Monumento a Alfonso XII en el parque del Retiro de Madrid
Monumento a Alfonso XII en el parque del Retiro de Madrid

Fue allá por 1958 y 1959 que se estrenaron dos películas que hoy en día hacen llorar a muchas de nuestras octogenarias cada vez que las recuerdan.

Una de las dos películas era “¿Dónde vas Alfonso XII?” interpretada por Vicente Parra y Paquita Rico; la otra “¿Dónde vas triste de ti?” interpretada también por Vicente Parra pero llevando esta vez como coprotagonista a Marga López.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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Ambas tratan acerca de Alfonso XII y el argumento que da vida a las dos parece sacado de una de aquellas novelas románticas que estaban de moda durante la primera mitad del siglo XIX.

En la primera (¿Dónde vas Alfonso XII?) se presenta el enamoramiento de dos príncipes que eran primos hermanos a quienes la vida les sonríe y más cuando, en el colmo de la buena suerte, el principito Alfonso de Borbón se entera de que un grupo de militares acaba de proclamarlo Rey de España.

Siendo ya todo un monarca, Alfonso XII entra en Madrid montado en un caballo blanco en medio de las aclamaciones del pueblo, se casa con su adorada María de las Mercedes de Orleans, viven felices seis meses y al final ella muere dejando a su amado Alfonso sumido en la peor de las desventuras.

La otra película, que viene siendo continuación de la anterior (¿Dónde vas triste de ti?) Presenta al joven viudo quien -por razones de estado- se casa con María Cristina de Austria. El matrimonio tiene una convivencia matrimonial difícil debido a que el monarca es un calavera incorregible y, al final, muere el rey dejando embarazada a su viuda para traer al mundo un hijo póstumo que será Alfonso XIII.

Expuesto lo anterior, conviene reflexionar a la luz de las enseñanzas de la Historia puesto que las apariencias engañas ya que lo ocurrido fue muy diferente.

Ocurrió que la madre de Alfonso XII, la reina Isabel II fue derrocada en 1868 y una vez que hubo perdido el trono, España soportó tanto una caótica Primera República como el que gobernase, Amadeo de Saboya, un monarca extranjero.

Una situación incontrolable que provocó que en Sagunto el general Pavía diese un golpe de estado proclamando rey al hijo de Isabel II o sea al príncipe Alfonso quien vivía cómodamente en París.

En aquellos momentos, dado el caos revolucionario que destrozaba el país, los carlistas habían visto aumentar el número de partidarios, tanto así que estaban a punto de tomar Bilbao.

Y si eso ocurría muy pronto se apoderarían de Aragón y parte de Valencia con lo cual en unas cuantas semanas los boinas rojas entrarían en Madrid.

Según esto, el golpe de estado que dio Pavía no fue tanto contra la Primera República sino más bien contra los carlistas a quienes a toda costa se pretendía impedir que tomasen el poder.

Fue así como el principito Alfonso se sentó en el trono casi de carambola. Un trono que ocuparían él y sus descendientes pero siendo otros quienes mandasen.

En la segunda película (¿Dónde vas triste de ti?) vemos al rey Alfonso XII negándose a ratificar el nombramiento como ministro de un personaje que no era de su agrado.

Como rey tenía todo el derecho a vetarlo. Más he aquí que es entonces cuando Cánovas del Castillo, presidente del gobierno, amenaza con renunciar si el personaje en cuestión no es ratificado.

Alfonso XII dobla las manos y lo mejor de su reinado –que expresan muy bien ambas películas- son las escenas en que aparece bailando con sus esposas.

Un rey de opereta, frívolo y guapetón que era manejado por camarillas políticas que recibían órdenes de sus jefes secretos.

Prueba de lo que estamos diciendo (y esto sale en el film ¿Dónde vas triste de ti?) es la escena en la cual el liberal Sagasta y el conservador Cánovas del Castillo se ponen de acuerdo para alternarse el poder, dando origen al sistema conocido como “los partidos turnantes”

Alfonso XII muere en 1885 quedando como regente su viuda doña María Cristina a quien le tocó la liquidación del Imperio Español tras la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

Doña María Cristina, una reina austera y de altas miras que por lo que acabamos de explicar (control del poder por las mafias secretas) nada pudo hacer para evitar el desastre.

Resumiendo: Dos películas excelentes, con magníficas fotografías y magistrales actuaciones que presentan una versión romántica pero alejada de la realidad.

Y es que lo que en realidad pretendían las mafias secretas era eliminar a la católica rama carlista, consolidar a los Borbones liberales y poner en marcha un eficiente proceso descristianizador.

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Abogado, historiador y periodista. Editorialista de el Heraldo de México (1973-2003). Colaborador de varias revistas mexicanas y españolas. Corresponsal en México de la revista Iglesia-Mundo (1981-1994). Autor de 'La cruzada que forjó una patria' (1976); 'Forjadores de México' (1983); 'Los mitos del Bicentenario' (2010) e 'Isabel la Católica. Su legado para México (2013).