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La homofobia no se recoge en el manual diagnóstico y estadístico de enfermedades mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría. Los grupos de presión LGTBI utilizan la "homofobia" para descalificar a todo el que discrepa de la ideología de género.

La homofobia no existe en el manual diagnóstico y estadístico de las enfermedades mentales (DSM) elaborado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría. La homofobia "es el insulto impuesto más exitoso porque ha sido instalado en la opinión pública y en el lenguaje", asegura Nicolás Márquez.

Es el primer caso de persecución legal después de que el supremo Tribunal Federal brasileña equiparó la 'homofobia' al crimen de racismo. “Yo mismo podría ser acusado de homofobia” anunció el sacerdote dos semanas después de que se habilitara la disposición que equipara racismo y homofobia.

Algunas de las señales, similares a las que indican peligro, sustituyen curvas peligrosas o animales por elementos como un corazón multicolor. Se han instalado trece en lugares de ocio juvenil, con mensajes como "prohibido la homofobia" o iconos de parejas del mismo sexo.

Farrell, que estaba sentado con la alumna Kasey, afirmó profesar la fe cristiana y que le dijo al maestro que no podían “aceptar lo LGTBI” debido a su religión. Ambas familias insisten en que sus hijos no hicieron comentarios homofóbicos y la versión de los niños es apoyada por otros niños.

Lo que multitud de medios están presentando como una condena por besarse con una mujer, en realidad es una condena por agredir a dos agentes de policía. Con estas manipulaciones, muchos medios están dando lugar a algo muy peligroso, y es que determinadas personas se crean con derecho a ir de víctimas aunque estén saltándose la ley.

Dado que en el lenguaje común de los medios y las denuncias públicas se considera 'homofobia' toda opinión contraria a la práctica homosexualidad o incluso a su hegemonía cultural y política, tenemos ya la tríada: una opinión que es una enfermedad mental y un delito.

Me cuesta dejar de ser machista y homófoba. Yo no puedo, como mi ejemplar ministra, defensora de las mujeres y gayfriendly, despreciar a mujeres y homosexuales. En cambio, aborrezco los lobbies feminista y LGBTI, y su utilización de mujeres y homosexuales en propio beneficio. Todo lo hago al revés.

Sostener algo que contradiga la vulgata progre no es ser meramente un disidente, sino un orate. No es cosa nueva, que lo mismo sucedía a menudo con los disidentes en la Unión Soviética.