04 de marzo de 2020.
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Suscríbete ahoraSegún la izquierda, y en consecuencia según el pensamiento dominante (o al menos el pensamiento políticamente correcto), tú no eres una persona libre con capacidad para evaluar y tomar tus propias decisiones.
Más bien eres un miembro de la raza X, de género X, de ideas políticas X, que expresa su sexualidad a través de [aquí, con quién te acuestas].
Tú ya no te defines por lo que piensas y haces sino por el grupo al que supuestamente perteneces.
Por ejemplo, yo soy un miembro del género masculino, heterosexual, conservador y de raza blanca.
En cambio ella es una miembra de la ideología correcta y del género correcto, y por lo tanto pertenece también al grupo de los animalistas y al de los pacifistas no importa cuál sea el conflicto. Y por supuesto, al grupo del nacionalismo secesionista.
En nuestra identidad algunos llevamos nuestra condena: ¿hombre blanco, hetero, conservador? Pues eres un reaccionario contrario al progreso de la Humanidad, además de un opresor heteropatriarcal y un asesino de mujeres. A eso me conducen los grupos de los que soy miembro. Esa es mi identidad.
La realidad particular de cada ser humano ya no cuenta, ya no somos tú, y yo. Ahora somos el grupo al que pertenecemos.
Parece un chiste, una caricatura, pero no lo es porque semejantes ideas están concretándose en políticas que, a través de leyes, impone la izquierda en España y en todos los países donde puede hacerlo.
Mucho mejor que yo lo ha expresado el profesor Contreras:
La identity politics [política de la identidad] problematiza las relaciones entre hombres y mujeres, entre blancos y no blancos, entre heterosexuales y homosexuales, también en el ámbito privado: el hogar, la escuela (donde se abruma a los varones con sermones contra su “masculinidad tóxica”), el centro de trabajo, la cama…
El nuevo Gobierno español nos anuncia una “Ley de Libertad Sexual” que en realidad implicará meter al Estado en los dormitorios. La constante monserga de demonización del varón y victimización de la mujer está haciendo la relación entre los sexos más complicada de lo que ya era.
La injusta Ley de Violencia de Género ya se ha llevado por delante a muchos hombres inocentes. (Francisco José Contreras: El marxismo cultural como religión de Estado y secta destructiva)
El marxismo que niegan los marxistas
Dicen todos los izquierdistas al unísono que el marxismo cultural no existe, que es una paranoia conspirativa de la derecha reaccionaria. Eppur si muove!
Digamos que el viejo marxismo se comporta como un virus mutante, que se hace inmune a las vacunas y renace, más virulento, alojándose en otros cuerpos.
Primero fue la lucha de clases y ahora es la lucha de sexos. Antes, el opresor era el patrono que explotaba al obrero, ahora es la madre de familia que amenaza con exceso de población a la Tierra, cometiendo el delito imperdonable de crecer y multiplicarse.
Antes eran los burgueses, ahora es la raza humana, así entera, que amenaza con comerse a las oprimidas vacas, llenar de plásticos el Pacífico, y derretir los polos.
Pero el objetivo es siempre el mismo: imponer la mentira de un paraíso (sin clases o sin sexos), una utopía irrealizable, que promete la liberación de los oprimidos, pero que se da de tortas con la realidad, y que acaba volviéndose contra la naturaleza humana. (Alfonso Basallo: Manifiesto antihumano, el último grito del marxismo cultural)
El marxismo cultural ha calado en las sociedades occidentales, que han hecho suyos sus principios. El carácter crecientemente totalitario de sus propuestas lo han asimilado desde los creativos del mundo de la publicidad y de la industria del ocio a las organizaciones internacionales (ONU, etc.), pasando por las mayores corporaciones del capitalismo de nuestros días.
Así se entiende que una cuenta de Twitter dedicada a chistes sobre el feminismo (@AntiFemComics) haya sido clausurada:
No es la única. Los casos de censura y represión de la libertad de opinión por parte de empresas tan potentes en el mercado como Facebook son el pan de cada día.
En un artículo que valdría la pena tener siempre a mano, Francisco José Contreras expone el significado de las políticas de la identidad y la religión que con ellas ha construido el marxismo cultural.
Lo hace a través del comentario de “uno de los libros más importantes de los últimos años”, titulado The Madness of Crowds. Gender, Race and Identity (La locura de las multitudes. Género, raza e identidad), del ensayista británico Douglas Murray:
Los esposos Nicholas y Erika Christakis fueron acosados por turbas estudiantiles y finalmente tuvieron que abandonar sus cátedras en Yale (2015).
