Al PP se le está quedando cara de general Petain. Si el Régimen de Vichy pasó a la historia por su colaboracionismo con los nazis, el PP pasará por su colaboracionismo con el marxismo cultural. A los de Vichy y a los de Génova se les llena la boca apelando a la libertad, pero los dos se comportan como cómplices de dos formas de totalitarismo.
El ejemplo más significativo son las políticas de Género. Ante una amenaza tan seria para el Estado de derecho no caben componendas. Solo hay dos opciones: o el colaboracionismo o la Resistencia. De palabra, el PP de Casado y Martínez- Almeida opta por lo segundo. “Sabes perfectamente que yo tampoco comparto la ideología de género ni el feminismo del 8 de marzo» aseguró el alcalde de Madrid a Ortega-Smith (Vox) cuando éste se presentó con la pancarta “La violencia no tiene género” en el minuto de silencio por el asesinato de una mujer. Pero en la práctica, el PP ha “comprado” la perspectiva de género, impuesto leyes liberticidas, multado y perseguido a los disidentes, o firmado el Pacto de Estado de la Violencia de Género.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraFiel a los complejos marca de la casa, el alcalde madrileño ha optado por hacer un “Petain”
No estamos diciendo que haga mal el Ayuntamiento de Madrid en convocar un minuto de silencio por una mujer asesinada por el varón. Su actitud ante esa lacra, le honra. Pero pierde toda la credibilidad, cuando no convoca actos parecidos por el asesinato de hombres, niños o ancianos a manos de mujeres, como propugna Vox. Seguramente es lo que le pediría el cuerpo (y la conciencia) a un dirigente serio y responsable como Martínez-Almeida. Pero eso sería políticamente incorrecto e implicaría reconocer que la violencia no tiene género; y, fiel a los complejos marca de la casa, el alcalde madrileño ha optado por hacer un “Petain”.
El PP actúa con patética incoherencia, porque está atrapado en una patraña antropológica, la que le obligó a comprar la izquierda si quería continuar dentro del establishment y no ser arrojado a las tinieblas exteriores: que la mujer es víctima por el mero hecho de ser mujer y el varón culpable por el mero hecho de ser varón. Y el PP mordió el anzuelo.
Echó por tierra la presunción de inocencia y la igualdad de todos ante la ley, al sumarse a una norma de dudosa constitucionalidad, como la de Violencia de Género de Zapatero, que además es injusta (por su asimetría penal). Semejante arsenal, antijurídico, antidemocrático, anti-Estado de derecho, daría mucho que hablar, pero el PP ha optado por un mutismo que le delata. ¿Por qué?
¿Tendrá que ver con el hecho de que el PP fuera uno de los firmantes del Pacto de Estado de Violencia de Género, con una dotación de mil millones de euros para cinco años? ¿No creen que si todos los partidos del arco parlamentario (excepto Vox) lo han firmado, con sospechosa unanimidad, no es porque les preocupe la suerte de las mujeres sino por otro motivo?
Todas las grandes campañas del marxismo cultural (desde los anticonceptivos hasta el cambio de sexo), han llovido siempre desde instancias superiores (Naciones Unidas, Unión Europea), usando a Gobiernos y Parlamentos como correa de transmisión bien engrasada, y no hay lubricante más eficaz que el dinero.
La UE, en concreto, lanzó la consigna de que había aplicar las políticas del feminismo de género emanadas de la Conferencia de Pekín (1995). Y a España le correspondieron más de 24.000 millones de euros de los Fondos Europeos. El resultado fue la creación del Observatorio Estatal de Violencia sobre la Mujer y la Ley de Violencia de Género (2004).
Ante esa lluvia de dinero, era preciso demostrar que la mujer era la víctima y el varón el verdugo. Si no, no había dinero.
Por esa razón se falsearon las cifras y se dió el salto de «violencia doméstica» -es decir la que abarca a todos los miembros del grupo familiar, independientemente de su sexo- a la «violencia de género» que sólo contempla una realidad: la mujer como víctima. Y desde entonces se trató de ocultar que también había hombres asesinados por mujeres. Como dijo Joaquín Leguina se admitió como verdad revelada que «la violencia de género es unidireccional, de hombres contra mujeres y nunca al revés».
Hecha la ley, hecha la trampa. Sobre todo con una ley tan tramposa como la de Zapatero. La norma propició la picaresca de las denuncias falsas, habida cuenta las ventajas económicas y sociales que se le ofrecen a la mujer que denuncie malos tratos y la opacidad de los filtros judiciales para demostrarlo.
Como saben los lectores de Actuall, el 87% de las denuncias por violencia de género no acaban en condena. Porque los supuestos delitos denunciados no están probados, son archivados o sobreseídos o se trata de denuncias falsas o simulaciones de delito.
Cuatro federaciones feministas estrechamente relacionadas con el PSOE acaparan a través de miles de asociaciones todas las líneas de trabajo del Plan estratégico contra la violencia contra la mujer y, en consecuencia, los fondos europeos destinados a tal fin. En concreto, la Fundación Mujeres, la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas; la Federación de Mujeres Progresistas y la Asociación de Juristas Themis.
Para las asociaciones feministas el negocio de las denuncias falsas se ha convertido en un modo de vida, y llega un momento en que cualquiera renuncia a la bicoca
Si la ley de Zapatero no fue más que una tapadera para canalizar decenas de miles de millones de la UE, lo que el Pacto de Estado hace es convertir la Violencia de Género en una responsabilidad no sólo estatal sino también local (comunidades autónomas, ayuntamientos), de suerte que pone en escena a nuevos actores en el manejo del presupuesto.
Y está propiciando que se monten nuevas estructuras clientelares para controlar esos fondos. Ya están en el ajo ayuntamientos, expertos, psicólogos sociales, despachos de abogados y más asociaciones feministas.
Para las asociaciones feministas el negocio de las denuncias falsas se ha convertido en un modo de vida, y llega un momento en que cualquiera renuncia a la bicoca. Y lo mismo se podría decir de partidos políticos, instituciones autonómicas y locales, y medios de comunicación. Quizá eso pueda explicar el silencio de los ‘peperos’, la omertá ante esta nueva mafia. ¿No creen?