Imagen referencial /Flickr inorgánico.
Imagen referencial /Flickr inorgánico.

Aprovechando las vacaciones de agosto, la Asamblea Nacional Francesa ha legalizado el aborto hasta el momento del nacimiento en el caso de que la madre alegue «angustia psicosocial». Sin duda este concepto recuerda al “grave peligro para la salud física o psíquica de la embarazada” que los socialistas introdujeron en la Ley del 1985 y que convirtió al aborto en una práctica socialmente extendida en nuestro país.

Cuesta imaginar que una persona de buena voluntad pueda estar de acuerdo con este nuevo supuesto que se ha aprobado en Francia. Se trata de despedazar en el vientre materno a un bebé al que quedan unos pocos días para nacer, que tiene plena actividad cerebral, reconoce la voz de su madre y tiene desarrollados la mayoría de sus sentidos. Un ser humano perfectamente completado y que es plenamente viable fuera del vientre de su madre, que va a ser asesinado de forma cruenta, va a sentir dolor y a ser plenamente consciente de que está siendo descuartizado.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

Suscríbete a Actuall y así no caerás nunca en la tentación.

Suscríbete ahora

¿Cómo puede estar de acuerdo alguien con esta barbaridad? ¿Hay forma de justificar moralmente esta terrible actuación?

La explicación la tenemos en los escritos de Peter Singer, filósofo australiano y catedrático de la universidad de Princeton, convertido en nuestros días en uno de los referentes éticos de la izquierda occidental.

«Singer afirma que no existe un momento en el que se pueda decir que un feto se convierte en un ser humano»

Para Peter Singer, la defensa del aborto legal se ha basado siempre en destruir el siguiente silogismo:

  • Esta mal matar a un ser humano inocente
  • El feto es un ser humano inocente
  • Está mal matar a un feto

En su libro «Repensar la vida y la muerte», Singer afirma que, dado que este es un silogismo correctamente construido, la mayoría de los abortistas que se molestan en tratar de justificar moralmente el aborto, basan su posición en que el embrión se vuelve «humano» en algún momento posterior a la concepción. Por ejemplo, cuando surge la actividad cerebral. Así, abortar un feto de unas pocas semanas, no sería matar a un ser humano, sino terminar con un conjunto de células que no llega a constituir una persona.

Al contrario que estos abortistas, Singer afirma que el desarrollo de la persona es un proceso gradual y que no existe un momento en el que se pueda decir que un feto se convierte en un ser humano. La novedad que aporta Singer al debate del aborto es que, para él, el feto es un ser humano, pero no por ello tiene derecho a la vida.

«El razonamiento de Peter Singer abre la puerta al aborto en cualquier momento del embarazo, al infanticidio»

Y es que Singer no ataca la segunda parte del silogismo, sino la primera. No es nuestra naturaleza humana lo que nos confiere el derecho a la vida. El derecho a la vida lo tenemos por estar dotados de consciencia de nosotros mismos. No en vano, Peter Singer es también promotor del proyecto Gran Simio, que pretende reconocer a orangutanes, gorilas y chimpancés determinados derechos fundamentales argumentando que son seres que tienen conciencia de sí mismos.

El razonamiento de Peter Singer abre la puerta al aborto en cualquier momento del embarazo, al infanticidio e incluso a la eliminación de personas que tienen determinados trastornos mentales.  

Un bebé de pocos días, un anciano con Alzehimer o un niño autista de 10 años no deberían, según este planteamiento, tener un derecho absoluto a la vida. Si el sufrimiento que esos seres humanos causan en otras personas es mayor que el disfrute que ellos tienen de su vida, no hay argumento moral alguno que nos impida eliminar esas vidas. Como buen utilitarista, para Singer lo importante es maximizar la felicidad de todas las personas implicadas en la situación.

La sociedad consumista ha convertido a los hijos en un objeto de consumo más. Que solo son deseados cuando son planificados y son perfectos

Al final, el supuesto progresismo nos lleva a la misma solución que los nazis diseñaron en su programa de Eutanasia en los años 30, que consistía en asesinar de forma indolora a las personas discapacitadas, consideradas una rémora para la Gran Alemania.

En nuestro caso, estos asesinatos legales no se realizan al amparo de la grandeza de la nación o la pureza de una raza, sino que son parte del culto al individualismo más extremo que impregna la sociedad consumista.  

El objetivo de leyes como la francesa no es otro que facultar a los ciudadanos para deshacerse de forma impune de cualquier hijo no deseado, ya sea porque no estaba en nuestros planes o porque tiene algún tipo de discapacidad con la que no queremos cargar. La sociedad consumista ha convertido a los hijos en un objeto de consumo más. Que solo son deseados cuando son planificados y son perfectos.

Si vienen en un momento imprevisto o no pasan el control de calidad, el consumidor tiene derecho a devolver la mercancía. Lo único que hace la ley aprobada en Francia en ampliar el plazo de devolución.

Comentarios

Comentarios