Si para el centrocampista del Real Madrid, Mateo Kovacic, algo puede mover montañas es la fe. Y, es que detrás del gran talento como mediapunta y de un olfato de gol inquebrantable, el merengue tiene presente la religión en todos los aspectos de su vida.
Con sólo 24 años es uno de los jugadores con más futuro del mundo y este sábado puede conquistar por tercera vez consecutiva la Champions League contra el Liverpool y, además, jugará el Mundial con Croacia en un mes. A pesar de que no ha sido titular indiscutible de Zidane, esta temporada ha jugado 36 partidos. Pero más allá del campo, Kovacic lleva una vida muy discreta. Rodeado de su familia y cuando sus labores como jugador se lo permiten, acude a misa los domingos.
Así en una entrevista publicada en El Mundo, el madridista asegura:“Los domingos que no tengo partido voy a misa, aquí en Madrid, a una iglesia cerca de mi casa. Y antes de jugar siempre rezo. Es algo muy importante para mí”.
Una infancia muy peculiar
El jugador del Real Madrid nació el 6 de mayo de 1994 en Linz, Austria. Ciudad a la que se habían mudado sus padres unos años antes, huyendo de la Guerra de los Balcanes. Procedían de Kotor Varos, lugar que fue arrasado por los serbios.
Ya en tierras austriacas comenzó sus pinitos como futbolista, pero siempre rodeado de la fe católica. “Era un niño tranquilo, valiente y muy religioso. Iba todos los domingos a misa», afirmaban sus padres, tal y como lo recoge Religión en Libertad.
Con tan sólo 13 entró en el Dinamo de Zagreb y poco a poco fue subiendo de categorías. Todo lo iba bien hasta que dos años después, en 2009, se lesionó. Sufrió una doble fractura de tibia y peroné. Lo que obligó a dejar los terrenos de juego durante diez meses. Él mismo dijo que la fe es lo único que lo mantuvo fuerte. «Me apoyé en la fuerza de Jesús para pasar ese mal momento. Definitivamente, volví aún más fuerte gracias a Él. Son experiencias que hacen que tu cabeza se vuelva más fuerte», aseveró.
«Me apoyé en la fuerza de Jesús para pasar ese mal momento. Definitivamente, volví aún más fuerte gracias a Él», aseguró
Ejercía de monaguillo mientras jugaba en primera división
Y así fue: un año después debutaba con el primer equipo, convirtiéndose no sólo en el futbolista más joven en llegar a la primera división croata, sino también en el goleador más joven, ya que marcó su primer tanto.
Desde ese momento pasó a ser el centro de atención de los medios de comunicación. Sin embargo, él vivía su día a día como si nada. Acudiendo a misa cada domingo y oficiándola como monaguillo.
Un gesto que le supuso alguna que otra broma dentro del vestuario, pero él mismo afirmó: “No me importaba, nunca me molesté, y nunca dejé de hacerlo. Ahora lo veo con cierto humor…».
Precisamente allí conoció a la que hoy es su mujer, la croata y modelo Isabel Andrijanic. Una curiosa historia de amor, que comenzó en plena adolescencia de ambos.
Ella era cantante en el coro de la iglesia y en los ratos que compartieron juntos surgió una relación consolidada hasta el día de hoy. De hecho, en junio de 2017 la pareja se casó en una iglesia de su país.
Siempre visita Medjugorje
Conociendo de cerca la historia del jugador madridista a nadie le extraña que el día previo al derbi entre el Milán y el Inter, Kovacic señaló: “Cuando uno cree en Jesús, no tiene miedo del diablo”.
De hecho él mismo reconoció que se encontraba en el Santuario de la Virgen en Medjugorje cuando recibió la llamada del Inter de Milán, equipo del que le fichó el Real Madrid. «Es algo realmente maravilloso para mí. Aquí puedes ir a misa todos los días. Es realmente bello poder estar aquí, y me enorgullece ver que siempre somos bien recibidos en Herzegovina», detalló el mediapunta.
Kovacic tiene tan presente su fe dentro del césped que en sus espinilleras luce una imagen de San Antonio de Padua
Tampoco es raro oírle decir: «Rezo antes de todos los partidos. Me da la fuerza y la inspiración para jugar, y el poder saber que todo va a estar bien. Como cualquier persona normal, tengo mis heridas y debilidades, y la oración y la fe me ayudan a superarlo».
Una imagen de San Antonio de Padua en su espinilla.
Kovacic tiene tan presente su fe dentro del césped que en sus espinilleras luce una imagen de San Antonio de Padua y un mensaje religioso en la otra.
Una actitud que le hace ser uno de los jugadores más queridos dentro del vestuario merengue. Desde el principio asumió que tendría que esforzarse para estar en el once inicial y, sin embargo, jamás pone una mala cara. Su idea de vida no se lo permitiría.
Esta sábado Mateo Kovacic volverá a rezar antes de salir al campo, mirará al cielo y seguirá mostrándose orgulloso de ser cristiano. Y quizá…levante con el Real Madrid la décimo tercera, porque la fe y el esfuerzo mueven montañas.
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