Imagen referencial.
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La estadounidense de origen panameño Kelly Martínez tiene 32 años, un marido, tres hijos… y otros cinco pequeños a los que prácticamente no conoce debido a que ha entregado buena parte de su vida a ser madre de alquiler.

En total, ha vendido un niño y dos pares de gemelos a parejas que deseaban ser padres.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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Fue tras concebir a una de las parejas de gemelos «contratados» por un matrimonio de nacionalidad española cuando Kelly se plantó y dijo «basta», tras sentirse acosada y explotada.

Actualmente Kelly se encuentra en Madrid, invitada por la plataforma Stop Surrogacy Now, una organización aconfesional e internacional, con origen en EE.UU, que agrupa a personas y asociaciones contrarias a los vientres de alquiler.

La madre afectada por esta práctica de explotación de la mujer ha aprovechado su estancia en España para reunirse con el vicesecretario de Política Social y Sectorial del Partido Popular, Javier Maroto, y así conocer su propuesta para legislar este asunto, según ha informado El Mundo.

«Tenía que decirles que era una mujer casada, que me había quedado embarazada de un francés en un bar de Iowa, y que la única forma de salvar mi matrimonio era entregar a mi hijo a su padre biológico»

Kelly recuerda que la primera vez que accedió a esta práctica lo hizo para una pareja francesa.

«En principio, todo fue muy bien entre nosotros. Sin embargo, una noche, me pidieron que fuera a la mañana siguiente al consulado francés en Chicago y que mintiera: tenía que decirles que era una mujer casada, que me había quedado embarazada de un francés en un bar de Iowa, y que la única forma de salvar mi matrimonio era entregar a mi hijo a su padre biológico. Lo discutí con mi marido y, al final, lo hicimos», relata.

Después de aquella experiencia tuvo un bebé para un matrimonio de Iowa y más tarde se produjo su tercer y último embarazo con el que afirma que «abrió los ojos».

Conoció a una pareja española a través de una agencia que pone en contacto a los padres interesados con las futuras madres. La pareja había pagado una cantidad extra porque quería tener un nino y una niña.

Kelly cobraría 32.000 euros, la agencia unos 16.000… más otros cuantos miles para los médicos y la clínica de fertilidad.

La madre gestante cuenta que «le implantaron dos embriones: uno de nino y otro de niña. Había una posibilidad entre un millón de que uno de los embriones no prosperara y que el otro se dividiera. Pero así ocurrió: iba a tener dos ninos». Desde ese momento, la relación se torció y Kelly se vio sometida a «una gran presión».

«El marido me mandaba mensajes, acusándome de la «tensión» a la que estaba sometiendo a su mujer, porque habían pagado un dinero extra por tener un nino y una niña. También acosaban a mi ginecólogo»

Los problemas le acarrearon una enfermedad conocida como preeclampsia, caracterizada por la hipertensión arterial. Es una de las complicaciones del embarazo más peligrosas, por lo que debe diagnosticarse y tratarse rápidamente, ya que en casos graves ponen en peligro la vida del feto y de la madre.
Kelly recuerda que «tuvo que ir al hospital tres meses antes de salir de cuentas. Entonces, el marido me mandaba mensajes, acusándome de la «tensión» a la que estaba sometiendo a su mujer, porque habían pagado un dinero extra por tener un nino y una niña. También acosaban a mi ginecólogo».

Kelly estuvo enchufada a bastantes máquinas para salvar la vida de los niños, los cuales nacieron a través de cesárea.

Al dar a luz, el matrimonio español estuvo con ellos sólo una hora. «Les dejaron doce horas solos mientras el resto de bebés de la unidad de maternidad estaban acompañados. Yo no podía estar con ellos por mi estado físico», explica .

Finalmente, la pareja se quedó con los bebés. La madre gestante cuenta que «le acusaban de cosas terribles: de haberme medicado, de haber dado a luz antes de tiempo a propósito… Lo utilizaron como argumento para no pagar».

Tras la pregunta, ¿qué le diría a una mujer que se plantee ganar dinero dando a luz para otros? Kelly Martínez responde de manera contundente: «Que no lo haga. Arriesgará su salud, te daña psicológicamente… No vale la pena».

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