El obispo de Alcalá de Henares, monseñor Reig Plá, ha escrito una clarificadora carta pastoral sobre la eutanasia. Titulada Cruzar otra línea roja, ¿una muerte digna? el prelado hace una reflexión sobre un tema que ha estado muy de actualidad en los últimos meses en España y que también tendrá su espacio en la campaña electoral después de que Pedro Sánchez se mostrará a favor de legislar sobre el asunto.
La estrategia del Nuevo Orden Mundial
Reig Plá asegura que “uno de los grandes problemas a los que nos enfrentamos en la actualidad tiene que ver con la manipulación del lenguaje” llevado a cabo por el “Nuevo Orden Mundial”.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
Suscríbete a Actuall y así no caerás nunca en la tentación.
Suscríbete ahoraDe este modo, explica que expresiones como “muerte digna”, “derecho a una muerte digna” lo que realmente “esconden es la eutanasia y el suicidio asistido” motivo por el cual “los católicos hablamos de una ‘buena muerte’”.
Qué es la eutanasia
El obispo de Alcalá indica en su carta pastoral que “es necesario reafirmar con toda firmeza que nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano inocente, sea feto o embrión, nino o adulto, anciano incurable o agonizante”.
Por ello, deja muy claro a los políticos que “ninguna autoridad puede legítimamente imponerlo ni permitirlo”.
«Lo que necesita el enfermo es el amor, el calor humano y sobrenatural”
Además, Reig incide en que “las súplicas de los enfermos muy graves que alguna vez invocan la muerte no deben ser entendidas como expresión de una verdadera voluntad de eutanasia; éstas en efecto son casi siempre peticiones angustiadas de asistencia y afecto. Además, de los cuidados médicos, lo que necesita el enfermo es el amor, el calor humano y sobrenatural”.
Cómo aplicar el cuidado a los enfermos
El obispo de la ciudad complutense considera que en la actualidad “se tiende a absolutizar el llamado principio de autonomía del paciente; pero este principio debe estar subordinado, entre otros, al de justicia».
En este sentido, agrega que el hecho de que “el Estado reconozca el derecho a la eutanasia o al suicidio sería tanto como autorizar a los ciudadanos que así lo quisieran a que ‘libremente’ pudieran darse en esclavitud y que otros pudieran comprarlos y venderlos”.
“Por dignidad, por justicia, por humanidad no se puede dejar a nadie morir de hambre o de sed»
En su opinión, “la Justicia prevalece sobre la autonomía del individuo; de forma que nadie, tampoco los médicos, puede hacer daño a otro aunque éste se lo pida”.
“Por dignidad, por justicia, por humanidad no se puede dejar a nadie morir de hambre o de sed. Si la justicia lo permite o lo consiente, estamos sembrando la corrupción de la justicia”, sentencia.
La verdadera solidaridad
Reig Plá cita en su carta también el principio de solidaridad, lo que muchos llaman “la versión laica de la caridad”. De este modo, dice que “una sociedad que contempla sin rubor el que se deje morir a alguien de hambre o de sed es una sociedad que ha perdido su sensibilidad por lo específicamente humano, es una sociedad deshumanizada que no acude en ayuda del necesitado”.
Aunque dice que pueda resultar duro en sus palabras, el prelado afirma: “Soy consciente de que, más allá de las posturas farisaicas, lo que está en juego ante la pretensión de favorecer la llamada ‘muerte digna’ (eutanasia y suicidio) y las leyes que la permitan es que no sabemos qué hacer con el sufrimiento”.
Alimentación e hidratación artificial
En la carta, el pastor de los alcalaínos indica que quiere poner de relieve que “la administración de agua y alimento, aunque se lleve a cabo por vías artificiales, representa siempre un medio natural de conservación de la vida, no un acto médico. Por tanto, su uso se debe considerar, en principio, ordinario y desproporcionado, y como tal moralmente obligatorio”.
Tampoco el estado de salud debe ser motivo para acabar con la vida. A su juicio, “la valoración de las probabilidades, fundada en las escasas esperanzas de recuperación cuando el estado vegetativo se prolonga más de un año, no puede justificar éticamente el abandono o la interrupción de los cuidados mínimos al paciente, incluidas la alimentación y la hidratación”.
«En los pacientes siguen existiendo formas elementales de comunicación y de análisis de los estímulos»
Reig cita las técnicas modernas de neurofisiología clínica y de diagnóstico cerebral por imágenes, que “parecen indicar que en estos pacientes siguen existiendo formas elementales de comunicación y de análisis de los estímulos”.
El sufrimiento y el uso de analgésicos
Reig Plá incide en el sentido del sufrimiento y también en cómo aliviar el dolor ante el que se enfrentan numerosos enfermos. “La prudencia humana y cristiana sugiere para la mayor parte de los enfermos el uso de las medicinas que sean adecuadas para aliviar o suprimir el dolor, aunque de ello se deriven, como efectos secundarios, entorpecimiento o menor lucidez”.
Aun así, advierte de que el uso intensivo de analgésicos no está exento de dificultades por el hecho de acostumbrarse a ellos y de precisar una dosis mayor.
También hace ciertas puntualizaciones sobre los tratamientos a los que se pueden someter los enfermos. Las resume en tres puntos:
- “A falta de otros remedios, es lícito recurrir, con el consentimiento del enfermo, a los medios puestos a disposición por la medicina más avanzada, aunque estén todavía en fase experimental y no estén libres de todo riesgo”.
- “Es también lícito interrumpir la aplicación de tales medios, cuando los resultados defraudan las esperanzas puestas en ellos” así como “contentarse con los medios normales que la medicina puede ofrecer”.
- Ante la inminencia de una muerte inevitable, a pesar de los medios empleados, es lícito en conciencia tomar la decisión de renunciar a unos tratamientos que procurarían únicamente una prolongación precaria y penosa de la existencia”.
Lea aquí de manera íntegra la carta pastoral de monseñor Reig Plá