Hace ahora poco más de un año que nuestros vecinos portugueses dijeron ‘No’ a cuatro proyectos legislativos que daban el OK a la despenalización de la muerte asistida propuesta por el Partido Socialista, el Bloque de Izquierda, Los Verdes y el Partido de las Personas, los Animales y la Naturaleza. 

Escribo este artículo después de conocer que el PSOE de Pedro Sánchez ha inaugurado la legislatura registrando en el Congreso de Diputados -hace hoy una semana- su ley de eutanasia, como ha denunciado por cierto la plataforma Derecho a Vivir.  A ello se une el texto de Unidas Podemos pidiendo que la eutanasia sea registrada como “muerte natural”. 

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También Derecho a Vivir ha puesto en marcha una petición ciudadana (que ha logrado el apoyo de casi 20.000 personas) para pedir a los líderes del Partido Popular, Ciudadanos y Vox que digna “no” a la eutanasia incluso antes de que se inaugure la legislatura. 

¿Qué pasó en Portugal en 2018 para que se diera carpetazo a la legislación de la eutanasia? Pues algo inesperado: que los diputados del Partido Comunista Portugués se sumaron al Centro Democrático Social (CDS) e impidieron que la eutanasia o muerte asistida se legalizara en la nación lusa. Además, los socialistas tuvieron libertad de voto y muchos de ellos se abstuvieron. Como remate, el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, había asegurado que tenía intención de vetar la ley de eutanasia. 

En definitiva, según cuentan los medios, el proyecto pro eutanasia en Portugal fue rechazado por cinco votos dado que 115 diputados votaron en contra y 110 a favor. La sociedad portuguesa se movilizó a las puertas del parlamento con lemas como ‘Sí a la vida, no a la eutanasia’ o ‘La eutanasia es una receta para el maltrato de las personas mayores’. Los médicos portugueses también se opusieron esgrimiendo los principios de su profesión. 

La mayoría de los médicos y otros profesionales de la sanidad, no están por la labor de anticipar la muerte de sus pacientes

Mientras me adentro con curiosidad y envidia en la experiencia portuguesa reviso en mis correos electrónicos de hace un año y encuentro una verdadera joya. Se trata de la intervención de la diputada del CDS Isabel Galriça Neto, que es también médico especialista en cuidados paliativos, en el debate sobre las leyes a favor de la eutanasia el 29 de mayo de 2018 en Portugal. El texto completo lo tienen en este enlace. 

Por mi parte, me limito a reproducir (con ligeros retoques de estilo de redacción) algunas frases pronunciadas por la mencionada legisladora en esa histórica sesión en la que la eutanasia se frenó en nuestro país vecino:

-La dignidad es un valor intrínseco del ser humano, e independientemente de las circunstancias, no hay vidas que valgan la pena ser vividas y otras no.

-El sufrimiento destructivo al final de la vida no es aceptable, y se puede tratar. Pero es inhumano considerar que, para acabar con ese sufrimiento, se tiene que eliminar a aquel que sufre.

-De lo que verdaderamente estamos hablando es del ‘derecho’ a ser muerto a manos de otro, derecho que no existe.

[En la eutanasia] estarán implicados terceros que son verdaderamente quienes van a decidir sobre cualquier solicitud y quienes ejecutan la muerte.

-Se trata de autorizar que médicos o enfermeros anticipen la muerte. Ellos que, reiteradamente, como colectivo, nos dicen que esta actuación viola sus principios, y que la ejecución de un homicidio solicitado no es una terapia, no es un tratamiento médico.

-No es la autonomía de las personas enfermas la que se refuerza, es el poder de terceros sobre la vida de otro el que aumenta, hecho innegablemente peligroso.

[La eutanasia] desprotege a los más vulnerables, a los que tienen menos apoyos sociales, a los millares que no tienen acceso a los cuidados paliativos, a los que viven en situaciones de deficiencia.

-¿Por qué ignorar la realidad de los pocos países en que la eutanasia está legalizada, con leyes semejantes a las que hoy debatimos, como Holanda, Bélgica o Canadá, donde se practica la eutanasia a personas con enfermedades mentales, personas en luto, personas que no están en fin de vida, personas recién diagnosticadas o portadoras de deficiencias pero con miedo a su futuro? 

-¿Por qué repetir el error?

¿Por qué ignorar que leyes semejantes ya fueron reprobadas, por dudas sobre su seguridad, en parlamentos como los de Gran Bretaña o Finlandia?

No resolveremos el problema [del sufrimiento] eliminando a aquel que sufre, antes bien interviniendo activamente para que esas personas puedan vivir de otra forma.

-No pretendemos un sufrimiento disruptivo y sin acompañamiento de las personas al final de la vida. Esa es una realidad hoy felizmente tratable y modificable por los cuidados paliativos, que divergen en todo de la eutanasia en la naturaleza de sus objetivos y en sus medios.

-La pregunta a la que tenemos que responder no es cómo queremos que ejecuten nuestra muerte sino cómo queremos que nos ayuden a vivir hasta el final de nuestros días. 

Personalmente, creo que el debate sobre la legalización de la eutanasia no es fácil. Sus partidarios llevan mucho camino andado. Pero también estoy convencida, porque escuché a un activista proeutanasia decirlo, que la mayoría de los médicos y otros profesionales de la sanidad, no están por la labor de anticipar la muerte de sus pacientes. Queda mucho por hacer, explicar, aclarar y denunciar. Lo que desde luego no podemos permitir es quedarnos de brazos cruzados esperando que promotores de la cultura de la muerte como Pedro Sánchez o Pablo Iglesias decidan, por ley, cuándo y cómo nos van a matar.

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