El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, afirma que el proyecto de ley de eutanasia del Gobierno constituye «un nuevo ataque a la dignidad de la persona» y «una nueva actuación de la cultura de la muerte», cuando lo que debe es dedicar más medios a cuidados paliativos para «matar» el dolor de los enfermos y no a éstos, pero sin llegar al encarnizamiento terapéutico, pues tampoco hay que «prolongar la vida a toda costa».
Así lo señala monseñor Fernández en su carta semanal, recogida por Europa Press, en la que explica que con la nueva Ley quedará «legalizada la eutanasia y el suicidio asistido, como reconociendo el ‘derecho’ que toda persona con una enfermedad irreversible tiene a eliminar esa situación, eliminando su vida», cuando, en realidad, «nos encontramos ante un nuevo ataque a la dignidad de la persona, y ante una nueva actuación de la cultura de la muerte».
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Suscríbete ahoraEn este sentido, el obispo precisa que la eutanasia «consiste en poner fin a la vida de un paciente, y hacerlo deliberadamente, o con una sustancia letal o dejando de administrarle los cuidados ordinarios para sobrevivir. El objetivo de la eutanasia es poner fin al sufrimiento, y el suicidio asistido consiste en proporcionar al enfermo, a petición propia, los medios necesarios para que se consume el suicidio».
Ante esto, Demetrio Fernández ha indicado que «la atención al enfermo, por muy extrema que sea su situación y por muy altos que sean sus dolores, ha de estar inspirada por el amor a la persona, por el respeto a su dignidad humana, por el amor a la vida en toda circunstancia, y especialmente cuando esa vida es débil y vulnerable», sin olvidar que «a nadie le está permitido matar a otro por ninguna razón».
Pero es que, además, según ha argumentado, «con la ayuda de la ciencia, hoy es posible mitigar e incluso eliminar del todo el dolor sin necesidad de eliminar la vida de la persona. Eso se llama cuidados paliativos. Matemos, por tanto, el dolor, pero respetemos la persona, respetemos la vida, porque la vida es un don de Dios y nadie puede disponer de la vida, ni en su comienzo, ni en su final».
En los cuidados paliativos, según ha destacado el obispo, «es legítimo aplicar la sedación paliativa, donde se administran bajo control médico fármacos que eliminan el dolor. En este campo la ciencia ha avanzado notablemente, y la ciencia en este caso trabaja en favor del hombre», y «los entendidos en este campo de la medicina y los que trabajan con enfermos no se cansan de repetir que falta una política y un desarrollo de los cuidados paliativos».
De hecho, según ha lamentado Demetrio Fernández, «todavía en nuestra sociedad son miles de personas a las que no llegan tales cuidados, porque no hay presupuesto, ni medios, ni personal dedicado a ello». Por eso, «más que una ley de eutanasia, hay que poner en marcha una línea de investigación y el objetivo de llegar a todos los que necesiten tales cuidados paliativos, y que nadie se vea privado de tales medios y de la atención personalizada, cuando le llega la necesidad».
En cualquier caso, según ha aclarado el obispo, «no se trata de prolongar la vida indefinidamente y a toda costa, empleando medios desproporcionados para mantener esa vida al precio que sea. Se puede caer por este camino en el encarnizamiento terapéutico que, en definitiva, alarga el sufrimiento que padece el enfermo y de quienes le rodean».
En consecuencia, «dejemos que la persona muera en su momento, sin que le falten los medios ordinarios, pero sin necesidad de recurrir a medios extraordinarios para prolongar aquello sea como sea», porque «Dios nos ha enseñado a amar la vida, pero no hemos de temer la muerte», insistiendo el obispo en que «a nadie le está permitido matar a nadie, ni siquiera por la compasión de suprimir el dolor. Matemos el dolor, no matemos al enfermo».