‘Desafío Ictus’ es el nombre del juego con acciones positivas y llenas de valor, creado por un grupo de jóvenes en respuesta al reto de la Ballena Azul, un peligroso juego que se difundió en diversos lugares del mundo y que empujó a algunos adolescentes al suicidio.
La ballena azul fue creado en Rusia y se difundió rápidamente a través de la red social Vkontakte. El juego consiste en que cada participante debe cumplir 50 desafíos, uno cada día, los cuales son enviados a través de grupos cerrados en las redes sociales.
Entre los desafíos figuran ver películas de terror, cortarse los brazos y piernas, cortar la piel hasta dejar en ella la forma de una ballena y finalmente, lanzarse desde lo alto de un edificio para matarse.
Haciendo frente a este juego suicida, surgió en Chile el llamado ‘Desafío Ictus’, que se caracteriza por proponer 50 pruebas, una por día:
«Escribe en tu mano #desafio_ictus y comparte este vídeo», «Si estás listo para convertirte en un ictus, escríbelo en un papel y regálaselo a alguien para que empiece el desafío», «Sé el primero en levantarte y prepara el desayuno en tu casa, sube una foto en las redes sociales», son algunas de los desafíos.
El mensaje final del día 50 es muy diferente al de la ballena azul: «No te quites la vida, dónate en una causa de ayuda a los más desfavorecidos o alguien que te necesita».
El nombre del desafío Ictus recuerda al símbolo del pez usado por los cristianos perseguidos en el Imperio Romano
El nombre del desafío Ictus recuerda al símbolo del pez usado por los cristianos perseguidos en el Imperio Romano. «Por eso para salvaguardar sus vidas idearon este signo, para reconocerse secretamente», explica el Padre Claudio Quintanilla en el vídeo.
En conversación con ACI Prensa, Quintanilla contó que cuando un grupo de jóvenes de la obra Don Orione estaban reunidos pensaron: «Si este juego (La ballena azul) termina con la muerte, creemos algo que termine generando vida».
«Así fue que inventamos los desafíos ictus, los cuales recorren un proceso pedagógico que va desde el descentrarse de sí mismo, pasando por mejorar las relaciones con la familia, los amigos y llegar inclusive a ‘dar la vida’ en una causa en beneficio de los más necesitados», señaló.
«Con desafío ictus me encantaría que muchos jóvenes se atrevan a experimentar la alegría de ocupar bien nuestro tiempo, de compartir con los demás, especialmente con los más desamparados y de crecer sanamente», reflexionó el sacerdote.
*Este artículo ha sido publicado originalmente en ACI Prensa por Giselle Vargas.
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