Carlos García y Jara Zotes es un matrimonio español que cinco días después de casarse, decididió coger un avión rumbo Mozambique para pasar su luna de miel como misioneros en este país.
Él médico y ella farmacéutica pasaron su primer año de casados como misioneros en Nacuxa, donde los vicentinos coordinaban un instituto y un centro de salud. Ahora en España, y mientras esperan su primer hijo, no descartan regresar a la misión para poder enseñar a sus hijos una forma diferente de vivir: “La vida está para entregarla, no para únicamente disfrutarla”.
Desde Obras Misionales Pontificias ha entrevistado a este matrimonio para que dar a conocer la importancia de llevar a cabo una misión.
Por su interés reproducimos la entrevista integra:
¿Qué os movió a dedicar vuestro primer año de casados a la misión?
Los dos habíamos tenido experiencias previas de misión de corta duración (en verano, por 3 meses…) y ya una vez prometidos y conscientes de todo lo que habíamos recibido, sentimos que Dios nos llamaba a dar el salto y compartir la vida con aquellos que no han tenido tanta suerte como nosotros. Pensamos que era el momento adecuado, dejamos nuestros trabajos y nos embarcamos en la aventura 4 días después de darnos el “Sí quiero”, siempre confiando en que Dios no nos dejaría solos.
Los dos sois profesionales de la salud. ¿Os consideráis misioneros mientras hacéis labores sanitarias? ¿Qué os diferencia de un cooperante?
Efectivamente, creemos que lo que diferencia a un misionero de un cooperante está no tanto en “lo que haces” sino en “cómo lo haces”. Nosotros, con nuestras pobrezas y limitaciones, intentamos tratar a las personas que acudían a nosotros con todo el amor y dignidad posibles, viendo en ellos el rostro de Cristo. Intentamos que nuestro apoyo a las personas de la comunidad y los alumnos no solo fuera en lo sanitario, sino también en lo espiritual, abrazándolos en su totalidad independientemente de su religión o creencia (la mayoría eran musulmanes), como lo haría Cristo.
«Creemos que la mejor y más necesaria manera de continuar nuestro trabajo misionero como familia, es intentando dar ejemplo de entrega, amor y unidad en una sociedad en la que el matrimonio y la familia están en tela de juicio»
Ahora que estáis de nuevo en España, ¿cómo continuar este trabajo misionero como familia?
De vuelta en España, creemos que la mejor y más necesaria manera de continuar nuestro trabajo misionero como familia, es intentando dar ejemplo de entrega, amor y unidad en una sociedad en la que el matrimonio y la familia están en tela de juicio, desmoronándose. El vivir con un mayor desprendimiento material, más abiertos y comprometidos con las necesidades de nuestros hermanos, intentando dar testimonio de todo lo que hemos aprendido en la misión… ¡Todos podemos ser misioneros allá donde estemos!
¿Os planteáis volver a la misión en el futuro?
Sí, si Dios quiere nos gustaría enseñar a nuestros hijos que hay otra forma de vivir la vida. Otras realidades distintas a la nuestra, a las que no podemos dar la espalda.
El lema del Domund de este año es “Sé valiente, la misión te espera”. ¿Qué le dirías a jóvenes como vosotros?
Les diríamos que no tengan miedo, que la vida está para entregarla, no para únicamente disfrutarla. Que no pasa nada por no tener todo nuestro futuro controlado y que merece la pena alejarnos de nuestras comodidades y seguridades por salir al encuentro del otro. Porque amar te hace siempre más libre.
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