Retrato de Hernán Cortés
Retrato de Hernán Cortés

Empezaremos pidiéndoles disculpas a nuestros amigos lectores por tratar de manera cómica un tema serio, a sabiendas de no tener el gracejo de ilustres literatos como lo fueron un Pedro Muñoz Seca o un Fernando Vizcaíno Casas.

Cuando se menciona la palabra “sainete” suele decirse que se trata de un acontecimiento ridículo y grotesco.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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Sin embargo, el Diccionario de la Lengua Española define al sainete como una pieza jocosa y de carácter popular que en otros tiempos se representaba al final de las funciones teatrales.

Y en lo referente a la palabra “peje” en México todo mundo sabe que es uno de los apodos con que se conoce al presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), natural de Tabasco, entidad en la cual en los ríos tabasqueños vive el pejelagarto, especie animal cuya abreviatura el precisamente peje.

Si este comentario lo hemos titulado “El sainete del Peje” ello se debe a que, al final de su sexenio, AMLO decidió regalarles a sus súbditos una pieza jocosa como las que en otros tiempos se representaba después de una función teatral.

No obstante, más que pieza jocosa lo que al final AMLO (Peje) está regalando es algo grotesco y ridículo.

Y decimos esto porque el hecho de no haber invitado al rey Felipe VI de España a la toma de posesión de su sucesora manifiesta una terquedad del tamaño de las Torres Gemelas de Nueva York que coloca a México en el peor de los ridículos.

Exigirle al Rey de España que se disculpe por los abusos cometidos hace quinientos años durante la Conquista es algo tan grotesco como pedirle al actual gobierno italiano de Giorgia Meloni que se disculpe ante el presidente español Pedro Sánchez porque hace más de dos mil años los romanos invadieron la península ibérica.

Asimismo, siguiendo la misma lógica y tomando en cuenta que los tlaxcaltecas se aliaron con Hernán Cortés para combatir a los aztecas, Clara Brugada, jefa de gobierno de la Ciudad de México debería exigirle a la gobernadora de Tlaxcala, Lorena Cuéllar que también se disculpe.

Claro está que el caso de Tlaxcala es diferente puesto que, si revisamos la Historia, vemos como si los tlaxcaltecas se aliaron con los españoles fue porque los aztecas hacían prisioneros a los de Tlaxcala para sacrificarlos en el Templo Mayor de la Gran Tenochtitlán; en ese caso debería ser Lorena Cuéllar quien le exigiese disculpas a Clara Brugada.

Absurdo tras absurdo, como se ha visto con frecuencia a lo largo de los seis años de López Obrador.

Es aquí donde nos preguntamos: ¿Qué necesidad había de buscar un conflicto diplomático con España?

Que no se olvide que, a fin de cuentas, el gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez tiene muchas afinidades ideológicas con el gobierno populista de López Obrador.

Y siendo tan afines ideológicamente –casi aliados- ¿Cómo se explica este conflicto de fin de sexenio?

Para nadie es un secreto que, a pesar de su alto nivel de popularidad (debida al dinero que AMLO regala a manos llenas) existe mucho descontento en vastos sectores del país.

Que no se olvide que son cerca de 200 mil los homicidios cometidos durante estos seis años; que no se olvide que, a pesar de ser una promesa electoral, jamás se aclaró la matanza de Ayotzinapa; que no se olvide que las mafias de narcotraficantes controlan varios estados de la República; que no se olvide que Sinaloa padece un clima de terror continuo; que no se olvide que hay mucho descontento por las reformas al Poder Judicial que acaban poniendo las bases de un sistema dictatorial; que no se olvide que las inundaciones han causado terribles estragos y que el gobierno se ha visto incapaz de reparar los daños; que no se olvide….

En fin, que ante tanto descontento, AMLO se vio obligado a sacar un conejo de la chistera para ver si así lograba distraer la opinión pública.

Y para ello nada mejor que buscar al villano favorito o sea España, nación que debido a las deformaciones mentales causadas por la Historia Oficial se le achacan todos los males habidos y por haber.

Ni duda cabe que es mucho más fácil que acusar que entablar un diálogo para demostrar con pruebas lo que ocurrió realmente. En este caso lo que realmente importa es culpar a España de crímenes imaginarios que se supone fueron cometidos hace más de medio milenio.

El chiste es distraer al pueblo para ver si de ese modo se olvida de la tragedia que lo atormenta.

Un sainete ridículo escenificado al final del sexenio.

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Abogado, historiador y periodista. Editorialista de el Heraldo de México (1973-2003). Colaborador de varias revistas mexicanas y españolas. Corresponsal en México de la revista Iglesia-Mundo (1981-1994). Autor de 'La cruzada que forjó una patria' (1976); 'Forjadores de México' (1983); 'Los mitos del Bicentenario' (2010) e 'Isabel la Católica. Su legado para México (2013).