Habían enviado emails en los que discrepaban del mensaje del decano, que pedía a los estudiantes que evitasen los disfraces étnicos en Halloween (que un blanco se disfrace de chino se considera ahora “apropiación cultural”: una pareja anglo tuvo que cerrar su establecimiento de tacos y enchiladas en Seattle, acusados de apropiación de la gastronomía mexicana; a Justin Trudeau casi le costó el cargo de primer ministro un atuendo a lo rey Baltasar de hace 20 años).
Los Christakis pensaban que la libertad para disfrazarse de lo que a uno le dé la gana es importante, y que los carnavales siempre tuvieron un punto transgresor. El decano declaró después de los escraches que “nunca había estado tan orgulloso de sus alumnos”.
Y no hace falta irse a EE.UU.: Alicia Rubio ve canceladas la mitad de sus conferencias, ha sufrido decenas de escraches y perdió su empleo en un instituto de enseñanza media por bullying ideológico. (Francisco José Contreras: El marxismo cultural como religión de Estado y secta destructiva)
En España esta nueva religión, que arrasa entre un importante sector de jóvenes y en tantos votantes de los partidos de izquierda, tiene el mismo sesgo represivo que manifiesta en Estados Unidos y en otros países europeos. Y en todas partes camina hacia formas totalitarias cada vez más sofisticadas.
Aunque no tenga Gulag ni Lager, el marxismo cultural es tanto o más totalitario que comunismo y fascismo en un aspecto (que resulta ser, por cierto, el definitorio del totalitarismo): su capacidad de penetrar en la vida privada y en los últimos pliegues de la sociedad. (Francisco José Contreras: El marxismo cultural como religión de Estado y secta destructiva)
La profesora británica Patricia MacCormack “viene del feminismo radical, se declara vegana y se define como extincionista”:
Propone dejar que la raza humana se extinga para salvar así a la Tierra. Argumenta que el llamado Antropoceno (o era del hombre) ha causado un daño tremendo a animales y plantas, y que es preciso repararlo.
Pide una revolución para alumbrar un nuevo mundo, ahumano o antihumano.
Todo esto puede parecer una marcianada -de hecho, lo es-. Pero el problema es que muchas cátedras universitarias de Occidente están ocupadas por este tipo de frikis, que las transmiten a los alumnos, les obligan a aprendérselas para aprobar, las presentan en ponencias de congresos, y terminan teniendo traducción en leyes de parlamentos y gobiernos. (Alfonso Basallo: Manifiesto antihumano, el último grito del marxismo cultural)
Los mandamientos de la religión que nos propone la izquierda no nos hacen mejores, y mucho menos nos hacen libres. Pero tienen la capacidad de penetrar rápida y eficazmente en el tejido social y en las mentes de muchas personas de buena voluntad, especialmente entre los jóvenes.
No comparto la opinión de Carlos López Díaz (@Carlodi67), uno de los escritores y blogueros más interesantes (Cero en progresismo), en su respuesta a una de las “sacerdotisas” de la nueva religión, Leticia Dolera.
Al contrario, creo que mucha gente cae en esta tóxica secta, que sabe venderse con los ropajes del buenismo, el amor, la solidaridad y la igualdad… para practicar exactamente todo lo contrario.
Hacer frente a esta ideología destructiva debería ser tarea prioritaria de cuantos queremos seguir siendo libres.
La cita
Toda revolución ha sido precedida por un intenso trabajo de crítica, de penetración cultural, de permeación de ideas.
Y la imagen
Con franqueza, creo que solo un combate decidido y desacomplejado, solo si plantamos cara de manera tenaz y dura, con el mayor descaro posible, solo eso nos librará de toda esta basura y nos permitirá seguir siendo libres.
TU DÍA ACTUALL
Rosana Ribera de Gracia: «Las mujeres tenemos que plantar cara a las feministas radicales». Rosana Ribera: «Es francamente ridículo que haya feministas radicales que afirmen que el patriarcado no me permite tener los mismos derechos que el varón». Ribera: «No quiero que me traten como idiota y que me impongan ideas y dogmas. El feminismo radical está destruyendo la cultura».La noticia, aquí.
Willy Toledo, absuelto de los delitos de ofensa a los sentimientos religiosos y obstrucción a la Justicia. El juez considera que los mensajes publicados de Willy Toledo en Facebook insultando a Dios y a la Virgen no constituyen escarnio contra los sentimientos religiosos. La reiterada negativa de Willy Toledo a declarar en la fase de instrucción tampoco se contempla como obstrucción a la justicia.
La noticia, aquí.
Gustave Thibon, el Sócrates francés, antídoto para el transhumanismo con su libro ‘Seréis como dioses’. La publicación en castellano del libro ‘Seréis como dioses’ (Didáskalos), del filósofo Gustave Thibon, llega justo a tiempo. Qué mejor antídoto que exponer las contraindicaciones de la inmortalidad en la era del transhumanismo, que propugna mejorar la especie humana y vencer al envejecimiento y la muerte. La noticia, aquí.
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