Así es Carmen Álvarez, la joven con síndrome de Down que triunfa con su marca de bisutería / Twitter Carmelamola
Así es Carmen Álvarez, la joven con síndrome de Down que triunfa con su marca de bisutería / Twitter Carmelamola

Carmen Álvarez Rodríguez tiene dieciséis años y es muy presumida. Nunca le falta una sonrisa. Además, es una gran emprendedora que acaba de sacar al mercado, con el respaldo de su familia, su propia marca de bisutería: Carmelamola. Y sí, Carmen tiene síndrome de Down.

«Carmelamola es un proyecto de pulseras y colgantes. Me encanta y le dedico tiempo los sábados y los domingos», comenta Carmen en declaraciones a Efe, mientras muestra el estudio que emplea en su casa en A Coruña.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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A pesar de que el proyecto sólo tiene dos meses de vida,  ya tiene pedidos de toda España e, incluso, de otros países como Suiza. 

Rompiendo barreras

Confiesa que le encanta la música y ponerse agua. Por ello, prepara cada joya con mucho mimo y bajo una lupa que necesita porque tiene miopía y cataratas.

Su padre, Manuel, que preside Down Coruña y es miembro de la junta directiva de Down España, explica que las personas que tienen síndrome de Down «no tienen la misma psicomotricidad que el resto y necesitan desarrollarla», para lo que hay «mil técnicas» que ayudan a tareas que pueden parecer tan básicas, como abotonarse.

Uno de los diseños de Carmen, la joven con síndrome de Down / Twitter Carmelamola
Uno de los diseños de Carmen, la joven con síndrome de Down / Twitter Carmelamola

Y explica: «Para trabajar la psicomotricidad fina de Carmen, que desde pequeña siempre fue superpresumida, Ana -su madre- tuvo la buena idea de proponerle hacer lo que más le gusta. Con eso conseguimos que preste atención a la tarea durante más tiempo».

Invitada de honor a un salón de moda

Ana, que trabaja en la TVG, luce los collares de su hija desde hace mucho tiempo: «Mucha gente me los veía y me preguntaba por ellos, les decía que los hacía mi hija y los querían comprar. De ahí surgió la idea», relata.

Sus collares y pendientes fueron triunfando hasta el punto de que Carmen, conocida como Carmela en casa, fue invitada al salón de moda Ecomfashion hace unas semanas y allí triunfó: «Al público le gustaron los modelos que estaban expuestos sin saber que los hacía ella. Si la gente los compra, es porque gustan. Lo que hace, mola, y mola más por todo lo que tiene detrás», continúa explicando su padre.

Así es Carmen Álvarez, la joven con síndrome de Down que triunfa con su marca de bisutería / Twitter Carmelamola
Así es Carmen Álvarez, la joven con síndrome de Down que triunfa con su marca de bisutería / Twitter Carmelamola

Un proyecto en familia

La madre de Carmen es la encargada de hacer los diseños, aunque su hija cada día es más autónoma. Así desarrolla sus habilidades con maña mientras «reconoce colores y organiza piezas».

La familia está tan involucrada en el proyecto que no sólo trabaja su madre con Carmen, sino que además su padre se ocupa de las redes sociales y su hermana pequeña, Sara, de catorce años, preparó la página web donde están los productos a la venta. Lo hizo bajo el símbolo de tres letras X rojas, en referencia al cromosoma extra que tienen las personas con síndrome de Down.

Manuel relata que en agosto Carmen tendrá diecisiete años y  acaba el colegio. «Lo habitual es pensar en una formación prelaboral, buscarle un empleo y formarla para eso. En este caso, pensamos que por qué no puede ser ella emprendedora», agrega.

Ejemplo de para los jóvenes 

«Parece que emprendimiento y diversidad son difíciles de utilizar en la misma frase. ¿Te imaginas que esto funcione y que su empresa pueda contratar a personas como ella o diferentes a ella?», reflexiona.

Uno de los diseños de Carmen, la joven con síndrome de Down / Twitter Carmelamola
Uno de los diseños de Carmen, la joven con síndrome de Down / Twitter Carmelamola

De hecho, la madre de una joven invidente ya se ha puesto en contacto con la familia Álvarez Rodríguez para que su hija pueda colaborar con Carmen.

«Esto no deja de ser una aventura. ¿A dónde nos lleva? No lo sabemos, pero no nos preocupa. Verla feliz, ver el subidón que tiene de autoestima, no hay dinero que lo pague», concluye orgulloso su padre.

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