Las últimas semanas se ha rumoreado que el caso de Asia Bibi, que lleva más de ocho años en prisión acusada de blasfemia contra el islam, se retomará en el Tribunal Superior de Justicia paquistaní. La madre cristiana de cinco hijos está pendiente de la resolución que la podría condenar a muerte o dejarla en libertad.
Ante este caso, las protestas se han ido sucediendo durante estos años, con miles de islamistas radicales que en todo momento han pedido que Asia Bibi fuera ejecutada en la horca. Pero ella no ha sido el único objetivo: el gobernador de la región del Punjab, Salman Taseer, musulmán, fue asesinado en 2011 por defender a Asia Bibi públicamente y criticar la ley contra la blasfemia, y también fue asesinado el ministro de Minorías, el cristiano Shahbaz Bhatti. En ambos casos los fanáticos los ejecutaron en sendos atentados. En el primero de ellos, el ejecutor fue su propio guardaespaldas, que fue condenado a muerte y ahorcado, lo que provocó numerosos altercados por todo el país y que sea considerado un héroe por los radicales.
Y ante la cercanía de la posible revisión del caso, ha aumentado la presión por parte de los islamistas radicales. El domingo fue tiroteado el ministro del Interior, Ahsan Iqbal, a manos de un joven ya detenido que cometió el atentado para castiga al ministro por blasfemia contra el islam. El autor de los disparos, Abid Hussain, confesó que disparó al ministro por la decisión tomada por el Ejecutivo hace unos meses de cambiar la fórmula con la que se juran los cargos públicos en Pakistán, pasando de cambió «yo creo» a «yo juro» que Mahoma es el último profeta del islam.
El propio Tribunal Superior de Justicia no quiere valorar la propia ley, sino que en caso de liberar a Asía Bibi lo hará bajo el pretexto de no haber pruebas contra ella
Además, la Policía ha anunciado que ha detenido a un segundo sospechoso.
A raíz del cambio en la fórmula con la que se jura el cago, hubo una gran presión por parte de los radicales del partido Tehreek-e-Labbaik Pakistan (TLP) contra el Gobierno, lo que provocó la dimisión del ministro de Justicia. Durante tres semanas, simpatizantes del partido islamista bloqueó una de las principales entradas a Islamabad.
Este acto, aunque parezca independiente del caso de Asia Bibi, es un intento más de presión para que el Tribunal Superior de Justicia confirme la condena a muerte de la mujer cristiana. Desde el propio tribunal no quieren valorar la propia ley, sino que en caso de liberarla lo harán bajo el pretexto de no haber pruebas contra ella, pero temen las posibles revueltas y altercados.
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