El padre Ignacio-María Doñoro, capellán castrense en excedencia, y fundador del Hogar Nazaret en Puerto Maldonado (Perú), una casa que acoge a niños que han sido víctimas de explotación sexual y de tráfico de órganos, ha estado muy cerca de morir después de que unos mafiosos le dieran una brutal paliza.

«Me encañonaron con una pistola en la sien. Tenía tres vértebras fuera y me dieron patadas en las heridas, pero gracias a Dios a los niños no les tocaron. Yo sobreviví porque me dieron por muerto» explica a Actuall el Padre Doñoro, quien desde hace meses era molesto para muchas mafias y asociaciones por su afán de acabar con esta lacra.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

Suscríbete a Actuall y así no caerás nunca en la tentación.

Suscríbete ahora

Tras lo ocurrido, y después de dos intentos más de matarle, Doñoro y los 25 niños que viven permanentemente en el Hogar Nazaret, tuvieron que huir hasta Callao (Perú), donde ahora han comenzado a construir su nueva vida.

«Tuvimos que salir a escondidas para no dejar ninguna pista. A los niños les hicimos creer que todo lo vivido hasta ese momento era parte de una película de pistoleros», detalla este sacerdote.

Y agrega que a pesar de estos incidentes,»se debe perdonar a los que nos hicieron esta barbaridad. Si quieren acabar conmigo, es porque algo estaré haciendo bien».

Padre Doñoro
El padre Doñoro bautiza a un militar en una misión internacional en Kosovo / Arzobispado Castrense

Ayudar a las víctimas de ETA

Pero la historia del padre Ignacio se remonta en 1989 con su vocación sacerdotal en parroquias de Cuenca, misiones en Bosnia o Kosovo en 1997 y luego en las Fuerzas Armadas como capellán militar en 2001.

“Siempre quise estar cerca de las víctimas del terrorismo porque eran las personas que más sufrían. Por ello, pedí al obispo que me mandará al lugar donde nadie quisiera ir»

Este sacerdote nada más aterrizar en el Ejército pidió dar servicio a la Guardia Civil que en esos momentos estaba siendo masacrada por los ataques de la banda terrorista ETA.

«Siempre quise estar cerca de las víctimas del terrorismo, porque eran las personas que más sufrían. Por ello, pedí al obispo que me mandará al lugar donde nadie quisiera ir. Y yo como bilbaíno, sabía que ese sitio era la Comandancia de la Guardia Civil de Inchaurrondo (San Sebastián)», explica.

La mirada de un nino que nunca olvidará

Mientras el padre Doñoro se encargaba de organizar talleres y viajes para los más pequeños que habían sido víctimas del terrorismo, un desconocido decidió darle tres millones de las antiguas pesetas, unos 20.000 euros, para que les comprase juguetes.

Sin embargo, y después de pensarlo durante muchos días, el sacerdote creyó que esos juguetes no eran lo que necesitaban los niños para ser felices. «Hablé con el director de la Policía y le pedí destinar ese dinero algún país del tercer mundo. Él me comentó que en El Salvador había muchas necesidades»,detalla Doñoro.

«Me encontré cientos de miles de mujeres con sus bebés muriéndose de hambre»

Fué hasta El Salvador para colaborar con las Hijas de la Caridad, que albergan a madres solteras con hijos y sin ningún recursos. Para Doñoro, el viaje a El Salvador significó un antes y un después en su vida.

«Allí me encontré cientos de miles de mujeres con sus bebés muriéndose de hambre. El pitido de un nino cuando se está muriendo es algo que se te graba en el corazón para toda la vida», se emociona.

El padre Doñoro junto a una niña del Hogar Nazaret/ Hogar Nazaret
El padre Doñoro junto a una niña del Hogar Nazaret/ Hogar Nazaret

Una noche en la que el padre Ignacio reflexionaba sobre todas las situaciones de dolor que estaba viviendo se levantó para escribir en una hoja todo lo que sentía. Y afirma que sólo se le venía a la cabeza la imagen de un nino con la camiseta del Real Madrid y con la parte izquierda de su cuerpo paralizada.

«Al día siguiente se lo conté a la hermana Rosa a la que le habían diagnosticado un cáncer y sólo le daban unos meses de vida, y me explicó que ese nino existía y que sus padres le habían vendido para tráfico de órganos», recuerda el sacerdote vasco.

Para salvar la vida del nino con malformaciones, el Padre Doñoro se hizo pasar por un traficante y pago por pequeño 27 dólares

Ni corto ni perezoso, Doñoro se hizo pasar por un traficante de órganos para salvar la vida del nino. «Cogí una camioneta y me fui a por él. Estaba desnudo, aunque le vistieron. Pregunté cuánto costaba el pequeño. Yo entendí 25.000 dólares cuando sólo llevaba 20.000, pero la persona que me acompañaba, y hablaba maya, me dijo sólo te pide 25 dólares. Decidí darle 27 e irme con el nino. Y sólo podía pensar: ese era el precio por la vida de un nino», asegura.

De camino al hospital, el nino se orinó dos veces, por lo que Doñoro, le confesó que era sacerdote y que había venido para ayudarle.»Realmente, puedo decir que vi la mirada de Dios reflejada en la cara de ese nino tan asustado pero con tantas ganas de vivir. Fue como una segunda vocación».

Con el tiempo, y con mucha dulzura, Manuel se recuperó rápidamente. A su regreso a España, el padre Ignacio puso en marcha la Asociación Vasca por la Hermandad con el fin de recaudar fondos para proyectos en El Salvador donde ha creado hogares para niños de la calle.

Un cobijo para niños vulnerables

Por otro lado, dirige la asociación Unida de Europa que construye casas para niños indigentes de Bogotá (Colombia), la asociación SOS en Tánger también para niños. Finalmente, en 2011, creó el Hogar Nazaret en la ciudad de Puerto Maldonado en Perú en la que ha dado cobijo a más de 400 niños y de donde ha tenido que huir hace unas semanas después de varios ataques perpetrados por un grupo armado.

Algunos ninos que el padre Doñoro acoge en el Hogar Nazaret / Hogar Nazaret
Algunos niños que el padre Doñoro acoge en el Hogar Nazaret / Hogar Nazaret

A pesar de ello, ahora construye un nuevo Hogar Nazaret en el que espera «acoger a todos los niños que lo necesiten»e insiste en que lo único que le pide a Dios es «seguir creando cientos de hogares en muchas partes del mundo».

Comentarios

Comentarios