Fue uno de los grandes mártires del siglo XX. En 1941, diez prisioneros de Auschwitz fueron elegidos por las SS para ser ajusticiados, como represalia por la fuga de otros reclusos, y el franciscano Maximiliano Kolbe se ofreció voluntario para sustituir a uno de ellos, el sargento , Frantisek Gajowniczek.
Al saber que iba a ser ejecutado, Gajownicek dijo: «Pobre esposa mía; pobres hijos míos». Y entonces fue cuando el padre Kolbe dió un paso al frente y se ofreció a cambio. Le dijo al coronel de las SS: «Soy un sacerdote católico polaco, estoy ya viejo. Querría ocupar el puesto de ese hombre que tiene esposa e hijos».
Fue canonizado por Juan Pablo II en 1982.
Pero hay otros aspectos de la vida de este franciscano que son menos conocidos. Son éstos:
1. No se llamaba Maximiliano sino Raimundo.- Su verdadero nombre era Rajmund (Raimundo) y nació en 1894, en Zduńska Wola, cuando Polonia estaba sometido a la Rusia de los zares. Tuvo cuatro hermanos más.
2. En el seminario quiso colgar los hábitos.- A los trece años ingresó en el seminario junto con otro hermano suyo. Destacó en matemáticas. Era alegre, servicial y piadoso. Rezaba con gran recogimiento. Pero tuvo una pequeña crisis, se convenció y convenció a su hermano de abandonar el seminario. Cuando estaban a punto de volver a casa, su madre le cuenta que José, el hermano menor, también entraría en la orden. Y Maximiliano decidió seguir en el seminario.
Se ordenó sacerdote en 1918.
3. Un millón de ejemplares.- Además de doctor en teología y filosofía, fue periodista. Propagandista del catolicismo, su revista mensual «Caballero de la Inmaculada», fue un fenómeno editorial: comenzó difundiendo 500 ejemplares en 1922, y llegó al millón de ejemplares en 1939.
Publicó una edición en japonés de Caballero de la Inmaculadas (Seibo No Kishi), cuando se ofreció voluntario a ir a Japón, en 1931.
4. Numero 16.670.- Cuando los alemanes invadieron Polonia, detuvieron a Kolbe y lo internaron en el campo de exterminio de Auschwitz, donde se le adjudicó el número 16.670. Pese a las durísimas condiciones de vida, el franciscano no perdió nunca la alegría ni la capacidad de preocuparse por los que le rodeaban. Algunos guardianes amigos le proporcionaban vino para que celebrase misa.
Estuvo tres semanas sin comer en una celda de castigo, y los nazis acabaron con él poniéndole una inyección de fenol
5. No murió inmediatamente, sino después de 3 semanas de hambre.- Cuando se ofreció voluntario para sustituir a Gajowniczek, Kolbe, que padecía tuberculosis, fue recluido en una celda subterránea junto con diez condenados donde pasó tres semanas de hambre extrema. Al cabo de las cuales, los alemanes lo mataron con una inyección de fenol.
6.La última carta a su madre: “No sé cuanto tiempo estaré aquí”.- «Querida madre, hacia finales de mayo llegué junto con un convoy ferroviario al campo de concentración de Auschwitz”… así empieza la última carta que escribió a su madre. Sabía lo que le esperaba y que no viviría mucho pero tranquiliza a su madre: “En cuanto a mí, todo va bien, querida madre. Puedes estar tranquila por mí y por mi salud, porque el buen Dios está en todas partes y piensa con gran amor en todos y en todo. Será mejor que no me escribas antes de que yo te mande otra carta porque no sé cuánto tiempo estaré aquí. Con cordiales saludos y besos, Raimundo».
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