Reproducimos por su interés el artículo de Álex del Rosal en Religión en Libertad:
Ignacio Echeverría, el héroe del monopatín, que fue acuchillado por tres terroristas yihadistas al enfrentarse a ellos para salvar la vida de un policía en Borough Market, junto al puente de Londres, podría ser declarado santo por la Iglesia católica.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEl Papa Francisco ha introducido nuevas normas para declarar santo a un miembro de la Iglesia: «La del ofrecimiento de la propia vida de aquellos que impulsados por el amor aceptan libre y voluntariamente una muerte cierta y en un breve plazo».
De esta manera, el Papa Francisco, gracias al Motu Proprio Maiorem hac dilectionem presentado ayer en el Vaticano, abre la puerta para que cristianos como Ignacio Echeverría, que han ofrecido su vida para salvar la de otros, puedan ser venerados como santos.
Tiene que existir un vínculo entre el ofrecimiento de la propia vida y la muerte prematura
El ofrecimiento de la “propia vida” se une a otras tres causas ya existentes para declarar santo a un cristiano: el martirio, las virtudes heroicas y las causas excepcionales.
Vidas que son admiración para la comunidad de los fieles
El Papa explica en el texto que recoge las nuevas normas para ser declarado santo que “es cierto que el heroico ofrecimiento de la vida, sugerido y sostenido por la caridad, expresa una verdadera, plena y ejemplar imitación de Cristo y, por lo tanto, es merecedor de aquella admiración que la comunidad de los fieles suele reservar a aquellos que voluntariamente han aceptado el martirio de sangre o han ejercido en grado heroico las virtudes cristianas”.
¿Qué criterios se deben cumplir para ser declarado santo por «ofrecimiento de la propia vida»?
Estos son los cinco criterios que se deben cumplir y que están explicitados en el Motu Propio Maiorem hac dilectionem del Papa Francisco:
a) ofrecimiento libre y voluntario de la propia vida y heroica aceptación propter caritatem de una muerte cierta y en breve plazo;
b) existencia de un vínculo entre el ofrecimiento de la propia vida y la muerte prematura;
c) ejercicio, al menos en grado ordinario, de las virtudes cristianas antes del ofrecimiento de la propia vida y, luego, hasta la muerte;
d) existencia de la fama de santidad y de signos de ella, al menos después de la muerte;
e) necesidad del milagro para la beatificación, sucedido después de la muerte del Siervo de Dios y por su intercesión.
¿Cumpliría Ignacio Echeverría, el héroe del monopatín, estos requisitos para que la Iglesia católica lo declarara santo?
Sobre los dos primeros requisitos que señala la Iglesia en este Motu Propio Maiorem hac dilectionem para declarar a una persona santa por «ofrecimiento de la propia vida», hay bastantes certezas que sugieren que Ignacio Echeverría ofreció su vida para salvar la de otra persona en un breve plazo.
Sobre el tercer requisito: «Ejercicio, al menos en grado ordinario, de las virtudes cristianas antes del ofrecimiento de la propia vida y, luego, hasta su muerte», hay muchos testimonios que atestiguan que Ignacio Echeverría era una persona profundamente religiosa y con virtudes cristianas.
Del abogado de banca de 39 años asesinado en Londres decía uno de sus familiares que «era una persona de principios, es que era todo bondad. La persona más recta que yo he conocido. Sensible, generoso y casi siempre sonriente”.
Acudía todos los domingos a misa y pertenecía a Acción Católica, un grupo de oración que suele reunirse semanalmente
Guillermo, amigo íntimo de Ignacio, comentaba que «»era una persona especial, una buena persona. Tenía un alma pura, era como un lago azul, no conocía la maldad ni la mentira, ni el cinismo, ni le hipocresía, ni la falsedad«.
Daniel Sevillano, párroco de la iglesia de San Miguel de Las Rozas, la parroquia de Ignacio Echeverría, conocía bien al héroe del monopatín. Dice de él que acudía todos los domingos a misa y pertenecía a Acción Católica, un grupo de oración que suele reunirse semanalmente. El sacerdote explica que era una «persona tímida profundamente cristiana«, y que «con la mirada te decía muchas cosas».
Defendía la fe en Internet
Ignacio Echeverría usaba poco su cuenta de Facebook, y casi siempre para poner fotos o vídeos de skating y monopatín. La excepción fue un mensaje de denuncia en 2012 cuando la Unión Europea presionó a Eslovaquia para que retirara sus monedas de dos euros con la cruz eslava de su bandera y la imagen de San Cirilo y San Metodio (patronos de Europa y creadores del alfabeto cirílico).
Un católico convencido
Sus amigos califican a Ignacio como «muy religioso y católico convencido«, y no faltaba nunca a misa el domingo. “Creía mucho, lo sentía mucho”, asegura uno de sus mejores amigos.
Los bonos de recompensa en el trabajo los gastaba en invitar a amigos, familiares y en regalos para los sobrinos
Su hermano Joaquín lo describe de esta manera: «Era un hombre religioso; todos los domingos iba a misa. Era recto; trabajó en prevención de delitos económicos y de lavado de dinero y muchas veces se jugó su trabajo para que se hicieran correctamente las cosas o por dejar por escrito su desacuerdo.
Era jovial y le gustaba hacer deporte con gente de todas las edades. Era capaz de trasnochar para ayudar de país a país a que una sobrina suya pudiera usar la tablet que él le había regalado. Los bonos de recompensa en el trabajo los gastaba en invitar a amigos, familiares y en regalos para los sobrinos. Tenía doble titulación en Derecho, por la Complutense y la Sorbona, de París. Era muy metódico y constante».
Sobre los dos últimos criterios que señala el Papa Francisco para ser declarado santo por este nuevo camino de canonización por «ofrecimiento de la propia vida”, se precisaría la «existencia de la fama de santidad y de signos de ella, al menos después de la muerte», además de la «necesidad del milagro para la beatificación«.
Sobre estos dos criterios, la Iglesia debería esperar un tiempo prudencial para confirmar que Dios, en su infinita misericordia, ha elegido a Ignacio Echeverría como un intercesor suyo para mostrar al mundo su Amor, mostrándole como modelo de vida cristiana.