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Historia de la semana: Soy una periodista privilegiada

Rebeca junto a sus hijos y su marido Bitrus Ayuda a la Iglesia Necesitada

Rebeca junto a sus hijos y su marido Bitrus Ayuda a la Iglesia Necesitada

Hoy quiero decirte que es un privilegio poder estar contigo los sábados por la mañana; desayunar contigo es un honor; y compartir las historias que te cuento casi todas las semanas, un placer.

Hoy quiero decirte que soy una periodista privilegiada. La vida del periodista no es fácil desde un principio indiscutible: la noticia no tiene horario -y por muchas cosas más de las que hoy no voy a hacer un tratado-. Ser periodista es vocacional porque los periodistas somos ‘esclavos’ de nuestro trabajo, o te gusta muchísimo lo que haces o mueres en el intento… Hoy, te hago una confesión: el Periodismo es una droga, una droga dura.

He hecho estas reflexiones varias veces a lo largo de mi vida, y la última esta semana, que he almorzado con un colega muy querido y apreciado, José Manuel  González-Huesa, director general de Servimedia, un gran periodista y una mejor persona… pero hoy no quiero centrar mi loa en él, así es que sigo con mi relato.

Convinimos en que para poder conciliar la vida personal y familiar con la laboral hay que hacer grandes esfuerzos y llegábamos a la conclusión -a una de varias, que ya sabes como somos los periodistas- de que el Periodismo se lleva en la sangre y que la mejor compensación no es la económica, aunque sea necesaria: es el privilegio de tener acceso a personas maravillosas que convierten en nimio cualquier problema que tengamos… aunque nuestro ego -el yo por delante, lo que hablábamos antes- a veces nos indique lo contrario.

¡Soy una periodista privilegiada! Hoy digo esto porque lo siento de cerca (temporal) y en el corazón -llegar a la verdad mediante la observación y la experimentación y no mediante el razonamiento abstracto (Aristóteles)-, porque mi desempeño periodístico me ha dado la oportunidad de conocer y entrevistar a una mujer mujer fuerte, a una mujer luchadora, a una mujer de raza, a una mujer maravillosa, a una mujer cristiana, a una mujer con fe, a una mártir del siglo XXI.

Su testimonio, en el marco del tercer Congreso WeAreN de Cristianos Perseguidos ha sido uno más de entre los testigos directos de la persecución religiosa en Oriente Próximo y África, pero MasLibres.org y CitizenGO -organizadores del mismo- me han dado la oportunidad, a mí, a Rosana Ribera de Gracia, -yo de vuelta- el privilegio, de ofrecerlo a la audiencia:

Rebecca Bitrus fue secuestrada a los 26 años por Boko Haram en Nigeria. Los guerrilleros del terrorista le quitaron a su hijo menor de los brazos porque lloraba y lo tiraron al río. Vio como se ahogaba. Esa misma tarde la obligaron a ‘casarse’ con uno de los combatientes -casarse para mantener relaciones sexuales-. Se negó porque es una cristiana casada. La violaron. Concibió a su tercer hijo con un combatiente de Boko Haram. Después quisieron utilizarla como bomba suicida pero logró escapar junto a sus dos hijos. El mayor quiso, puesto que había perdido a su hermano, huir con su otro hermano -que entonces tenía 8 meses-; no quería quedarse solo. “Les he perdonado y vivo feliz con mi familia. Lo bonito es que mi marido me aceptó feliz y aceptó a Cristóbal como un hijo que viene de Dios”.

Allí estaba mi compañera de Actuall Ana Fuentes, que ha preparado esta crónica-resumen de las jornadas del Congreso para ti, por ser suscriptor de Actuall, bajo el título ‘Cristianos perseguidos: un clamor que ignoran los gobiernos del mundo’.

Esta es la entrevista completa que he tenido el privilegio de hacer.

En este enlace, la crónica de mi compañera completa.

PD: Quiero dar las gracias a Ignacio Arsuaga y a Miguel Vidal por hacerme sentir una periodista privilegiada.

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