La Real Academia de la lengua española da varias definiciones del término conservador, entre ellas, la de ser miembro o partidario de un partido conservador, del que dice que es favorable a mantener los valores y principios establecidos frente a las innovaciones. Pues siendo esto así ser conservador significa tener el deseo o la voluntad de mantener, entre otros valores, nada menos que el de la vida humana, lo que por supuesto dignifica a quien lo hace y por supuesto a quien se enfrenta a todo lo que supone su eliminación… Es decir, ser conservador es una bendición en los tiempos que corren, entre cuyas innovaciones se encuentran el aborto y la eutanasia.
Dicho lo anterior, ¿hay alguien que pueda discutir con fundamentos biológicos y genéticos que en un embrión humano o, tras las primeras siete semanas, en la fase fetal, no hay una vida humana? Pues que nos lo explique, aunque ya les adelanto que no hay argumentos convincentes de base científica, pues la vida se constituye en cuanto se conforma la identidad genética que va a determinar los caracteres biológicos del nuevo individuo. Es decir, a partir de la fecundación.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraQuienes, a pasar de lo dicho, sostienen que la vida del embrión o del feto no tiene valor y puede ser eliminada, deberían explicar cuál es la diferencia y por qué es más valiosa la vida en función de algo tan inconstante y voluble como el tiempo transcurrido desde la constitución de la nueva vida. El embrión y el feto de catorce, veintidós o treintaiocho semanas siguen siendo la misma vida que se originó tras la fecundación. También habría de explicar por qué sería más valiosa la vida de un no nacido antes o después de que se alcance el grado de desarrollo que garantiza su viabilidad fuera del seno materno. Si es la misma vida que tiene la misma identidad genética con que fue concebida y que, por supuesto se mantendrá después del parto y en el transcurso de su ciclo vital.
El caso es que los fundamentos a tener en cuenta para defender la vida desde la fecundación hasta la muerte natural, fueron ignoradas y manipuladas en el caso Roe v. Wade, una sentencia de la Corte Suprema de los EE. UU. del 23 de enero de 1973, que estuvo rodeada de cierto escándalo por las irregularidades y arbitrariedades de forma y fondo. En aquel caso, ni la mujer demandante había sido violada, ni deseaba abortar, como se alegó. Sin embargo, el caso se utilizó de manera intencionada para justificar la aprobación de una ley del aborto. Ahora, casi cincuenta años después, la sentencia va a ser anulada por decisión de la Corte Suprema de los EE. UU. Aquel caso, que disparó la aprobación de las leyes del aborto en aquel país, y encendió la mecha del aborto en todo el mundo, sostenía una serie de errores que si no fuera por sus dramáticas consecuencias (63 millones de abortos en los EE. UU., más de dos millones en España) daría para escribir una comedia.
Así, se decía: “el feto es sólo una potencia de vida humana”, y, en otro lugar de la sentencia, se afirmaba que la ubicación de la criatura (dentro o fuera del vientre de la madre) puede determinar si se trata o no de una vida humana. Si eso fuese así, sería conveniente conocer los argumentos científicos que explican cómo se produce el milagro de la conversión de un ser no vivo ni humano en un ser vivo y humano, simplemente al pasar a través del canal del parto. Cosa de magia, pero no de biología.
Al sostener este argumento el tribunal que intervino en Roe v. Wade demostró no saber si hay alguna criatura por nacer que sea verdaderamente humana y que esté viva.
Otra arbitrariedad carente de fundamento biológico es la utilización del criterio de viabilidad al distinguir entre los fetos que no pueden vivir fuera del útero y los que ya pueden hacerlo. No tiene sentido, pues el paso es únicamente debido al mayor grado de madurez en un proceso de desarrollo vital continuo que empezó en la concepción, con la información genética recibida y seguirá tras el parto. Es la misma vida y una vida humana antes y después de la viabilidad y del parto… eso si alojado en el seno materno, que no formando parte de ningún órgano de la madre.
