La mayoría de las mujeres que abortan aseguran que su decisión no fue totalmente libre; sabían que lo que se aborta es un ser humano; que fue una de las decisiones más difíciles de su vida y que sufrieron presiones para hacerlo.
Son sólo algunos de los reveladores datos que presenta una nueva investigación científica sobre la experiencia emocional de las mujeres que se someten a un aborto recientemente publicada por el número de invierno del Journal of American Physicians and Surgeons, revista de la Asociación Americana de Médicos y Cirujanos.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahora¿Aborto libre?
Según la investigación, el 73,8% rechazó la idea de que su decisión de abortar «estuviera completamente libre de la presión sutil de otros». Además, el 58,3% de las mujeres reconoce que lo hizo bajo la idea de «hacer felices a otros» y casi 3 de cada 10 reconoce que abortó «por miedo a perder a su pareja» si no lo hacía.
Todo ello, pese a que la mitad reconoce que en el momento de abortar tenía la conciencia de que estaba acabando con la vida de un ser humano (49,2%); casi 7 de cada 10 aseguraron que «sabían en sus corazones que estaban cometiendo un error» y que abortar fue «una de las decisiones más difíciles de sus vidas» para el 67,5%.
El aborto es percibido de forma positiva sólo en la medida en que es detonante de un nuevo compromiso en defensa de la vida humana o de un camino de sanación personal
¿Hay algo positivo en abortar?
«¿Cuáles son los aspectos positivos más importantes, si los hay, que provienen de su decisión de abortar?» preguntaron los responsables del estudio. Y la respuesta fue taxativa para el 31,6% de las encuestadas: Nada.
En este sentido, una de las participantes en el estudio subraya: «Nada, no hay aspectos positivos. Mi vida no es mejor, es mucho peor. Llevo el dolor de un niño perdido para siempre«.
Sin embargo, algunas encuentran algunos aspectos positivos tras el aborto: encontrar un camino de profundización espiritual para lograr el perdón (17,5%) o aprovechar su experiencia para apoyar el trabajo de ayuda a la mujer en riesgo de aborto.
«Como voluntaria de un centro de embarazos de crisis he sido capaz de aconsejar a la mayoría de las personas que piensan en un aborto que esperen al menos hasta que puedan ver una ecografía antes de tomar decisiones […] probablemente no habría llegado a ser una voluntaria si no hubiera sido por el aborto que realicé«, señala una encuestada.
En este mismo sentido, el 8.9% entiende como un efecto positivo haber encontrado el sentido de su vida en la divulgación por escrito o de palabra de su experiencia para ayudar a otras mujeres: «Ojalá alguien aprenda de mi locura» señalan.
Y el 6,4 %, además se ha convertido en una activista comprometida en los grupos provida a través de conferencias, terapias de ayuda, realización de entrevistas en medios de comunicación y participación en campañas por una legislación que defienda mejor la vida humana.
«La consecuencia más negativa es estar enfadada conmigo misma por haber abortado tres niños. La secuela del aborto es la destrucción del alma» explica una de las encuestadas
Aspectos negativos
Casi la cuarta parte de las mujeres (23,7%) considera que el aspecto negativo más importante de haber abortado es la pérdida de una vida humana. Y lo expresan con crudeza:
«Mi hijo está muerto porque yo lo elegí. He gastado años de ira, verguenza y dolor. Aquello dañó mi relación con mi marido, mis hijos y mi dios. Durante 30 años no se lo conté a nadie salvo a mi marido. Mi dolor le sobrepasaba y le dejaba impotente y avergonzado. Durante años lloré cada domingo en la iglesia, experimenté oscuras depresiones, pensamientos de suicidio y episodios de ira».
El 14.4% explica que ha sufrido depresión, un porcentaje similar a las que confiensan que lo peor es el sentimiento de culpa y los remordimientos: «Tengo una enorme culpa y remordimiento. Me mantiene triste todo el tiempo […] Me odio a mí misma por tomar aquella decisión y no puedo volver atrás, arreglarlo o mejorarlo».
«Echo de menos a mis hijos perdidos y lamento que robara a mis hijos vivos a sus hermanos gemelos a través del aborto»
Estos sentimientos de odio y desprecio por una misma son compartidos por el 12,4% de las encuestadas: «La consecuencia más negativa es estar enfadada conmigo misma por haber abortado tres niños. La secuela del aborto es la destrucción del alma».
Para el 10,9% de los casos, la peor consecuencia del aborto es la vergüenza. «Una sensación de vergüenza y culpa me acompaña siempre desde que aborté. […] Echo de menos a mis hijos perdidos y lamento que robara a mis hijos vivos a sus hermanos gemelos a través del aborto», explica una madr que abortó.
Otras madres señalan que entre los peores efectos de haber abortado a sus hijos se encuentran haber caído en la drogadicción y el alcoholismo (9%), desarrollar comportamientos autodestructivos incluidos la promiscuidad sexual y el autocastigo (7,7%) o una caída de su autoestima (7,6%).
También refieren como consecuencias especialmente perversas de abortar el sentimiento de ansiedad y miedo (7,1%) o, incluso, los pensamientos suicidas (6,2%).
Ayuda psicológica
Para los responsables del estudio, resulta relevante destacar que sólo el 13% de las mujeres había recibido tratamiento psicológico o psiquiátrico antes de abortar, mientras que el 67,5% necesitó de esta ayuda médica profesional después de la primera ocasión en que decidieron terminar con la vida de su bebé.
De estos datos se deduce que el aborto es un factor determinante que multiplica por cinco las posibilidades de que una mujer acuda a profesionales de la Psicología, la Psiquiatría o ambos.
Aún más. Sólo seis de cada diez mujeres aseguraron que tomaban medicinas prescritas por estos profesionales antes de abortar, cifra que se eleva hasta el 51% después de pasar por el fatal trance del aborto.
Perfil de las encuestadas
La recogida de datos para el estudio se realizó de forma telemática en los Estados Unidos con la participación espontánea de 987 mujeres de casi todos los estados de la unión, excepto Hawai. El 65% de las madres de la muestra tenían entre 40 y 60 años; la inmensa mayoría son de raza blanca (85%) y casadas (76%).
De cada diez mujeres, siete habían sufrido un solo aborto (69,8%), aunque en algunos casos se reportaron hasta 9 abortos. La mayoría de ellas tenía menos de 21 años en el momento de abortar por primera vez (70%).