El presidente turco Erdogan /EFE
El presidente turco Erdogan /EFE

El pasado 24 de julio de 2020 fue un día que pasó a la historia no solamente de Turquía sino del resto del mundo. Llevando a la práctica un decreto firmado por él mismo, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan encabezó los rezos en la antigua basílica de Santa Sofía de Estambul, la cual volvía a ser mezquita después de que dejara de serlo en 1934.

Con el objeto de comprender tanto lo que está pasando como lo que está a punto de ocurrir, oportuno será hacer un poco de historia.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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Hasta los primeros años del siglo XX, el Califa de Turquía dirigía el vasto Imperio Otomano que abarcaba desde Egipto hasta las fronteras con Rusia e Irak.

Un poderoso imperio musulmán que, deseando implantar el Islam en todo el mundo, llegó a poner bajo asedio la ciudad de Viena.

Ataturk es considerado el padre de la Turquía moderna que forma parte de la OTAN y desempeña un papel decisivo para el equilibrio del Medio Oriente

A raíz de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) todo cambió pues -aparte del derrumbe del Imperio Otomano- en Turquía llegó al poder Mustafá Kemal Ataturk quien acabó definitivamente con el califato instaurando una república laica.

Ataturk es considerado el padre de la Turquía moderna que -con más de 80 millones de habitantes- posee una de las economías más fuertes de la región, forma parte de la OTAN y desempeña un papel decisivo para el equilibrio del Medio Oriente.

Todo se desarrollaba más o menos con normalidad hasta que en escena apareció Erdogan quien nació en 1954 a orillas del Mar Negro.

Empezó como alcalde de Estambul donde hizo un buen papel y en donde empezó a mostrar su ideología islámica y totalitaria al declarar que “las mezquitas son nuestros cuarteles, las cúpulas nuestros cascos, los minaretes nuestras bayonetas y los creyentes nuestros soldados”

Si analizamos con detalle dichas frases, podemos anticipar hacia donde se dirige la Turquía moderna.

Y es que la carrera de Erdogan hacia el poder ha sido una continua carrera de éxitos.

Después de ser primer ministro, llegó a la Presidencia y, deseando afianzar su poder absoluto, provocó a sus enemigos para que intentasen un golpe de estado en contra suya. Era julio de 2016.

Como era de esperarse, el golpe fracasó, pero no fracasó el maquiavélico plan de Erdogan quien supo aprovechar el fracaso de los ingenuos golpistas para consolidarse encarcelando opositores desterrando corresponsales de prensa extranjeros, cerrando periódicos, apaleando a los disidentes y despidiendo a más de cien mil funcionarios públicos que no le inspiraban confianza.

Con el objeto de no darle argumentos a una oposición cada vez más débil y dividida, Erdogan siguió la misma táctica que siguieron los socialistas europeos, especialmente el español Felipe González: Sin afectar los bolsillos de la gente, Erdogan islamizó la mentalidad de todo un pueblo.

El caso es que, gracias a sus reformas culturales, nunca la sociedad turca había sido tan manifiestamente musulmana como lo es en la actualidad.

Una sociedad que había sido secularizada por Ataturk, que había entrado en la senda del progreso y que ahora retrocede a los tiempos más primitivos del Islam.

El caso es que una de las principales bazas del presidente turco es haberse convertido en el líder natural del mundo musulmán.

Y, según van desarrollándose los acontecimientos, el siguiente paso consistirá en amedrentar tanto a Irán como Arabia Saudita para que no intenten implantar modernos califatos.

Porque es ahí donde se encuentra el gran objetivo de Erdogan: Una vez convertido en el único amo y señor de Turquía, y sin gobiernos islámicos que le hagan sombra, este personaje no dudará en dar el paso siguiente: Restaurar el Califato.

El Califa es el sucesor directo de Mahoma y, al restaurar el Califato, lo que Erdogan busca el autoproclamarse Califa, lo cual significa que, así como el Papa es el jefe espiritual de todos los católicos, el Califa Erdogan habrá de ser el jefe espiritual de millones de musulmanes repartidos por el mundo entero.

Sin embargo, debido a la bajísima natalidad que está envejeciendo a Europa, así como a la llegada masiva de inmigrantes musulmanes que llegan en pateras, todo hace suponer que -ya desde ahora- Erdogan está invadiendo el Viejo Continente

Hasta estos momentos los grupos islámicos son numerosos y se encuentran enfrentados entre sí.

Pues bien, una vez que exista un Califa -en este caso Erdogan- la situación sufrirá un cambio de ciento ochenta grados puesto que el Islam tendrá ya un mando único.

¿Qué será del mundo entero y de modo muy especial de Europa en cuanto esto ocurra?

Desde luego descartamos que el moderno califato otomano se dedique a emprender conquistar militares a la usanza de los viejos tiempos; lo descartamos porque es otro el contexto geopolítico.

Sin embargo, debido a la bajísima natalidad que está envejeciendo a Europa, así como a la llegada masiva de inmigrantes musulmanes que llegan en pateras, todo hace suponer que -ya desde ahora- Erdogan está invadiendo el Viejo Continente.

No somos profetas de desastres ni cosa que se le parezca.

No obstante, como no hay efecto sin causa, casi podemos predecir lo que está a punto de ocurrir.

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