El impulsor de la fecundación in vitro -también para parejas lesbianas- en Canadá y fundador de la organización abortista Canadians for Choice (Canadienses por el Derecho a Decidir), Norman Barwin, está acusado de usar su propio esperma para inseminar clientes.
El expresidente de Planned Parenthood en Canadá y presidente de la Canadian Fertility Society [Sociedad Canadiense de Fertilidad], ya fue acusado en 2013 de negligencia por cuatro mujeres a las que había inseminado confundiendo las muestras.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraPor este motivo le fue retirado el permiso para ejercer como médico así como la distinción Orden de Canadá que recibió en 1997 «por su profundo impacto en los aspectos biológicos y psicosociales de la salud reproductiva de la mujer».
Barwin no tuvo más remedio que admitir estos cuatro casos sucedidos entre 1986 y 2007, aunque en 2012 llegó a un acuerdo judicial secreto con dos de las víctimas. Además desde 2014 ya no ejerce como ginecólogo.
Una respuesta displicente
Pero la última acusación es aún más grave: el pasado 1 de noviembre una demanda presentada ante el Tribunal Superior de Ontario le acusaba de haber utilizado su propio semen para dejar embarazadas a algunas de sus pacientes, cuyas hijas han descubierto años después quién era su padre.
Así le sucedió a la joven de 25 años natural de Vancouver Kat Palmer, que se enteró durante su adolescencia que fue concebida por el esperma de un donante. Hija única, al conocer la noticia solicitó la ayuda de Broadview Fertility Clinic, la clínica del doctor Barwin en Ottawa, donde su madre había sido inseminada. La respuesta del médico no pudo ser más displicente: «Eres una persona adulta, tienes una carrera, tienes una buena pareja, ¿qué más quieres?».
Rebecca y Kat descubrieron que eran hermanastras por vía paterna: el médico que había inseminado a sus madres lo hizo con el semen propio y no con el de sus padres
La joven Kat no supo toda la verdad hasta que introdujo su propio ADN en la base de datos Family Tree DNA, que reveló que su ascendencia paterna era judía ashkenazi, y la relacionaba genéticamente con un primo segundo en Nueva York que resultó ser pariente de Barwin. En 2015 el propio médico le confirmó por email que era su padre biológico.
El mismo caso es el de Rebecca Dixon, de 26 años, que conoció este año por casualidad que su padre no era su padre biológico. Y todo porque le diagnosticaron la enfermedad celiaca, para la que existe una predisposición genética que, sin embargo, no existía en su familia. Así, en abril de 2016 un test de paternidad confirmó que al que había creído como padre no lo era.
Más adelante que un análisis genético entre Kat y Rebecca confirmó el escándalo: eran hermanastras por vía paterna, o sea, el médico era el padre de ambas.