Pedro Sánchez reivindica la II República en su 90º aniversario como
Pedro Sánchez reivindica la II República en su 90º aniversario como "vínculo luminoso con nuestro mejor pasado".

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez ha reivindicado en el Congreso de los Diputados, coincidiendo con el nonagésimo aniversario de la proclamación de la II República el régimen que llevó a la Guerra Civil.

«Hoy 14 de abril se cumplen 90 años de la proclamación dela II República. Los aniversarios nos sirven para reflexionar, para poder echar la vista atrás y también comprobar que hay un vínculo luminoso con nuestro mejor pasado que debemos reivindicar», ha aseverado el jefe del Ejecutivo en una comparecencia prevista para hacer balance del decreto de proclamación del estado de alarma, dar cuenta de la gestión del Gobierno sobre la pandemia y volver a presentar (por novena vez) el plan de recuperación social y económica.

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Conviene recordar, en breves líneas, en qué consistió eso que el presidente del primer Gobierno social-comunista de España desde -precisamente- la II República, define como «nuestro mejor pasado». Lo hago sobre la base de lo publicado ya hace años en Actuall por Elentir.

España no era mayoritariamente republicana. La II República Española se proclamó de forma ilegal tras la abrumadora victoria de los monárquicos en las elecciones celebradas el 12 de abril de 1931. Los concejales monárquicos cuadriplica ron a los republicanos, aunque el voto de éstos se concentró en las ciudades.

La Constitución republicana fue impuesta. En contra de la supuesta devolución al pueblo de sus plenos derechos políticos, el hecho es que la Constitución de la II República fue aprobada por las Cortes Constituyentes el 9 de diciembre de 1931, sin una ulterior ratificación del texto fundamental por los ciudadanos. Dichas cortes, dicho sea de paso, no representaban con fidelidad la pluralidad de la sociedad española, estando escoradas a la izquierda.

Muchos derechos y libertades, convertidos en delitos. Tras la aprobación de la Constitución, vino la Ley de Defensa de la República. ¿Recuerdan la llamada ‘ley mordaza’ aprobada durante los gobiernos de Mariano Rajoy contra la que la izqueirda se movilizó? Un texto pueril al lado de esta ley que convirtió en delito los más básicos derechos fundamentales relacionados con la libertad ideológica, de expresión y de prensa como «la apología del régimen monárquico» o la difusión de noticias que «puedan perturbar la paz o el orden público». Lo de la censura en Twitter ya estaba inventado.

La religión, proscrita. Las leyes de la II República fueron especialmente lesivas para la libertad religiosa, empezando por su Constitución, que estableció la disolución de las órdenes religiosas que «constituyan un peligro para la seguridad del Estado». No solo eso, prohibió los cementerios de cualquier confesión y sometió la libertad de culto a la autorización del Gobierno.

La libertad de educación, anulada. La II República decretó que toda enseñanza sería de carácter laico, excluyendo a la religión del sistema educativos. Obviamente se prohibía en consonancia que las órdenes religiosas se dedicaran a la enseñanza, un objetivo que, si bien por otras vías (como ahogar la enseñanza concertada, mayoritariamente religiosa), está presente en la Ley Celaá recientemente aprobada pro el Gobierno de Sánchez.

Impidió la alternancia de poder… Con todos los mimbres anteriores, no es de extrañar que las derechas, agrupadas en torno a la CEDA, lograran la victoria den las elecciones de noviembre de 1933. La izquierda, rabiosa, amenazó -y cumplió- con desatar una ola de violencia si se encargaba el Gobierno a los ganadores.

… Y la izquierda se lanzó a la revolución (terrorismo golpista). Así, se sucedieron varios episodios revolucionarios protagonizados por los anarquistas de la CNT o organizados y liderados por el PSOE y su brazo sindical, la UGT, como la conocida revolución de Asturias, que tuvo ecos violentos durante una semana en toda España.

Media España contra la otra media. Con este panorama, media España llegó a la conclusión de que, si la otra media quería exterminarla, no sería sin antes defenderse. Y llegamos a nuestra desgraciada Guerra Civil, tan presente aún hoy en nuestras vidas por el empeño de quienes no han sabido ahogar en el paso de los años y en el perdón el odio, el resentimiento y la venganza.

Pedro Sánchez habla de «vínculo luminoso» con la II República. Y lo que más se acerca a este planteamiento, por desgracia, es aquello de que «la Iglesia que ilumina es la que arde». Por ahí prendieron la mecha y España acabó en llamas.

Noventa años más tarde, merece la pena dejar a los historiadores que iluminen el pasado desde el rigor. Y convendría que los políticos en activo trataran de apagar los incendios contemporáneos, que no son pocos ni de calibre menor, en vez de azuzar las brasas de nuestro pasado reciente más desastroso.

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