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Así era el padre Jacques Hamel, decapitado por el Estado Islámico en Francia

Imagen del padre Jacques Hamel, degollado por islamistas en la Iglesia de Saint-Etienne-du-Rouvray /Actuall

Imagen del padre Jacques Hamel, degollado por islamistas en la Iglesia de Saint-Etienne-du-Rouvray /Actuall

Jacques Hamel había superado, con creces, sus bodas de oro sacerdotales y se hallaba en una suerte de retiro, como sacerdote auxiliar de la parroquia de Saint-Etienne-du-Rouvray, donde ha hallado la muerte de la forma más insospechada: decapitado por un islamista.

Nacido en 1930, Hamel había sobrevivido a la II Guerra Mundial como adolescente. Alcanzó las órdenes sagradas en 1958 y estaba dedicando sus últimos años de vida celebrar misa, orar y atender a los feligreses de la Normandía.

Según relata uno de sus parroquianos al diario francés L’Express, «era un hombre que asumió sus funciones hasta el final» que a pesar de su avanzada edad «seguía estando a disposición de todos».

El ataque a la Iglesia ha sido toda una sorpresa, dado que no se habían producido amenazas previas, según ha descrito un sacerdote al diario Liberation: «No podíamos imaginar que pudiera pasarnos tal cosa. Nunca recibimos ninguna amenaza», asegura el padre  Moanda-Phuati.

Los islamistas hicieron arrodillarse al sacerdote antes de decapitarlo, y grabaron el asesinato en vídeo

La religiosa que consiguió huir de la iglesia ha contado que los islamistas hicieron arrodillarse al sacerdote antes de decapitarlo y grabaron su crimen en vídeo.

«Se grabaron en vídeo. Hicieron una especie de sermón en torno al altar en árabe. Fue horroroso», afirma la hermana Danielle. Esta consiguió huir, y al salir a la calle pudo dar la alerta a una persona que circulaba en coche.

Ficha del padre Jacques Hamel en la web de la diócesis de Rouen, en Francia. /Actuall

Ante la tumba de Popielusko

La noticia del asesinato de Jaques Hamel ha sorprendido al arzobispo de Rouen, monseñor Dominique Lebrun, en Polonia, donde ha acudido con los jovenes de la diócesis para participar en la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia (Polonia).

«Clamo a los hombres de buena voluntad e invito a los no creyentes a unirse a este grito. Con los jovenes de la JMJ, rezamos ante la tumba del padre Popielusko en Varsovia, asesinado durante el régimen comunista», asegura el prelado.

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