“Mi prometida”. Cuando Yussef, de 20 años, recuerda su vida pasada, menciona a su prometida una y otra vez. La Guerra de Siria resquebrajó su sueño de casarse con la joven de la que siempre había estado enamorado. Ella, con apenas 18 años, murió a manos de un francotirador mientras que él, sin poder hacer nada, observaba que parte de su vida se iba con ese disparo.
“Mi familia y la de mi novia eran familias cristianas y acomodadas de Damasco. Los dos estábamos estudiando y queríamos ser alguien el día de mañana. Incluso yo tenía mi propio coche, pero cuando la guerra comenzó, todo cambió. Y yo no sólo perdí mi casa sino también la perdí a ella”, explica Yusseff, un joven refugiado sirio, para el diario Actuall.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraCon el corazón roto y una bolsa llena de imágenes de odio y terror, Yussef emprendió su camino hacia la libertad. “Cuando cumplí los 18 años mi madre me dijo que estaba preparado para irme a Europa, así que decidí huir a España para salvar mi vida”, narra el joven sirio.
Encarcelado y torturado en el Líbano
Por desgracia, el camino hasta llegar a España no fue ni mucho menos fácil para este refugiado. Yussef tuvo que viajar desde Damasco hasta el Líbano. “Un recorrido que anteriormente había realizado en unas horas, se convirtió en un viaje de tres días”, explica con la voz entrecortada.
“Cuando pensé que podía dejar atrás el Líbano, me detuvieron y fui torturado en la cárcel hasta que España aceptó mi asilo”, asegura Yussef mientras se toca las cicatrices de sus brazos, consecuencia de las múltiples palizas que recibió en el Líbano.
Dos años y medio después de huir de Damasco (Siria), este sirio cristiano vive en Madrid junto con otros ocho jovenes refugiados en una de los hogares de acogida de la Fundacion La Merced donde el muchacho reconoce sentirse “como en su propia casa”.
Yussef afirma que aunque conviven en la casa tres cristianos y ocho musulmanes “todos somos una familia” y solo “discutimos por el fútbol, porque unos somos del Real Madrid y otros del Barcelona”, añade riendo.
Además ha podido cumplir uno de sus sueños: el del poder estudiar ingeniería. “Sé que tengo que estudiar más que el resto de mis compañeros, pero sé que tarde o temprano conseguiré ser un buen ingeniero y podré ir a trabajar a Abu Dabi”, asiente orgulloso.
España, un nuevo comienzo
Por fin la vida le ha dado otra oportunidad a este refugiado sirio que hoy muestra más que nunca, y a través de su sonrisa, la ilusión de un joven de 20 años que vuelve a reencontrarse con su madre después de estar varios años separados.
“Ha sido doloroso no poder hablar con mi madre cuando lo necesitaba. Siempre fallaba la línea telefónica”, describe Yussef recordando “que muchas veces soñaba que volvía a ver a mi madre”.
Y ese día llegó. Ocurrió el pasado mes de julio en el Aeropuerto de Berlín-Tegel . “Cuando vi a mi madre quise llorar, pero sabía que si lo hacía, ella también se pondría a llorar. Así que estuve más de media hora besándola”, describe el joven cuando por fin pudo reencontrarse con ella.
“Incluso un señor que pasó por nuestro lado, me dijo: ¡déjala un poco que la vas ahogar!. Y yo le respondí que no iba a parar nunca de besarla”, revive emocionado Yussef.
La historia de Yussef es la realidad de lo que ocurre día tras día en el Mediterráneo: miles de personas desesperadas que huyen de la guerra y de la miseria en busca de un lugar donde sentirse protegidos.
ACNUR ha confirmado que el número total de refugiados sirios que han huido de su país sobrepasa ya los cuatro millones. Lo que supone la mayor crisis de refugiados a nivel mundial del último cuarto de siglo.
La situación en Italia, Hungría y Grecia es escalofriante. Y tras las duras imágenes del nino sirio de tres años Aylan Kurdi, tendido sin vida sobre la playa de Bodrum, España acogerá finalmente a 14.931 refugiados de un total de 120.000.
En lo que va de año, han llegado a Melilla más de 3.000 sirios. Cifra que supera los 231 del 2013. España, según Interior, concedió protección a 1.682 sirios en 2014. Mientras que Alemania admitió 23.860 solicitudes.
La coordinadora estatal de acogida de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), Mónica López, denuncia a este diario que las entidades que trabajan con personas refugiadas “nunca tienen los suficientes recursos” por lo que deben adaptar su “labor a lo que tienen”.
España registró durante 2014 casi 6000 solicitudes de asilo. “No sabemos cuántas de ellas serán finalmente aceptadas. «De las que se presentaron en 2014, pertenecientes al año anterior, sólo se admitieron el 44%” aclara Mónica, añadiendo que “el tiempo estimado para conseguir el asilo abarca desde los 6 meses hasta los dos años o incluso más”.
Para cubrir esta nueva demanda, el Gobierno español tendrá que reforzar las ayudas a los refugiados. Parte de este trabajo pasa por las casas de algunas organizaciones como La Merced, donde Yussef encontró su hogar tras huir de la guerra de Siria.
La Fundacion “La Merced”, un lugar donde refugiarse
“Desde que en 1987 comenzamos a acoger refugiados de asilo o de acompañamiento familiar, han pasado por nuestras ocho casas de acogida más de 500 chavales. A todos ellos les hemos dado cobijo, les hemos enseñado el idioma y les hemos dado las herramientas suficientes para que el día de mañana puedan depender de sí mismos”, explica a Actuall el hermano Luis, uno de los frailes con los que convive Yussef y el resto de jovenes.
El tiempo que necesita un refugiado para conseguir su autonomía es “variable”, según determina el hermano Luis, pero insiste en que “cualquier persona necesita al menos dos años porque la mayoría de los chavales vienen tan traumatizados que con 6 o 9 meses, como el Gobierno exige, no es suficiente”.
Asimismo, Luis observa que “se carga sobre la poblacion inmigrante una visión muy negativa, pero España, como sociedad acogedora que es, puede hacer mucho más. Y no utilizar un discurso de amenaza del que viene fuera, como se lleva haciendo desde hace unos años”.
Todas las organizaciones consultadas coinciden en que la solución “no está en dejar de recibir refugiados o en disminuir su tiempo en los centros de acogida”, sino en “dotar de más recursos y fondos” al sistema.