Hasta los 14 años, Melissa Ohden no supo que su venida al mundo no fue la mejor de las posibles: rodeada de una infusión salina en el vientre de su madre durante el procedimiento de aborto que tenía por objetivo eliminar su vida mediante la abrasión de sus tejidos.
Tal vez lo más cruel de esta historia no es el hecho de vivir sabiendo que trataron de matarla antes incluso de nacer. Sino hacerlo durante un cuarto de siglo, cumplidos los 40, sin saber que su madre fue obligada a someterse al aborto. De hecho, tanto ella como su hermana gemela y tía biológica de Melissa, trataron de escapar del establecimiento abortista donde había sido llevada al quedar embarazada a los 19 años.
Desde el otro lado, la historia no es menos cruel, ya que la madre biológica de Melissa vivió ese mismo tiempo sin saber que su hija estaba viva, que había sobrevivido al aborto, fue adoptada sin su conocimiento y que estaba completamente sana. Aún más, Melissa está casada con Ryan unto con quien tiene dos hijas, Ava y Olivia, y goza de éxito profesional como trabajadora social especializada en los campos de abuso de sustancias, salud mental, violencia intrafamiliar, agresiones sexuales y bienestar infantil.
Después de Gianna Jensen, cuya vida inspiró la película October baby, tal vez Melissa Ohden es la superviviente del aborto más reconocida. Adquirió fama mundial cuando en 2011 protagonizó un vídeo en el que recordaba cómo el expresidente de los Estados Unidos Barak Obama había votado cuatro veces como senador para impedir a los médicos salvar la vida de los bebés que sobreviven a un aborto.
«Cuando era senador en el Senado de Illinois, Barack Obama votó para negar los derechos constitucionales a los niños nacidos tras un aborto fallido. No una, sino cuatro veces«, explicaba entonces Melissa. Y lanzaba una pregunta a los votantes americanos: «»Sé que hoy estoy viva por la gracia de Dios, y tal vez sólo para plantearle a Estados Unidos esta cuestión: ¿Es ese el tipo de liderazgo que nos hará avanzar? ¿Un liderazgo que desprecia a los más más indefensos y más débiles?».
En el año 2012, Melissa fundó la Red de Supervivientes del Aborto, (ASN) por sus siglas en inglés, cuya visión corporativa es «un mundo donde cada ser humano es visto como algo más que una elección». ASN ofrece ayuda social y emocinal a los supervivientes del aborto, conciencia sobre la incidencia social de los llamados «abortos fallidos» y ayuda a diseminar las historias de algunos de ellos, que tienen el coraje de comprender el difícil inicio de su existencia.
Se calcula que sólo en los Estados Unidos podría haber más de 40.000 sobrevivientes del aborto. En Canadá hay informes oficiales que hablan de cerca de 500 supervivientes en la primera década de este siglo.
Desde 2012, la Red de Supervivientes al Aborto ha conocido más de 300 historias de suprevivientes, bien a través de los propios afectados, bien a través de testimonios de familiares o conocidos.
nuevas revelaciones sobre su encuentro
La historia de Melissa Odhen y su madre fue publicada en 2017 bajo el título ‘Tú me llevaste: memorias de una hija’, un año después de su reencuentro en persona, después de un tiempo intercambiándose correos electrónicos y fotos. El pasado mes de marzo, cuando un buen número de países celebran marchas por la vida, ambas añadieron al libro un epílogo en forma de diálogo que se ha incluido en la nueva edición de la biografía.
En él Melissa reconoce que, antes de su reencuentro físico fue necesario un tiempo de intercambio de correos electrónicos y fotos porque «como dos mujeres profundamente heridas por el aborto, necesitábamos esos años para generar confianza y amor».
Y desvela algunos datos que hasta ahora no se publicitaron para preservar la intimidad. En primer lugar, el nombre de sus padres biológicos: Ruth y Elliot. También que tanto su madre como su hermanastra, vivían en la misma cuidad que Melissa: «Sin saberlo, terminamos viviendo en la misma ciudad, a cientos de millas de nuestras raíces y del hospital donde comenzó mi vida», recuerda. De hecho, que Melissa hubiera hecho público que se mudaba a Cansas City, fue esencial para que una prima de su madre, Susan, conociendo la coincidencia, la contactara en 2013.
Melissa asegura que desde su encuentro, ha experimentado que «la verdad nos libera y el amor nos fortalece. Nunca me he sentido más fuerte, más amado o más decidido que en estos últimos años. ¡Eso es lo que hacen el amor y la verdad!».
Por su parte, la madre biológica de Ruth, comparte el momento en que supo que su hija estaba viva: «El día que escuché que Melissa había sobrevivido al aborto que mi madre me realizó fue un domingo de agosto de 2007. Mi hermana gemela, Mary, llamó por la tarde. Me di cuenta de que iba a ser una conversación seria, así que fui a la habitación. Mary me dijo que el niño que Elliot y yo tuvimos estaba vivo».
«La verdadera alegría de conocer a Melissa ha sido aprender todos los pequeños detalles que la hacen única y sorprendente, ya sea que coincidan con mis rasgos o no»
Al principio creyó que era una broma macabra y cruel de su hermana, hasta que descubrió que iba en serio. «A pesar de mi conmoción, me di cuenta de que este era finalmente el comienzo, una oportunidad de llegar al fondo de lo que había sucedido», explica.
Y llegó el día del encuentro esperado, que tuvo lugar en el zoo local: «Cuando nos conocimos, abracé a Melissa en un gran abrazo. Las lágrimas comenzaron a fluir. Le dije: ‘Nunca pude abrazarte’. Finalmente la solté y caminamos (…) Recuerdo haber pensado: «Puedo morir ahora. Tengo a todos mis hijos en mi vida».
Resulta especialmente curioso observar que Ruth ha encontrado numerosos parecidos de carácter, más allá de los rasgos físicos: apasionadas, motivadas, tercas, empáticas, melómanas, amantes de los animales… Y también sus diferencias: «Bromeamos sobre las cosas que Melissa afortunadamente no heredó de mí, como mi ansiedad por hablar en público o mi poco confiable sentido de la orientación». Pero concluye: «La verdadera alegría de conocer a Melissa ha sido aprender todos los pequeños detalles que la hacen única y sorprendente, ya sea que coincidan con mis rasgos o no».
Su deseo final es que el libro siga cambiando la vida de quien se enfrenta a un embarazo inesperado y no encuentra más salida que el aborto:
«Hay alternativas al aborto. Si abortas, nunca dejarás de preguntarte sobre el hijo que hubieras tenido. Al menos, nunca dejé de pensar en el mío. Tuve dos abortos involuntarios más tarde en la vida y siempre pensé que eran mi castigo por no huir o enfrentarme a mis padres cuando descubrí que estaba embarazada. Soy la mujer más afortunada del mundo que ha pasado por esta prueba y ha salido con una hija viva».
Ruth abre su corazón aún más y abunda en sus sentimientos: «Se ha llenado un gran vacío en mi vida. Siempre faltaba una pieza de mi rompecabezas y ahora esa pieza que faltaba ha encontrado su lugar. Mi corazón roto ahora está lleno y completo. Viví mucho tiempo con tremenda culpa y autodesprecio porque pensé que mi hijo murió en el aborto».
«Melissa y yo nunca estaremos tan cerca como ella de sus padres adoptivos, pero me siento bendecida de que estamos en la vida del otro y podemos pasar los próximos treinta años recuperando los treinta años que perdimos», concluye.
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