Más de 40 años después de que el científico indio Gursaran Pran Talwar propusiera la fabricación de una vacuna anticonceptiva, el Comité Nacional de Manipulación Genética y control de las Drogas del Ministerio de Sanidad de La India ha dado el visto bueno para comenzar con los ensayos en humanos de la tercera generación de la vacuna anticonceptiva.
En realidad, la vacuna está preparada para la experimentación en humanos desde hace 8 años, después de pasar los preceptivos controles experimentales en roedores y marsupiales.
La pretensión de este nuevo método para impedir el normal desarrollo de una nueva vida humana incipiente es eliminar los numerosos riesgos que la píldora anticonceptiva, entre ellos un índice tres veces superior de riesgo de suicidio por encima de la media en las mujeres que la consumen.
Una vacuna abortiva
Las investigaciones del Talwar han estado encaminadas las últimas décadas a lograr la manera de eliminar la gonadofrina coriónica, una hormona que segrega el propio embrión desde el momento de la fecundación.
Esta hormona es esencial para que que el nuevo ser humano pueda anidar en el útero de la madre, por lo que el efecto final es un aborto, dado que no impide la fecundación, sino que elimina las condiciones naturales de acogida de la vida humana incipiente en el vientre materno.
La gonadotropina coriónica humana es la hormona que utilizan muchas pruebas de embarazo, dado que su detección es prueba segura de que se ha producido la fusión de los gametos.
«La gonadotropina coriónica protege al bebé durante los tres primeros meses de vida intrauterina»
Asímismo, esta sustancia promueve la preservación del cuerpo lúteo, una pequeña estructura que se desarrolla junto al ovario y que segrega la progesterona, fundamental para el desarrollo embrionario.
Además, la gonadotropina coriónica protege al bebé durante los tres primeros meses de vida intrauterina, al funcionar como barrera que repele las células inmunitarias de la madre.
La hormona también es utilizada para la estimulación ovárica así como la producción de testosterona en los testículos; también sirve en determinados casos como marcador tumoral y como parte de tratamientos para mejorar el rendimiento deportivo en combinación con esteroides anabolizantes.
Según describe el Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia, la vacuna puede ser «de interés» desde un punto de vista biomédico «al mostrar algunas ventajas […] sobre las píldoras contraceptivas».
Sin embargo, destacan desde el Observatorio «desde un punto de vista bioético, conviene destacar que […] esta vacuna actuaría impidiendo la implantación del embrión en el útero, consecuentemente destruyendo una vida humana que ya ha iniciado su andadura, lo que a nuestro juicio la hace merecedora de una valoración bioética negativa».
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