Nadie en su sano juicio puede quitar un ápice de importancia a lo sucedido en el Capitolio de Washington el pasado día 6 de enero ni sorprenderse porque la prensa mundial se haya fijado en ello durante días.
Sin embargo sí llama la atención que los asaltos de dos parlamentos durante 45 días y 25 días respectivamente, apenas hayan tenido eco mediático internacional. Tal vez porque, a diferencia de a quienes señalan como culpables en el caso de Washington, quienes protagonizan estos atentado contra la soberanía popular en una nación teóricamente democrática como México no son sino grupos feministas que reclaman el aborto.
45 días de secuestro en Quintana Roo
Todo comenzó a finales de noviembre cuando, después de 48 horas de asedio al Congreso del Estado mexicano de Quintana Roo, las feministas que mantenían las protestas para reclamar una ley de aborto libre decidieron asaltar el edificio.
Según detallan medios locales, la excusa para el asalto fue que, al llegar el fin de semana se iban a cerrar las puertas del edificio y las manifestantes no podrían entrar a los baños o resguardarse en caso de lluvia (sic).
Una vez dentro del inmueble, decidieron no permitir la entrada de ninguno de los legítimos representantes políticos hasta que los diputados no se reunieran para aprobar sus exigencias. Tanto es así, que psado mes y medio del asalto, los miembros del poder legislativo han tenido que elegir una sede alternativa para poder seguir con su labor en el Centro Internacional de Negocios de Chetumal.
Durante los muchos días de su encierro, y en un gesto de cinismo autodescriptivo, las asaltantes feministas llegaron a hacer un llamamiento a la la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU denunciando que se había cortado la luz en el edificio, lo que suponía un «peligro para su seguridad» (sic).
En efecto, el diputado responsable del pago de la electricidad había decidido no pagar las facturas durante el encierro feminista puesto que era un gasto no asociado a las labores legislativas, de tal forma que, ante el impago, la Comisión Federal de Electricidad siguió el protocolo habitual y cortó el suministro.
Las feministas cuentan en esta maniobra de ocupación ilegal y secuestro del edificio en el que deberían tener lugar los trabajos legislativos del estado de Quintana Roo con la ayuda de Marco Antonio Toh Euan, presidente de la Comisión de Derechos Humanos del estado, según denuncia la plataforma CitizenGO en un correo electrónico enviado a sus seguidores.
En este sentido, grupos provida realizaron esta semana una clausura simbólica de la Oficina de Derechos Humanos del Estado de Quintana Roo para denunciar su apoyo.
En el Congreso de Puebla, 25 días de bloqueo
El encierro y bloqueo del Congreso de Quintana Roo no ha sido el único a cargo de feministas en México. En las mismas fechas, pero con menor éxito tuvo lugar un intento similar en el estado de Puebla.
Pese a que se ejecutó en el mes de noviembre, aprovechando las movilizaciones del 25 de noviembre contra la llamada violencia machista, los planes para asaltar la sede de la soberanía poblana se remontan a meses atrás y fueron postpuestos debido a las restricciones por la pandemia de covid-19.
Tal y como expone el diario El lado B, pocos días antes de estas movilizaciones un grupo logró entrar en el edificio con la excusa de entregar unos papeles, para identificar oportunidades y riesgos, conocer la distribución de las estancias y examinar las medidas de seguridad que tendrían que bloquear en su asalto.
El asalto se hizo de manera muy calculada. Dos grupos separados entraron primero bajo la apariencia de ciudadanas anónimas que iban a hacer gestiones. Una de las feministas fingió un desmayo y, cuando los encargados de la seguridad estaban pendientes del incidente, un tercer grupo entró con pancartas y cadenas.
Las pancartas reclamaban «aborto legal ya» y repetían el manido lema de hacemás de 40 años «nosotras parimos, nosotras decidimos». Para que no faltara detalle, desplegaron dos banderas que identifican a la llamada «comunidad trans», puesto que también reclaman una ley en este sentido. Las mujeres se encadenaron.
Otro grupo, en paralelo y perfectamente coordinado, acudió a una emisora de radio cercana y tras ocupar uno de los estudios, del que no pudieron ser desalojadas por el personal de seguridad, anunció por las ondas la toma del edificio y sus reivindicaciones.
Veinticinco días de bloqueo después, las feministas abandonaron el capitolio después de que los congresistas se comprometieran a debatir la despenalización del aborto en el estado de Puebla durante las 12 primeras semanas de vida prenatal del bebé.
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