Falta un poco más de un mes para que Sebastián Piñera tome posesión de su cargo como presidente de Chile, y Michelle Bachelet y los partidos de izquierda están acelerando para aprobar algunas leyes ideológicas antes de abandonar el barco.
La más importante de ellas ha sido la Ley de Identidad de Género que ha aprobado la Cámara de Diputados y con la que se «reconoce y da protección a la identidad de género«. Pero como siempre, una redacción tan medida, contiene aspectos bastante peligrosos:
-Permite que los menores de edad puedan decidir sobre su identidad de género, sin consentimiento de sus padres, violando la patria potestad, que no es un derecho de los padres, sino de los hijos a ser protegidos por quienes más les quiere: sus padres.
La identidad de género sería «la vivencia interna e individual», «como cada persona la siente profundamente» y que no tiene que «corresponder con el sexo asignado» al nacer
-No exige ningún requisito. Ni psicológico ni sanitario. Basta con la expresión de la mera voluntad.
-No produce efectos sobre el vínculo conyugal. De manera que si un hombre casado manifiesta ser mujer, seguirá unido a su mujer, aprobando de facto y por la puerta de atrás el matrimonio homosexual.
La iniciativa parlamentaria ha sido aprobada por 68 votos a favor y 35 votos en contra, y para llegar a tiempo se ha saltado el reglamento de la Cámara obviando el debate en las comisiones de Constitucional y Hacienda.
Este proyecto define la identidad de género como «la vivencia interna e individual», «tal como cada persona la siente profundamente» y que puede «corresponder o no con el sexo asignado» en el nacimiento.
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