Leo este artículo de La Sexta, en base a unos comentarios en la red social Twitter, donde una hija de una enferma de Alzheimer pide «muerte digna» para hacer morir de hambre y sed a su madre. Quiere retirarle el cuidado más básico: la alimentación.
No me parece que haya nada digno, la verdad, en dejar morir de hambre y sed a una madre, más cuando esta madre ha dado la vida a su hija, le dio el alimento y el necesario sustento en su vientre y luego durante toda su infancia, adolescencia y juventud. ¡Dejar morir de sed no es digno!, sino todo lo contrario. No es ni humano ni humanitario. Debiera estar prohibido provocar una muerte tan cruel, con todo el sufrimiento y dolores que provoca la inanición.
En el caso de esta enferma de Alzheimer que tiene privada su capacidad mental, y al contrario que en los tristes casos en los que algún juez ordenó la muerte por inanición de seres humanos de algún modo incapacitados, la juez se ha opuesto a la petición de los familiares de hacer morir de hambre a Guillermina Freniche.
Para justificar la petición de muerte, la hija además pretende privarla de «alma». Dice que «hace 14 años que empezamos a sufrir, y 7 que nos dejó en alma». Y yo me pregunto, ¿es que el alma puede perderse o negarse por una enfermedad?, ¡sin duda que no! Una enfermedad podrá mermar la capacidad intelectiva, pero el alma nunca. El ánima de nuestro cuerpo o alma que nos anima mientras estamos vivos siempre está presente, como seres humano que somos, y la vida de un ser humano es digna siempre. Así lo recoge el juramento hipocrático médico, -aunque algunos lo quieren cambiar, pues molesta muy mucho para perpetrar abortos y otras muertes provocadas-.
No es la primera vez que se pretende negar el alma para esclavizar o matar a seres humanos. Es una táctica antigua, se ha usado a lo largo de la historia, cuando algunos pretendían justificar lo injustificable para disculpar su trato inhumano con respecto a seres humanos esclavizados o pertenecientes a otras razas, a otros pueblos o regiones, también con respecto a las mujeres, y actualmente se pretende negar el alma, como vemos por el artículo de La Sexta, a los enfermos cuando molestan – también a los seres humanos aún por nacer, que son abortados a diario en España a razón de 300 al día-.
La hija de Guillermina también confunde así la «eutanasia» con los «cuidados paliativos», porque dice pedir para su madre «unos cuidados paliativos» cuando lo que está pidiendo para ella es la muerte inmediata por hambre. La juez en este caso, es quien realmente quiere cuidar a su madre, alimentarla y no provocar en ella una muerte indigna.
Sin duda esta confusión, malintencionada, proviene de asociaciones, partidos políticos y medios de comunicación que tienen interés en promover el negocio de la muerte. Una muerte que ni tan siquiera piden los enfermos, quienes cuando se les facilita buenos y auténticos cuidados paliativos, que les permiten vivir sin dolor y bien cuidados y muy atendidos lo que tienen es una vida muy digna y no quieren ni piden nunca la muerte para ellos.
(Ver el III congreso o Jornada Científica de Derecho a Vivir, en el 2015, que en parte versó sobre los Cuidados Paliativos, con destacados expertos de España en este campo. Véase el vídeo a partir del minuto: 1:52:00).
Señalar que la eutanasia es definida como la intervención voluntaria que acelera la muerte de un enfermo terminal con la intención de evitar sufrimiento y dolor en el paciente. Sin embargo, el Alzheimer no es una enfermedad terminal, Guillermina no tiene dolores. Entonces, ¿qué plantea La Sexta?, ¿la muerte de un enfermo para evitar sufrimiento o molestias, no del enfermo, sino de sus familiares? ¿Qué viene luego?, ¿la muerte provocada, sobre alguien inocente, para evitar perjuicios a las arcas públicas, al centro de salud, al médico, a la enfermera que lo tienen que atender? ¿En qué nivel de pretender la muerte para otros estamos ya?
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