
La Asociación Española de Bioética ha hecho público un documento en el que desgrana algunas cuestiones éticas en relación con la pandemia por COVID-19 y sobre la situación que suscita la presencia de esta enfermedad en nuestra sociedad.
El documento, que «pretende aportar una reflexión estrictamente de carácter bioético al debate social que se abre tras la actual remisión de la pandemia» realiza una breve evaluación de lo sucedido y, en un segundo gran bloque, especifica algunas orientaciones «de cara a las siguientes fases que a corto o largo plazo tenemos por delante hasta ir alcanzando progresivamente la situación de salud pública previa a la pandemia».
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Suscríbete ahoraEn este sentido, la Asociación Española de Bioética sostiene que la pandemia «nos debe hacer recapacitar sobre lo que supone la corrección de entender la decisión de morir como un derecho, porque esto implica que la posición del Estado deja de ser la de garantizar en todo caso el cuidado de la vida».
Este planteamiento incluye «asegurarse de que , en un contexto de asimetría total como es el de la enfermedad terminal, todo profesional sanitario vele por la salud de su paciente, sin excepciones».
AEBI: «Recibir el cuidado adecuado es el supuesto necesario para la toma de cualquier decisión posible»
La asociación sostiene en consecuencia que la crisis vivida por la pandemia provocada por el coronavirus «nos debe hacer pensar sobre cuánto hay de demanda real (y no ideológica) en la petición de legalización de la eutanasia».
En este momento, la iniciativa de legalizar la eutanasia como un derecho está en el Congreso de los Diputados, a instancias del PSOE, después de que en legislaturas pasadas los intentos de legislar esta materia decayeran al concluir los periodos legislativos.
El informe elaborado por la Asociación Española de Bioética subraya que «no parece muy consistente que después de tanto discurso […] sobre la bondad y necesidad del cuidado de los mayores, se legalice ahora su ‘derecho’ a elegir entre la muerte provocada y los cuidados paliativos».
En este sentido, los expertos en bioética señalan que «la experiencia de la pandemia ha puesto aún más de manifiesto la necesidad de generar y articular en nuestro sistema de saludo unos cuidados paliativos integrales que cuiden la vida en su periodo final desde todas las perspectivas tanto físicas, psíquicas sociales o espirituales».
A su juicio, «recibir el cuidado adecuado es el supuesto necesario para la toma de cualquier decisión posible. Es necesario volver a pensar sobre cuáles son las alternativas que ofrecemos a los mayores al final de la vida».
La Asociación Española de Bioética realiza otras recomendaciones tales como:
- Incrementar las capacidades diagnósticas, mediante la realización de test para evitar la propagación de la enfermedad. Esto permitiría un aislamiento equilibrado de la población afectada con «un equilibrio adecuado entre el bien común y la salvaguarda de derechos individuales».
- Aumentar la acción educativa en la ciudadanía sobre hábitos saludables frente a la pandemia.
- Iniciar una investigación científicamente programada y sistemática de la enfermedad, que incluya autopsias, ensayos clínicos, estudios previos en modelos de cultivos celulares, etc.
- Priorizar que la información clínica sea compartida y analizada con profundidad para generar nuevos protocolos, para lo que es necesario realizar un seguimiento de los pacientes.
- Conocer con datos fiables lo ocurrido desde el punto de vista epidemiológico y reevaluar también para conseguir una mayor coordinación en la gestión de los recursos.
- Considerar la necesidad de equipar a las residencias en las que conviven personas con alta fragilidad de los medios de atención sanitaria indispensables.
- Tener en cuenta que existe un derecho al cuidado de la salud que ampara especialmente a los más vulnerables como son los mayores y los niños.
- Realizar la vuelta a la vida cotidiana con un equilibrio entre la protección contra el virus y la realización de tareas necesarias para el desarrollo vital de la sociedad. En el ámbito sanitario se recomienda, no sólo la diferenciación de circuitos en la atención de los pacientes sino «quizá la generación -aunque sea temporalmente- de espacios específicos» para pacientes con y sin COVID-19-.
- Velar por la salud del personal sanitario expuesto durante los peores momentos de la pandemia y que se han desempeñado de manera destacada «en un contexto de temor, incertidumbre y en ocasiones con limitados recursos sanitarios». Así se ha puesto de manifiesto que las profesiones sanitarias «no existen para cosa distinta que para salvar y cuidar vidas», subrayan.
- Prestar atención a la relación médico-paciente, dado que en la nueva situación se da una «despersonalización en el ejercicio de la medicina» relacionada con la llamada «telemedicina», cuyo alcance se ha de valorar. Al mismo tiempo, se ve una oportunidad «para recuperar la lógica del cuidado de la salud en familia y de disminuir una dependencia, en ocasiones inadecuada, con los profesionales de la salud».
«El principio de precaución no ha funcionado todo lo bien que sería deseable» ya que «los datos de la pandemia indicaban claramente la necesidad de preparar el sistema sanitario»
Reflexión bioética sobre la gestión de la pandemia
La Asociación Española de Bioética aporta en su informe una breve evaluación y extracción de aprendizajes relacionados con esta disciplina derivados de la gestión de la pandemia.
En este sentido, consideran que «el principio de precaución no ha funcionado todo lo bien que sería deseable» ya que «los datos de la pandemia indicaban claramente la necesidad de preparar el sistema sanitario» en diversas áreas, como la provisión de elementos diagnósticos, protocolos de manejo de los pacientes infecciosos, etc.
También advierten una «falta de previsión o infravalorización» del mayor contagio de las personas de mayor edad, cuestiones que «tienen una directa relación con la protección y promoción de la vida humana, especialmente de los más vulnerables».
En segundo lugar, la AEBi critica que «en unos casos por cercanía al colapso en la atención sanitaria y en otros en previsión de ella, se han podido considerar criterios para el acceso a determinadas terapias un tanto extremos».
En esta línea, reclaman que los pacientes que se encuentren en residencias de mayores «tengan similar atención y se utilicen con ellos los mismos criterios para el ingreso, por ejemplo, en hospitalización o UCI, que los que se pueden tener para otros pacientes que procedan de cualquier otro tipo de entorno, como puede ser el familiar».
Asímismo, se recuerda de forma enfática la obligación ética de las administraciones de haber facilitado a los profesionales sanitarios los equipos de protección y disminución del riesgo de contagio derivado de su actividad de servicio a los pacientes.
Esta advertencia se realiza, además de en atención a la salud de los propios trabajadores sanitarios, en la medida en que esta desprotección que puede llegar a la pérdida de sus vidas además supone «la disminución de personal cualificado que hace más frágil e ineficaz al propio sistema de salud frente a la enfermedad».
En el campo de la bioética, AEBI también hace autocrítica y señala que la fase de la pandemia que ya se ha vivido ha supuesto «una cura de humildad » en especial «en lo que se refiere al poder de la ciencia y su relación con la bioética».
Por ello, anima a que se elabore «una bioética que parta desde una imagen menos pretenciosa sobre la capacidad de la medicina«, reclama una «respuesta más coordinada de la bioética» que evite disparidad de criterios en el futuro, con la salvaguarda de la aplicación concreta de los criterios generales.
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