o por tu habilidad con la tecnología y te regalan el oído hasta hacerte creer indispensable.

A tus abuelos les miras con cariño, pero como a unos pobres que vivieron una época oscura y primitiva. En el fondo, reconoces que tienen algo –un halo de ingenuidad, de autenticidad, de saber afrontar la vida- con lo que a ti no te han equipado.

Y es que, querido joven Y o Z, te vuelvo a lanzar la pregunta que te hacía al principio del artículo: ¿preparado para qué? Y te lo concreto en otras preguntas: ¿Estás preparado para el sufrimiento, para las adversidades de la vida? Porque van a llegar. Es más: te han llegado y te has visto desbordadas por ellas sin tener claro si has sabido responder bien o no. ¿Sigues creyendo que todos los problemas se solucionarán con una pastilla o con un viaje a la playa? ¿Estás preparado para pensar por ti mismo, a no repetir las consignas de los medios de comunicación? ¿Has desarrollado un pensamiento crítico (que no tiene nada que ver con una forma de pensar caprichosa y que busca lo más fácil para uno)? ¿Eres impaciente? ¿Lo quieres todo y lo quieres ya? ¿Estás preparado para dar de ti mismo y dar hasta que duela, como ves que han hecho tus abuelos y tus padres? ¿Estás dispuesto a buscar la verdad, dejar que ésta te interpele y cambiar si fuera necesario tu forma de vida y de pensar?

Y, la pregunta más importante de todas, la que nos abre en canal por dentro y saca a la luz todas nuestras heridas y contradicciones: ¿estás preparado para amar y ser amado? Porque, si tu respuesta es “no”, lamento comunicarte que entonces no estarás preparado para nada, aunque seas el primero de tus amigos en conseguir el nuevo modelo de iPhone.

Cuando un adulto te diga aquello de que perteneces a la generación mejor preparada de la Historia, pregúntale –y pregúntate- qué quiere decir. Tecnológicamente, es evidente que tienes mucha más pericia que los adultos de 70 años. Pero, ¿eres más sabio? (¡Sabio! Qué palabra tan arcaica, ¿verdad?).

¿Has leído a los clásicos? ¿Sabes algo de Historia, aparte de la que aprendiste en el colegio, y que solía limitarse a repetir fechas y nombres? ¿Has adoptado algún sistema moral definido que rija tu vida? ¿Tus intereses se limitan a lo que marcan los trending topics, o van más allá? ¿Tienes claro para qué vives? ¿Te han hecho pensar sobre el sentido de la vida, o “paso de rayarme porque me entra el agobio”? ¿Eres capaz de quedarte solo defendiendo tus ideales (para eso hay que tener previamente unos ideales, claro) o prefieres no salirte de lo políticamente correcto y aceptado? ¿Sabes tomar decisiones y ser consecuente con ellas?

A medida que un hombre sabe dar respuesta a estas preguntas está preparado para vivir. Mientras tanto, serás un crack con el móvil, pero no, no pertenecerás a la generación mejor preparada de la Historia. Que no te engañen.

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