Preguntar presupone siempre algún grado de confianza, aunque sea mínimo, en la sinceridad del consultado. Por eso, preguntar a quien nos consta que miente de modo sistemático es peor que inútil, es nocivo. En primer lugar, ayuda a difundir información falsa; en segundo lugar, da al mentiroso un incentivo para seguir mintiendo.
Cuando se trata del Gobierno -ya habrán adivinado por dónde iba-, los dos efectos se multiplican y se tornan muy peligrosos. En estas circunstancias, la única decisión que puede tomar un medio que conserve un atisbo de dignidad es dejar de preguntar. No hay otra.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraInicialmente puede estar bien para poner de manifiesto las mentiras del gobernante, que es en sí mismo una noticia de primera. Pero a la larga no tiene mucho sentido. Una noticia indefinidamente reiterada deja de ser noticia, sin contar con esa abrumadora mayoría de medios que ya se ha vendido, junto con la conciencia de sus profesionales, al poder que deberían fiscalizar.
Juan Manuel López Zafra, profesor de Estadística, experto en ‘big data’ y colaborador en medios como Vozpópuli, propone desde su cuenta en Twitter: “Me encantaría que la prensa que se dice libre dejarse de participar en la mascarada que protagonizan cada día el gobierno y sus comisiones y que dirige el comisario Oliver. Simplemente no mandando preguntas. Es muy sencillo”. A este sigue otro comentario, un día más tarde: “Ayer varios periodistas firmaron un manifiesto a favor de #laLibertaddePreguntar, ante la censura que ejerce el gobierno a su labor. Muy fácil: bajo ese HT, que todos los días sus medios tuiteen ‘Hoy tampoco hemos hecho preguntas’. Así sabremos quienes se pliegan y quienes no”.
Es el sálvese quien pueda, unido a unas remesas de periodistas formados en la uniformidad del pensamiento izquierdista. Y los resultados están a la vista
Claro que, visto (pre-visto) lo que se nos viene encima cuando salgamos de la cueva -nueva caverna platónica, con las sombras que proyecta el poder ante nuestros ojos-, no creo que sorprenda a nadie que la abrumadora mayoría de los medios se haya apuntado con entusiasmo a la tarea de loar al Gobierno y perseguir con saña al disidente. Entrando en una depresión económica que podría dejar pequeña la de los años Treinta, el paquete de medidas económicas de urgencia de Sánchez incluye algo tan necesario como premiar con una lluvia de millones a las empresas privadas de televisión que más beneficios obtuvieron el año pasado. Eso es saber de qué lado se unta la mantequilla de muchos.
Es el sálvese quien pueda, unido a unas remesas de periodistas formados en la uniformidad del pensamiento izquierdista. Y los resultados están a la vista.
Mis colegas se están dando un tiro en el pie. Están minando las propias bases de su profesión, su razón de ser, lo que les (nos) hacía útiles e incluso necesarios
Imagino que al poder no le interesa mucho ahora que el aburrido y angustiado usuario salte mucho en estos días de una cadena a otra en horas de telediario, porque es fácil descubrir el pastel. Así, uno puede ver, no sé, en la TVE de la comisaria Mateo a la reportera entrevistando a un enfermero al azar, al tuntún, elegido aleatoriamente, que pasaba por allí y explica cómo toda la crisis sanitaria es consecuencia de los recortes del PP. El Gobierno no ha hecho nada malo, es todo cosa de la derecha.
Bien, pero es que luego pasas al telediario de, no sé, La Sexta o La Cuatro y, caramba, están entrevistando al mismo enfermero casual. ¿Le encuentran irresistiblemente telegénico? ¿Está siempre a la puerta de La Paz, a la espera del reportero? Porque es que vuelve salir en otra y en otra cadena. Y, claro, una acaba enterándose de que este ‘enfermero de La Paz’, Guillén del Barrio, es militante de Unidas Podemos, caramba, qué coincidencia.
Y así todo, convirtiendo las noticias en una representación teatral diaria. Agustín Benito, de la web de Intereconomía Rebelión en la Granja, llama nuestra atención, también en Twitter, sobre otra manipulación del mismo tenor, aunque son legión y no son difíciles de detectar. Dice Benito: “¿Os acordáis de la entrevista a un enfermero afín a Podemos para desprestigiar a la Sanidad madrileña? Pues sigue [TVE] calcando la estrategia. Hoy ha entrevistado a Andrea Uña, portavoz del «Movimiento de Pensionistas de Vizcaya». Bueno, lógico, ¿no? Que los pensionistas tengan voz, que al final los mayores están siendo los más afectados -doblemente: por vulnerabilidad al virus y por descartados en caso de duda- y se les debe oír. Pero, ay, doña Andrea no se limita a representar a los jubilados de su tierra, sino, en palabras de Benito, ”no una pensionista cualquiera, sino otra activista ultraizquierdista, número 2 por Vizcaya de Ezker Batua – Berdeak (IU – Verdes) en las elecciones al Parlamento Vasco de 2012”. Caramba, caramba.
El consuelo es que aquí está pasando, aceleradamente, lo que ha pasado en Estados Unidos, y es que la confianza del público en los medios convencionales, en los ‘caballeros de la prensa’, se ha derrumbado, todo el mundo sabe de qué pie cojea todo el mundo (siempre el mismo), y no se priva de denunciarlo y desenmascararlo en redes sociales.
Mis colegas se están dando un tiro en el pie. Están minando las propias bases de su profesión, su razón de ser, lo que les (nos) hacía útiles e incluso necesarios, y eso va a notarse en una imparable decadencia de la profesión. Pero, claro, hay que comer hoy, que mañana Dios sabe, y los dineros van invariablemente a los propagandistas complacientes.