Dos mujeres con mascarilla en Barcelona /EFE
Dos mujeres con mascarilla en Barcelona /EFE

Veo con creciente preocupación la división visceral que se infiltra en familias, grupos, entidades de todo tipo… tomando posturas cada vez más enfrentadas, más enconadas. Personalmente, me he encontrado hasta con descalificaciones personales en algunos foros, llamándome tanto «conspiranoico negacionista» como «colaboracionista traidor»…

El niega-covidiano niega la pandemia. Para él es un invento de los poderes ocultos del globalismo. Llega a decir que los muertos no existen y que si existen los están matando en los hospitales por órdenes de Soros o no sé qué mandamases mundiales.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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El híper-covidiano se obsesiona con la pandemia. Está al otro extremo. Vive para ella. Impone a los demás modelos de conducta, hace de policía de balcón. Aplaude las decisiones gubernamentales por más disparatadas o inútiles que sean.

El niega-covidiano se identifica por no llevar mascarilla. O la lleva bajada. Lo hace como acto de rebeldía ante ese poder invisible que quiere dominar el mundo y que está a punto de traer el apocalipsis.

El híper-covidiano lo podemos ver que utiliza la mascarilla hasta en el coche cuando va solo, se aparta cuando pasas y a las 8 de la tarde, o antes, ya está en casa sin salir para dar ejemplo de obediencia a las órdenes de las autoridades. Además, en las filas mide bien las distancias y está incómodo en ellas.

El niega-covidiano está en contra de la vacuna con verdadera pasión. Dice que nos la ponen para controlarnos, matarnos o trans-humanizarnos.

El híper-covidiano muestra verdadera fe y devoción a todo tipo de vacuna anti-covid. Desea con fuerza ser vacunado, y celebrará ese día como el de su aniversario de boda o el nacimiento de un hijo.

El niega-covidiano se obceca en sus posiciones con vehemencia. Está hablando de ello todo el día. Da razones sesudas por las que ha llegado a la conclusión que todo es mentira, que los hospitales están vacíos, y trata de convencerte de ello a todas horas. Es irresponsable. Vive con irresponsabilidad.

El híper-covidiano defiende sus ideas con entusiasmo de neo-converso. Pasa las horas haciéndote recomendaciones sanitarias, aunque ya te las sepas todas. Mira con profusión los informativos para horrorizarse días tras día del número de muertos, y llama a sus vecinos para difundir estas noticias. Tiene miedo. Vive con miedo.

Pero las dos posturas vitales son covidianas, pertenecen a una especie de nuevas religiones surgidas con la pandemia. Las religiones covidianas. Y forman parte de ese morbo humano por lo nuevo, ese interés desmedido por la novedad. Forma parte también de lo que llama el diccionario la pompa del mundo, en su segunda acepción: fausto, vanidad, grandeza… ¡esnobismo!

Ante esto… ¿cuál es la Vía Cristiana? Pienso que la Vía Cristiana frente al coronavirus es el discernimiento, la valentía, y la caridad. Pero de eso hablaremos más adelante.

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