El Tribunal Constitucional alemán, posiblemente el más prestigio de Europa, en una sentencia sobre el aborto de 1975 afirmó que: “El proceso de desarrollo… es un proceso continuo que no muestra ninguna demarcación pronunciada y que no permite ninguna división precisa de las distintas etapas de desarrollo de la vida humana. El proceso no finaliza ni siquiera con el nacimiento; los fenómenos de la conciencia que son específicos de la personalidad humana, por ejemplo, aparecen por primera vez bastante tiempo después del nacimiento. Por lo tanto, la protección… de la Ley Fundamental no puede limitarse ni al ser humano “realizado” después del nacimiento ni al niño a punto de nacer que es capaz de vivir independientemente… (ni) puede efectuarse aquí ninguna distinción entre las diversas fases antes del nacimiento de esta vida que se desarrolla a sí misma…” (Sentencia de 25 de febrero de 1975, 39 BVerfGE 1, 37).
Ahora, la Corte Suprema de los EE. UU., ha votado a favor de anular la histórica decisión de Roe v. Wade, según un borrador inicial de opinión mayoritaria redactado por el juez Samuel Alito filtrado y publicado el 2 de mayo por el medio de comunicación americano POLITICO. La votación incluye también un repudio a otra sentencia de 1992, del caso Planned Parenthood v. Casey, que ratificaba la decisión previa de Roe v. Wade.
La consecuencia de dictar sentencias o establecer leyes que ignoran los datos de la ciencia es que de paso se ignora que los derechos humanos, como el derecho a la vida, requieren la verdad como fundamento esencial para su legitimidad. Lo que ocurrió a partir de Roe v. Wade es que se elevó al rango de verdad simples conveniencias, de modo que se decidió que los juicios tanto sobre los hechos como sobre los valores son simplemente formalidades que, no necesitan ser corroboradas por la realidad. Cualquier ley que siga esta norma carece de legitimidad y la renuncia a la verdad, lo que supone a su vez un colapso del razonamiento público.
De acuerdo con el juicio de la decisión de la Corte Suprema, ahora filtrada, la anulación de Roe v. Wade y Planned Parenthood v. Casey se debe a las arbitrariedades cometidas en aquellos casos. Así, el juez Alito, miembro de la Corte Suprema desde 2006, nombrado bajo la presidencia de George Bush, argumenta que el fallo sobre el derecho al aborto de 1973 fue una decisión mal concebida y profundamente defectuosa que inventó un derecho que no se menciona en ninguna parte de la Constitución y trató imprudentemente de arrancar el tema contencioso de la rama política del gobierno. Alito dice que “es hora de hacer caso a la Constitución y devolver el tema del aborto a los representantes electos del pueblo”. Y en otro lugar añade “Roe estaba terriblemente equivocado desde el principio. Su razonamiento fue excepcionalmente débil y la decisión ha tenido consecuencias perjudiciales. Y lejos de lograr un acuerdo nacional sobre el tema del aborto, Roe y Casey han inflamado el debate y profundizado la división”.
También habría que recordar que la anulación de los casos Roe v. Wade y Planned Parenthood v. Casey vienen siendo reclamados en numerosas ocasiones. La más reciente en diciembre de 2020, cuando el procurador general de Mississippi, Scott Stewart, defendió la prohibición de los abortos en su estado después de las 15 semanas de embarazo. Hay que advertir que tampoco tiene sentido hablar de plazos cuando se trata de reconocer el valor de la vida humana.
Recientemente, Connor Semelsberger, Director de Asuntos Federales para la Vida y la Dignidad Humana del Family Research Council, de los EE. UU, ha señalado que “Estados Unidos fue y siempre ha sido una nación pro-vida… hace casi cincuenta años que Roe es una anomalía, no una norma”.
De confirmarse la anulación de los citados casos se abrirían nuevas perspectivas respecto a las restricciones al aborto en grandes franjas del sur y el medio oeste de los EE.UU., que podrían luego determinar el futuro de las leyes de otros muchos países. Ojalá, se termite esta etapa como en su momento se terminó la esclavitud y se sienten como criterios para establecer las leyes, el respeto a los datos de la ciencia y el deber de atender los criterios éticos. En este caso la protección del valor de la vida humana desde la concepción a la muerte natural.