Los cristianos de Pakistán se movilizan con firmeza frente al anunciado plan del gobierno islámico de la provincia de Punjab para demoler cuatro de sus templos históricos de la ciudad de Lahore: las Iglesias de la Catedral, San Andrés, Bohar Wala y Naulakha.
El Ejecutivo local trata de justificarlo aludiendo a su intención de comprar las tierras para construir una nueva línea ferroviaria, un proyecto presupuestado en 1.600.000 dólares. Pero los cristianos denuncian la amenaza como un nuevo ejemplo del acoso que sufre esta minoría religiosa en el país a manos del fundamentalismo islámico.
«Estas iglesias fueron construidas antes de que se conformara el mismo Estado de Pakistán y todas se ubican en enclaves destacados, que codician las figuras políticas e islámicas. No les gusta que cristianos tengan ubicaciones tan principales, así que tratan de utilizar cualquier excusa para obtener la tierra y denigrar a cristianos. No tienen un respiro: es un padecer tras otro», denuncia Nasir Saeed, director de CLAAS, entidad con sede en el Reino Unido para defender y conciencia sobre la persecución a los cristianos en el mundo, principalmente en Oriente Medio.
La última gran acción de esta protesta cristiana tuvo lugar el pasado 3 de mayo, con una gran manifestación ante el edificio de la Corte Suprema en Lahore, para evitar la destrucción de sus iglesias y reclamar respeto y una mayor protección: «No cedemos una pulgada de nuestros lugares sagrados», «queremos que se respeten nuestros derechos», coreaban los participantes.
Nuevo trauma en medio del luto por el Domingo de Pascua
En este sentido, denunciaban seguir siendo el blanco preferente de los fundamentalistas islámicos, recordando la última masacre padecida el pasado 27 de marzo, con 72 fallecidos –muchos de ellos ninos-, y más de 340 heridos, en el atentado islamista perpetrado en un parque de Lahore en el que cientos de familias cristianas celebraban la Pascua de Resurrección: el ataque más mortífero en Pakistán desde la matanza de 134 ninos en una escuela militar en Peshawar, en diciembre de 2014.
«Los cristianos que todavía están de luto tratando de hacer frente a esta tragedia, se enfrentan ahora al nuevo trauma que supondría la demolición de sus cuatro iglesias históricas en Lahore, la provincia donde más sufren los cristianos», denuncia Saeed.
Tras la manifestación, la Autoridad de Desarrollo de Lahore emitió un comunicado indicando que las iglesias «no serán afectadas por el proyecto», lo que no ha tranquilizado a los cristianos, ya que al mismo tiempo se declara mantener la intención de expropiar las tierras donde se ubican los templos.
«El gobierno ha fallado hasta ahora en la debida protección a las minorías cristianas de Pakistán. Debería evitar las ofensas con las que presionan a estas minorías y no jugar con los sentimientos religiosos», afirma el representante de CLAAS. Coincide con ello la Comisión Estadounidense para la Libertad de Religiosa Internacional (USCIRF), cuyo último informe anual reafirma su recomendación, reiterada desde 2002, de mantener a Pakistán en la lista de países «objeto de especial preocupación», por la tolerancia que sigue mostrando el gobierno islámico a las «violaciones» a la libertad de religión en el territorio, y en concreto a la «violencia sectaria» contra los cristianos.
La defensa de los cristianos perseguidos en Pakistán ha estado muy presente en el reciente Congreso WeAreN2016, organizado por MasLibres.org y CitizenGO en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, donde la familia de Asia Bibi ofreció su impactante testimonio con objeto de reclamar la acción de la comunidad internacional en defensa del derecho fundamental a la libertad religiosa.
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