Johnathan Yaniv -ahora conocido como Jessica Yaniv- presentó ante un tribunal específico de derechos humanos en Canadá una queja por el rechazo de varias clínicas de belleza femenina a depilarle el escroto.
E Tribunal de Derechos humanos de la Columbia Británica en Canadá dictaminó que las denuncias de Yaniv no responden a un interés legítimo, sino de una campaña para enriquecerse.
Lejos por tanto de alcanzar sus pretensiones, Yaniv ha sido condenado a indemnizar a los 15 centros denunciados -pertenecientes en su mayoría a las comunidades asiáticas en Canadá- en especial a uno de ellos que se vio forzado a cerrar su negocio tras la denuncia.
Algunos de los denunciados alegaron motivos de conciencia y religiosos para no atender a Yaniv y otros, directamente, que no estaban capacitados para eliminar el vello en los genitales masculinos.
El Tribunal explica que Yaniv había «fabricado las condiciones para una queja de derechos humanos» al dirigirse a estas empresas dedicadas a la belleza masculina para reclamar una depilación tipo «bikini» a pesar de tener sus genitales masculinos intactos, pese a identificarse como mujer.
«Ninguna mujer debería verse obligada a tocar los genitales masculinos contra su voluntad» expresa el abogado de algunos de los denunciados
Aún más, subraya que no puede existir discriminación alguna cuando un negocio se niega a realizar un trabajo que nunca ha ofrecido en su cartera de servicios: «La legislación de derechos humanos no requiere que un proveedor de servicios depure un tipo de genitales para los que no está capacitado y no ha consentido hacerlo», informa el Daily Mirror.
La Justicia canadiense refiere que Yaniv «apuntó a pequeñas empresas, fabricó las condiciones para una queja de derechos humanos y luego aprovechó esa queja para buscar un acuerdo financiero de las partes que no tenían una defensa adecuada». Por último, tachó de «falsa y egoísta» la maniobra de Yaniv.
El caso ha sido ganado por varios de estos empresarios con la ayuda del Centro de Justicia para las Libertades Constitucionales desde donde se subraya que «la autoidentificación no borra la realidad fisiológica».
Jay Cameron, abogado de esta institución explica que «ninguna mujer debería verse obligada a tocar los genitales masculinos contra su voluntad, con independencia de cómo se identifique el dueño de los genitales».
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