Una mujer embarazada mira la ecografía de su bebé /Pixabay
Una mujer embarazada mira la ecografía de su bebé /Pixabay

Lo que siempre se ha considerado un avance puede convertirse en algunos casos también un gran retroceso. El feto puede convertirse en un simple ‘almacén de repuestos’.

Esto es lo que pretende el Servicio Nacional de Salud británico, el equivalente a la Seguridad Social. Consiste en preguntar a las mujeres embarazadas que saben que su bebé va a nacer con anomalías si quieren continuar el embarazo. Si quieren, los facultativos lo mantendrán con vida y le ayudarán a nacer. Pero una vez que fallezca, como consecuencia de sus anomalías, le extraerán órganos sanos con fines médicos.

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Supuestamente la finalidad parece positiva. Conseguir que el feto enfermo nazca para, una vez, muerto, salvar con sus órganos a otros ninos enfermos. Pero, en realidad, supone usar al bebé como un medio para un fin. Usarlo como una especie de «almacén de repuestos».

Esta práctica recuerda a las empleadas por la multinacional abortista Planned Parenthood que traficaba con órganos y partes del cuerpo de fetos y embriones y que fue desvelada por el provida David Daleiden con cámara oculta.

Lo que pretende el Servicio de salud británico y muchos médicos afines a estas políticas como Joe Brierley, es que a las mujeres embarazadas a las que se les ha diagnosticado que el bebé vendrá con cualquier tipo de anomalía grave como la anencefalia, (ausencia de una parte del cerebro) deberían proponerles, antes de abortar, continuar con el embarazo para extraer los órganos sanos del nino una vez haya nacido, y después haya muerto, según ha informado el diario Daily Mail.

No nacerían por una cuestión de humanidad y salvar una vida del aborto sino que el feto es tratado como una mera mercancia de compra-venta.

Brierley lo ha razonado sosteniendo que clínicamente el bebé no va a sobrevivir y que por lo tanto es una pena que mueran tres personas diariamente esperando un órgano. En este sentido, ha justificado que este método que proponen serviría para incrementar el número de ‘donantes’.

Tratar al feto como «almacén de repuestos» atenta contra la dignidad inviolable de toda vida humana

Opuesto a esta propuesta se ha pronunciado el doctor Trevor Stammers, director de la cátedra de Bioética de la Universidad Santa María de Londres, para el que sería aberrante que los médicos preguntasen a las mujeres que se les ha comunicado que su hijo viene con anomalías si quieren continuar con el embarazo con el único fin de extraer sus órganos.

El experto en bioética indica que una madre debe proponerse seguir con el embarazo no buscando un fin (refiriéndose a la extracción de órganos), sino con el objetivo de quererle cuando nazca y darle cariño durante el tiempo de vida que tenga. Aunque esta sea muy corta. Tratarle como una mercancía o un almacén de repuestos atenta contra la dignidad inviolable de la vida humana.

Trevor Stammers considera que de llevarse esta iniciativa a la práctica se estaría utilizando a los no nacidos como meros objetos para alcanzar un fin utilitario, en lugar de respetar la vida por sí misma, y se pregunta: esos órganos cierto es que pueden llegar a salvar vida, ¿pero qué coste humano conllevan?

Trevor Strammers, director de la cátedra de Bioética de la Universidad de Santa María de Londres
Trevor Strammers, director de la cátedra de Bioética de la Universidad de Santa María de Londres

Por otro lado, nadie garantiza que esos ninos con anancefalia mueran inmediatamente. Pueden vivir un tiempo relativamente largo. A pesar de que los informes sobre esta enfermedad indican que los bebés no tienen «ninguna posibilidad de vivir», en internet se pueden ver fotos de ninos que padecen esta anomalía y que llegan incluso a celebrar su primer año.

No es lo mismo continuar con el embarazo y que cuando fallezca el nino se decida donar los órganos, que prolongar el embarazo para usar al feto con fines médicos

La polémica inciativa del Servicio Nacional de Salud plantea diversos problemas en la medicina, como por ejemplo, por qué se aboga por ampliar y mejorar los cuidados paliativos en los adultos y por contra, se promueve acabar con la vida de ninos recién llegados al mundo para extraer sus órganos.

El argumento de que la posibilidad de vivir es nula es algo ambiguo, ya no sólo porque se haya demostrado que un porcentaje de esos ninos puede llegar a celebrar su primer cumpleaños, sino porque si diagnosticar una muerte cerebral ya es algo difícil en los adultos… mucho más lo es en un nino.

Existe una estrecha línea, que a priori no se debe sobrepasar. No es lo mismo continuar con el embarazo y que cuando fallezca el nino se decida donar los órganos, que prolongar un embarazo por el mero hecho de que se forme el feto para posteriormente extraer sus órganos.

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