Ellinor Grimmark es una enfermera sueca de 37 años que considera que su profesión es traer bebés al mundo y no eliminarlos.
Ha sido despedida hasta en tres ocasiones por negarse a ayudar a abortar a los bebés no nacidos. Ahora lucha para proteger sus derechos de conciencia.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraLa clínica de Höglandssjukhuset retiró a Ellionor su oferta de trabajo como partera después de que ella les indicara que no participaría en la práctica de abortos por razones de conciencia, y por ser incompatible además con su fe cristiana.
Es decir, razones de conciencia y razones profesionales (médicos y enfermeras están para curar, no para matar).
Pero estos razonamientos tan sencillos parecen no entrar en las cabezas de algunos gobiernos y de algunos centros médicos.
Pero Ellinor no tira la toalla y ha emprendido una batalla jurídica para defender sus derechos. Ha demandado a funcionarios de salud por discriminación. Los abogados que la defienden, sostienen que la legislación de la Unión Europea protege la «libertad de conciencia» de los profesionales de la salud en cuestiones como el aborto.
Pero en el caso de esta profesional le ha valido de poco, porque los hospitales no le han reconocido la objeción de conciencia.
Casos similares han tenido lugar a lo largo de estos años. En 2016, un tribunal sueco dio más importancia a los abortos en las mujeres que a los derechos de conciencia. Desde entonces, otra enfermera sueca presentó una queja similar ya que se le negó un empleo por oponerse a realizar abortos.
Robert Clarke: «Nadie debe ser forzado a elegir entre su conciencia y su vida profesional»
Robert Clarke, un británico experto en derechos humanos y director de Alliance Defending Freedom International (ADF), subraya el valor de este tipo de profesionales, que vela por la salud de los no-nacidos, que apuestan por la vida, y que están dispuestas a arrostrar el despido por defender sus principios: «estas enfermeras están capacitadas para traer vida al mundo«.
Y añade: «nadie debe ser forzado a elegir entre su conciencia y su vida profesional», publica LifeNews.
Lo cual es muy complicado en Suecia porque es el único país de la Unión Europea que no tiene protecciones de conciencia legales. Las matronas son castigadas por negarse a hacer algo que creen que es moralmente incorrecto.
Sin embargo, las cosas podrían cambiar según como acabe el juicio de la tenaz enfermera Grimmark. La propia presidente de la Asociación Sueca de Enfermer, Mia Ahlberg, asegura que si Grimmark gana el caso, el sistema de salud sueco terminaría respetando la objeción de conciencia.
O admiten el aborto o se quedan sin trabajo
Según informes anteriores, Grimmark no ha tenido opción a trabajar desde que comenzó a negarse a practicar abortos. Y eso a pesar de la escasez de enfermeras en el momento de su despido.
Y cuando su historia empezó a difundirse a través de los medios de comunicación, la mayoría de los hospitales retiraron las ofertas de trabajo a las enfermeras.
El caso de Ellinor Grimmark es uno más de las muchas personas que se ven abocadas a un terrible dilema: o ayudan a practicar abortos o acaban en la calle.
En definitiva, los centros médicos deberían respetar el deseo y la convicción de las enfermeras de proteger la vida ya que libertad de su conciencia está amparada por la Convención Europea de Derechos Humanos. Quizá el record de despidos de la esforzada y heroica Ellinor marque una antes y un después en esta crucial batalla.