Hope Rose, la hija de Sandra Caulfield, fue diagnosticada con una afección genética que limita la vida en el útero y murió. Ahora, su madre denuncia que la campaña del ‘Sí al aborto’ llevada a cabo por el gobierno irlandés explota el dolor de familias como la suya.
Su hija fue diagnosticada con el síndrome de Edward a las 14 semanas de embarazo y, a pesar de los cuidados del Hospital, murió a los nueve días. «La esperanza vino y nos honró con su presencia durante nueve días, nos enseñó todas las lecciones sobre el amor verdadero y la aceptación. Estaré eternamente agradecida por la vida de Hope», recuerda.
Aunque uno de lo argumentos de los que defienden la despenalización es «por anomalías del feto», Caufield asegura que ella votará ‘NO’, según recoge la Sociedad para la Protección de los Recién Nacidos.
Caufield quiere que la gente entienda que el gobierno (y la campaña del Sí) está utilizando su dolor y el dolor de familias como la suya «para legislar el aborto bajo demanda». «Creo que están explotando nuestro dolor para engañar al pueblo irlandés», añade.
Otros padres de bebés con condiciones que limitan la vida u otras discapacidades también han hablado en contra de legalizar el aborto en su nombre.
«No era un bebé con una anomalía fatal del feto, era mi bebé y era perfecta. Su vida fue corta, pero estaba llena del tipo de amor que no se puede expresar con palabras”
Liz McDermott de One Day More, un grupo de apoyo para padres que han recibido un diagnóstico prenatal desfavorable para sus bebés, hizo una intervención durante el último debate de RTE, la emisora nacional de Irlanda, diciendo que el aborto es solo un niño muerto.
Vicky Wall escribe una carta pública sobre su experiencia de perder a su hija Líadán, que también tenía el síndrome de Edward. Wall defiende que su hija «no era un bebé con una anomalía fatal del feto. Era mi bebé y era perfecta. Su vida fue corta, pero su vida estaba llena del tipo de amor que no se puede expresar con palabras».
«El vínculo entre una madre y un hijo a veces se describe como sagrado. Esa palabra no le hace justicia. Es más que sagrado, define nuestra naturaleza como especie. Nuestro compromiso irrompible con el otro. Nuestra solidaridad. La forma en la que no somos solo dos individuos separados, sino que estamos hechos de la misma sangre, la misma carne y el mismo hueso”, continúa.
«Cuando un doctor me dijo que considerara el aborto retrocedí horrorizada. Para alguien que no entiende el vínculo entre una madre y su hijo podría parecer que un bebé imperfecto es una carga. Puede parecer una misericordia para ‘terminar con el sufrimiento’ o ‘aliviar el dolor'», lamenta.
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